Confín sinfín

MARIO ARVIZU

Son cinco los libros que, en estos momentos, distintas personas me han confiado. Sus próximos lanzamientos en físico, en línea y como audiolibros son un interesante reto profesional.

Al frente de IDÍLEO, mi editorial independiente —e irreverente— subsistir en el confinamiento no es algo nuevo. Lo he sorteado, como dijera Marx, sin conciencia de clase, con la asunción de cuatro paredes como espacio finito y apetecible. Al abrazar una profesión académica, tuve que probar y habituarme a otro tipo de dieta en lo intelectual, en lo emocional, en lo económico. Fue necesaria una alimentación diaria de agridulces silencios, servidos y aderezados en cuartillas, monitores, bocinas. Ese menú, como llanera solitaria de las letras, lo tengo servido en una muy larga mesa desde hace más de cuatro décadas.

La edición de los capítulos de un libro solicita descansos intermitentes para que el foco no desista. El cerebro debe oxigenar esas zonas dedicadas a identificar cacofonías, redundancias, abusos de gerundios, yerros de tildación y más.

Una manera de fortalecer el pulso atencional es la del cambio de roles. El confinamiento me ha abierto la puerta al autodidactismo virtual. Novedosos cursos ahora forman parte de mis más ricos antojos. Tengo varias clases en línea a lo largo del día. Hoy, por ejemplo, inicio a las siete de la mañana con una sesión remota de yoga impartida por un fenómeno de maestro, Sergio Sosa, radicado en Torreón, Coahuila. Después, ajusto el horario para no olvidar, precisamente, mi diplomado «Películas y memoria» desde la Universidad Wesleyana en Middleton, Connecticut. Estoy por terminar el taller «Neurodidáctica» ofertado por la Fundación Telefónica en España en vinculación con la Secretaría de Educación Pública. Y es Santa Mónica, California, la ciudad a la que me conecto, también, para experimentar, con ochocientos interesados alrededor del mundo, la técnica de la respiración holotrópica en sesiones de «Neurodynamic Breathwork», impartidas por Michael Stone. Y todas mis clases son gratis. Pero aquí platicaré de una más que, sin chistar, provocó que hiciera a un lado mi temor de los pagos en línea. Al verla, me inscribí de inmediato y comencé a estudiar.

Casi 35 años atrás, en el Colegio de Bachilleres No. 3, la escuela donde estudié mi preparatoria en la ciudad de Chihuahua, a mí y a muchos nos gustaba cantar y bailar buena parte del día. «La bohemia» era una práctica arraigada en los chavos de aquellos tiempos con cierto perfil. De hecho, yo formaba parte de la estudiantina y de un quinteto musical representativo del Cobach. En los concursos de canto, las de «Los Panchos», las requinteadas por Chamín Correa, las de «Los tres ases», entre otras tantas del mismo estilo, formaban parte de nuestro repertorio para el combate musical.

En esos menesteres conocí a especiales cómplices de generación. Platicábamos cachos de nuestras aventuras de adolescentes, pero ya con estatura y gestos de universitarios. En cada pausa, echábamos el suspiro y cantábamos una pieza con alguna guitarra que siempre aparecía por ahí. Así es como me he acordado, por décadas, de uno de mis amigos del Bachilleres tres, Mario Arvizu.

Ocurrente, chistosísimo, cantador y, claro está, un apasionado de las baladas. Así era Mario. Yo tomaba fotografías y, con el vozarrón que él tenía, cuando los dos íbamos a pescar a artistas que llegaban a presentar algún concierto a Chihuahua, él los abordaba en el lobby del hotel sede. Se movía con una seguridad envidiable basada en los poderes de su garganta y actitud corporal. Les pedía que pararan un poco para que su servidora pudiera dar los «clicks» del recuerdo. Y, una vez pasado el momento, los famosos subían a lujosos coches rumbo a equis auditorio. Mario y yo, con los autógrafos, plumas y cámara en mano, nos reíamos, encantados de habernos salido con la nuestra a los 16 o 17 años de la arrojada edad.

También tengo presente una noche bohemia en la que Mario y yo nos dimos cuenta que a ambos nos gustaba tanto —muchísimo más que otros cantantes de moda— Ricardo Montaner. ¡Nos sabíamos todas las canciones de aquel LP que incluía la canción «Ojos negros»! Y no sólo nos entonamos todas ésas con el acompañamiento de su guitarra, sino que continuamos el repertorio con las de otros discos del cantante venezolano, nuestro ídolo en común.

En fin: hace unos días, luego de no haber oído y visto por años a Mario Arvizu, en medio de este contexto septembrino 2020, aún de confín sinfín, él se me apareció, así como así, en el ciberespacio. En la pantalla de mi «lap». En un anuncio de su curso de locución.

Sin dudarlo ni hacer cuentas, adquirí sus clases a ojos cerrados, pero con la ilusión muy abierta. Renovada. Supongo que digité los números de mi tarjeta con la misma carita que yo ponía cuando me juntaba con él para la cantada y para andar por las calles de nuestra tierra tarahumara, según esto, como ocurrentes reporteros de espectáculos.

Ahora vuelvo a aprender, a reír y a imaginar locurillas con Mario. En cada una de sus sesiones virtuales en la plataforma «Crehana» tengo la compañía de mi amigo. De alguien a quien estimo de verdad y que, con su presencia en línea, me regresa a tiempos y espacios en los que cantar, bailar, crear, coincidir sí eran asunto imperdible de todos y cada uno de nuestros días preparatorianos. Sin reparos ni agendas. Sin poses ni máscaras. Sin el «qué dirán» ni el «ya no estoy para eso».

¿Y quién es Mario Arvizu hoy? En su página web, marioarvizu.com, él se presenta: «Mi voz se escucha en radio, televisión, cine, internet y eventos públicos. Tengo la capacidad de emplear el matiz y la tonalidad que mis clientes necesitan para cada evento o proyecto y que son específicos para cada ocasión. Mi área de cobertura abarca todo México, a Centroamérica, Sudamérica y los Estados Unidos de América. Soy la voz institucional de marcas y compañías de renombre como Nivea Men, Fábricas de Francia-Liverpool, Jack Daniel’s, 88.1 RED FM de Grupo Radiocentro, el canal Glitz de Turner Broadcasting, The Home Depot en Estados Unidos, Cinépolis, Lucas, GenommaLab; Radio Farra 101.3 y POP 93.3, ambas en Paraguay, por nombrar algunos ejemplos. Las producciones son tanto en español como en inglés. En el campo del doblaje he tenido particulares intervenciones prestando mi voz para interpretar a personajes en películas como Shrek 2, 3 y 4, Robots, Cars, Una mente brillante, Star Wars 2 y 3, La caída del Halcón Negro, Madagascar, Bambi 2, Los cuatro fantásticos 1 y 2, Superman returns, Planes 2, 300, Thor, Mr. Peabody and Sherman, Avengers 2, Intensamente. También he sido la voz narrativa de las películas Los Duques de Hazzard y La Tierra (Earth) de Walt Disney Nature y muchas otras más».

Sinceridad y sentimientos de buena lid: las mejores pastillas para una felicidad de liberación prolongada.

Muchas gracias, Mario. Aunque no sé si llegues a leer este texto, te cuento que lo redacto en el mes de los locutores a manera de celebración compartida. Pronto te enviaré mis tareas. Y un virtualísimo abrazo.

Columnista y promotora cultural independiente. Licenciada en comunicación por la Universidad Iberoamericana Torreón. Cuenta con una maestría en educación superior con especialidad en investigación cualitativa por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Doctoranda en investigación en procesos sociales por la Universidad Iberoamericana Torreón. Fue directora de los Institutos de Cultura de Gómez Palacio, Durango y Torreón, Coahuila. Co-creadora de la Cátedra José Hernández.

Deja un comentario