Desde luego que debería ser al revés, pero… usted y yo sabemos qué sucede.
A todos nos habrá pasado en alguna ocasión que estando sobre la acera de una calle, o bien, al ir conduciendo nuestro carro, de repente se detiene atrás de o junto a nosotros, o bien nos rebasa lentamente (el ir lento es parte de la estrategia de «escúchenme, véanme, aquí voy») un automóvil de ya bien pasado modelo , pero con un increíble y potentísimo súper estéreo a todo volumen, el cual retumba estruendosamente por toda la cuadra haciendo que trepiden los automóviles más cercanos, igual que si estuviéramos pasando a un lado de la recicladora de pavimento, y a cuyo conductor es obvio que todo le podrá importar… ¡menos el respeto a los demás!
Dicho conductor, desde luego, descansa elegantemente su brazo izquierdo sobre la portezuela de su carro, conduce sólo con la mano derecha, voltea alternada y orgullosamente hacia un lado y hacia el otro y mira también por el espejillo retrovisor, para cerciorarse de que lo estamos escuchando.
Aunque por una parte resulta inobjetable que quienes tal hacen producen una contaminación ambiental auditiva muy molesta, peligrosa para la salud y la cual puede llegar a ser incluso delincuencial dependiendo del volumen del sonido y de las circunstancias en las que la misma se produzca, es muy cierto también, por la otra, que cada quien es absolutamente libre de designarle a su presupuesto o haber económico el orden de prioridades que más le plazca, lo cual es de respetarse siempre que con ello no se afecten los derechos de los demás. Puede haber quienes, por ejemplo, tengan su casa en muy malas condiciones por falta de mantenimiento, o por no invertir lo necesario en la construcción de la misma pero que hayan preferido gastarse su «lana» en comprar una súper televisión plana de las de máximas dimensiones, o los celulares y demás aparatos electrónicos «de última generación».
Una verdadera autoestima y el respeto a los demás, así como el respeto y observancia de las normas ambientales y administrativas nos llevarán, sin lugar a dudas, a que en nuestra comunidad terminemos con tan absurda cuanto inmadura actitud y situación.
Hay que precisar, desde luego, que eso de los súper estéreos a un volumen atronador se da no sólo en carros de ya muy pasado modelo, sino también en automóviles de reciente… ¡y hasta de último modelo! ¡Pos sí pues!