Fue un evento extraordinario, igual de gratificante que el otro.
El escenario se construyó para estar a la altura del concierto que habría de cimbrar el subsuelo alcalino de la Comarca con los celestiales acordes del tenor.
El lago perfumado y el pasto amable fueron cubiertos parcialmente por un enorme escenario. La cena se diseñó con la osadía de saber que el cielo estaría repleto de estrellas y había que derribar los límites.
El otro evento se desplegó en una magistral rueda de prensa en la capital del país. Un video extraordinario dejó bien establecido que somos el centro del norte. Se desplegaron datos que asentaban sin lugar a duda que este es el sitio adecuado para recibir inversión productiva, el mundo está enterado.
Los más encumbrados se dieron cita para reforzar el lanzamiento, lo más selecto del empresariado exitoso, igual que acá, en el concierto, una pincelada de lo más granado del desierto.
Ambos eventos estuvieron a la altura, fueron bien concebidos y ejecutados con precisión de relojero. El día de ayer fue maravilloso.
El Tenor deleitó el alma de la concurrencia que acompaso el sonido con los más refinados vinos, con las más suculentas viandas. Los comensales extasiados echaron la casa por la ventana, todo sea en aras de brindar por el progreso.
El día de antier fue extraordinario, parece ser que ahora si nuestra Comarca va a despegar, lo que se dijo es como para motivar el entusiasmo, como para revivir la esperanza.
Todo eso ocurrió, estoy seguro, lo viví, dos eventos maravillosos plenos de sonrisas, abrazos y pirotecnia.
Hoy amanecí con la resaca a cuesta, no hay jornada perfecta. Una desazón me golpea el rostro. Estoy sentado en mitad de la plaza, lejos del lago perfumado donde revolotearon los acordes y lejos se la sala de prensa donde confluyeron los que toman las decisiones para expresar su grandeza y planear nuestro futuro.
Aquí en la plaza reina el silencio, nadie recuerda lo acontecido.
Terminado el evento, este y el otro, desmontaron el escenario, se llevaron las luminarias, guardaron las cámaras, se agotó la pirotecnia y quedó todo como al principio, pleno de vacío y de silencio ensordecedor.
Se festejó una cosecha que nunca se sembró, se le rindió honores a la ilusión. Fanfarrias propias de una estructura que genera otra promesa incumplida honrando las imágenes de un marketing sin sustento.
Algún día, espero, sembraremos para cosechar. Algún día, espero, se imaginará la infraestructura necesaria, la logística adecuada para generar lo que se anuncia, lo que se promete.
Es maravilloso escribir poemas, la palabra motiva la aventura, pero se requiere sembrar hechos después de las palabras.
Para poemas ya tenemos buenos poetas. Los empresarios están para lograr acuerdos, diseñar proyectos, conseguir y comprometer recursos.
La utopía Lagunera se aferra a la esperanza.
P. S: En los 50 los jóvenes laguneros presumían a sus compañeros regiomontanos en el Tec de Monterrey que en La Laguna había 54 limusinas Cadillac, y nombraban uno a uno a sus dueños, mientras que en Monterrey únicamente había 12.
Setenta años después, nosotros festejamos la llegada de los almacenes Cotsco mientras ellos reciben a Tesla.