Comida grasosa y vesícula

Casi por regla, a los pacientes que tienen litiasis (piedras) vesicular, les prohíben comer grasas, aceites, huevos, carne, leche y sus derivados, «chicharron con pelos» y carnitas de cerdo, azúcares, y hasta las chelas. Alguno de ellos me llegó desnutrido con bajo peso y desesperado al borde de la esquizofrenia porque ya no sabía que comer, tenía miedo a comer.

Por recomendación médica, le prohibieron todos los alimentos mencionados porque asintomático, es decir, sin ninguna molestia, en una revisión «preventiva» le hicieron un ultrasonido y le encontraron piedras en la vesícula, confirmadas en un segundo ultrasonido que le solicité con el fin de ratificar el diagnóstico, cuyo reporte refería un par de cálculos grandes de unos dos centímetros de diámetro.

Un mito prohibir las grasas

Muchos pacientes que padecen esta afección no presentan síntomas, ya que estos cálculos, normalmente, suelen detectarse en una radiografía, una cirugía abdominal u otro procedimiento médico similar.

Sin embargo, existen casos en los que el cálculo bloquea un tubo o conducto que se encarga del drenaje de la vesícula y provoca un dolor de tipo cólico conocido como cólico biliar. Este desaparece cuando dichos depósitos pasan a la primera parte del intestino delgado.

Los cálculos crecen muy lentamente y los que provocan complicaciones dolorosas son los de un tamaño aproximado de alrededor de tres a cinco milímetros de diámetro, y si a alguien le encuentran un cálculo o varios de esas dimensiones, significa que los tiene de ese tamaño mínimo de unos seis a 12 meses antes.

Ahora bien, si a un paciente le encuentro cálculos bien formados, y le pregunto si ha comido huevos, leche, chicharrones de puerco, carnes, queso, durante el último mes por ejemplo, en que con seguridad ya tenía los cálculos, me responderá que en esos últimos 30 días ha ingerido alguno o varios de esos productos, sin haber presentado dolor alguno. Deducción lógica: esos alimentos que prohíben no tienen relación directa con el dolor vesicular por cálculos, pues si así fuese, todos los días presentaría dolor. Ahora bien, si alguien tiene piedras de 2.3 milímetros de diámetro significa que tiene varios años con esas piedras y durante esos tres años todos los días ha ingerido los alimentos mal prohibidos y resulta que en varios cientos de días solo una vez ha presentado dolor, o ninguno.

Conclusión deductiva lógica

El dolor vesicular por la presencia de cálculos en la vesícula, no tiene relación causa-efecto directa con la ingestión de tal o cual alimento que aumenta la movilidad de la vesícula, de ser así, todos los días presentaría dolor. El que una persona con cálculos presente dolor al ingerir chicharrón con pelos, es pura coincidencia, en otras palabras: asociación no es igual a causa y efecto. Luego entonces prohibir la ingestión de tal o cual alimento es un mito, porque fisiológicamente hasta la ingestión de agua simple, al circular por el estómago y duodeno provoca una reacción automática de secreción de jugos digestivos por el estómago, el páncreas, el hígado y cualquier alimento incluso el agua provoca aumento de la movilidad de la vesícula, ¡ah!, incluyendo las chelas.

¿Por qué duelen o no duelen los cálculos?

El cólico depende del tamaño de la piedrita. El conducto cístico por donde sale la bilis de la vesícula hacia el intestino, mide unos tres a cuatro milímetros de diámetro, así que los cálculos que pueden dar dolor son los que tiene más o menos ese diámetro, porque se pueden atorar en ese estrecho conducto y esa es la explicación del dolor porque al atorarse, provocan contracciones dolorosas para expulsarlos naturalmente. Si los cálculos son de menos de tres milímetros pueden pasar al conducto y salir al intestino sin dificultad y sin dolor porque no se atoran.

Al contrario, los cálculos de diámetro mucho mayor a los cinco milímetros de diámetro, tienen menos probabilidades de provocar cólico porque no se atoran en el conducto cístico y se mueven libremente en el saco muscular sin provocar dolor. De estos hechos se deduce la fisiopatología del dolor y esto explica porque de cada 10 casos, menos del 30% provocan dolores y otras complicaciones, y porque menos del 30% de los casos necesitan cirugía de urgencia. La cacareada urgencia por operar cálculos asintomáticos no depende del paciente, sino del criterio del médico tratante. Por lo anterior, si el dolor se resuelve sin complicaciones, se decide una conducta expectante y vigilancia clínica ya que hay 70% o más de posibilidades de que no sea necesaria la cirugía.

Complicaciones de los cálculos

El dolor vesicular simple: si se atora un cálculo en el conducto cístico desencadena dolor, este puede hacer mecanismo de válvula y puede regresar al saco vesicular y se calma el dolor ya espontáneamente o con analgésicos relajantes del conducto cístico. Si estos síntomas no remiten con un buen tratamiento antibióticos en un lapso de 24 horas, debe operarse de urgencia.

El dolor persiste y sugiere que continúa atorado en el conducto cístico y se puede complicar con colecistitis aguda, fiebre, color amarillento en la piel y en los ojos, denominados ictericia y náuseas y vómitos, distensión de la vesícula que a la palpación se puede delimitar con precisión el aumento de tamaño vesicular con manifestaciones de peritonitis focalizada a esa área, lo más frecuente y en casos muy raros por retraso en el diagnóstico durante varios días, se puede perforar la vesícula con datos evidentes de peritonitis generalizada a todo el abdomen. Es recomendable la cirugía a la brevedad. A menos que haya alguna contraindicación por alguna enfermedad crónica de órganos vitales que contraindique una cirugía, se intentará resolver el problema con tratamiento médico intensivo antibiótico.

La coledocolitiasis consiste en que una piedra rebasa el conducto cístico de la vesícula que se conecta con el conducto colédoco que finalmente conduce la bilis directa al duodeno, pero el cálculo suele atorarse en el esfínter de Odi, es decir a la salida del colédoco hacia el duodeno, siendo esta una complicación seria porque se bloquea el drenaje completo de las bilis lo que conlleva complicaciones de una colangitis ascendente con insuficiencia hepática grave y potencialmente mortal.

Actualmente se cuenta con una técnica menos agresiva que la cirugía abierta abdominal, la laparoscopía robótica y la pancreatografía retrógrada endoscópica duodenal, mediante la cual se puede extraer un cálculo del conducto colédoco con mínimo riesgo, en casos con enfermedades crónicas que pudieran impedir una cirugía a cielo abierto.

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

Deja un comentario