Comisión Nacional de Obligaciones Humanas

(A propósito de la Comisión Nacional de Derechos Humanos).

«Si usted quiere que sus hijos tengan los pies sobre la tierra, colóqueles alguna responsabilidad sobre los hombros».

La anterior cita la recorté alguna vez que, si mal no recuerdo, la publicó el licenciado Francisco Treviño Granados en su columna de El Diario de Coahuila, y desde entonces he pensado y afirmado que se hacen muchas cosas en favor de los derechos humanos y pocas, de hecho, muy pocas, si no es que ninguna, en pro de las obligaciones.

Referencio sólo algunos casos (¡De seguro solo «unos cuantos» entre otros muchos!) que confirman de manera inobjetable mi pensar y mi sentir: una maestra que se vio forzada a recibir en clase a uno de sus alumnos que llegaba tarde por temor a que la madre del mismo la acusara de actuar «contra los derechos de los niños»; estudiantes universitarios, ya adultos desde luego, a quienes su mamá acompañó a la universidad para reclamar y exigir airadamente el derecho de su «retoño» a pasar el examen aunque por falta de dedicación no lo hayan aprobado; delincuentes menores de edad que roban, asaltan con violencia, distribuyen droga y hasta asesinan, con una total carencia de consideración a los derechos de los demás; jóvenes, y también adultos, que se regodean e incluso hacen alarde de violar las normas de tránsito y vialidad. Y así… una lista que pudiera resultar casi interminable.

Olvidan todas esas personas, que todo derecho está necesaria y correlativamente ligado a una obligación: si tengo derecho a la vida, estoy también obligado a respetar la vida de los demás; si tengo derecho a conducir y transitar libremente, tengo también la obligación de no obstruir ni poner en peligro el libre tránsito de los demás; si tengo derecho a que se me proporcione educación básica, media y superior, tengo también la obligación de estudiar; si es mi derecho el que no se me rechace en el colegio, escuela o universidad, tengo también la obligación de ser puntual; si tengo derecho a la salud, estoy obligado ¡a no poner en riesgo la salud de los demás!

Pero no. El increíble homo sapiens, que supuestamente somos todos nosotros, actúa muchas veces de manera contraria a todo esto. Por eso es que, como alguna vez dijo alguien, «a veces me siento y pienso» (otras nomás me siento): qué tal si se creara (¡propuesta surrealista!) una ¡Comisión Nacional de Obligaciones Humanas!… ya no necesariamente como una institución sancionadora…, sino, de perdido, como un organismo puramente ¡recordatorio! (Para los niños… ¡y para los papás de los niños!) Como alguna vez también dijo alguien refiriéndose a la necesidad de la disciplina: «La disciplina sin libertad es tiranía; la libertad sin disciplina… ¡es caos!».

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