Conflictos de intereses en medicina

El conflicto de intereses se define como un conjunto de condiciones y circunstancias que pueden influenciar indebidamente el juicio profesional en relación con el interés primario (bienestar y tratamiento del paciente, validez de la investigación) por un interés secundario (provecho económico, afán de notoriedad, prestigio, reconocimiento y promoción profesional).

El principal interés de un profesional de la salud es actuar por el bien de las personas y la comunidad a la que sirve. El interés secundario frecuentemente no tiene ninguna relación con la misión fundamental del profesional. Este es generalmente el producto de un enfrentamiento entre diversas presiones, ya que dicho profesional puede estar confrontado a un conflicto de intereses de naturaleza política, académica, moral y hasta religiosa o personal. Sin embargo, muy a menudo el interés secundario es de naturaleza financiera.

Existe, pues, conflicto de intereses, cuando una persona tiene la obligación moral de actuar en nombre de otros y esta acción se ve comprometida por los estrechos vínculos que tiene con un tercero.

Sucede en cualquier actividad humana, desde el plomero o mecánico, con médicos, ingenieros, maestros, arquitectos y ya no se diga en políticos.

La costumbre de los regalos no solo está muy extendida en muchos países, sino que también es considerada como «normal», debido a que se encuentra muy arraigada en la vida profesional, no permitiendo ningún tipo de cuestionamiento. Así pues, un porcentaje significativo de médicos que reciben regalos de las empresas farmacéuticas niega su influencia, a pesar de las evidencias que demuestran lo contrario. Prescriben medicamentos indicriminadamente y sin necesidad. Con ello logran cenas y viajes para asistir a conferencias, congresos, simposios y coloquios, alrededor del mundo, de «a gorrión» por supuesto.

De la misma manera, muchas sociedades médico científicas dependen, para la publicación de sus revistas y suplementos, del patrocinio y de la ayuda financiera de la industria. Esta ayuda se da generalmente a través de la publicidad farmacéutica que dichas revistas insertan en sus páginas.

 Los investigadores concluyen que cualquier medida para controlar la influencia de las compañías farmacéuticas (limitar los regalos, sensibilizar a los médicos u obligarlos a declarar cualquier regalo recibido) esta condenada al fracaso, porque se basa en un modelo falso del comportamiento humano. Su conclusión es simple: hay que prohibir todo tipo de regalos que la industria farmacéutica ofrece a los médicos. En algunos países estos regalos son considerados como casos de corrupción.

El conflicto de intereses también puede ser colectivo cuando el profesional de la salud a titulo individual no tiene ningún vinculó con una empresa, sino que es miembro de una asociación que participa en un evento patrocinado por la industria farmacéutica o recibe donaciones de dicha industria. Este tipo de relación mueve a veces mucho dinero.

Durante el periodo 2001-2003, la American Academy of Pediatrics (Academia Americana de Pediatría) vendió a los Laboratorios Abbott Ross, 600 mil ejemplares de la «Guía de la lactancia materna para las madres jóvenes», por un monto que no fue revelado. Este laboratorio se encargó de distribuirlos —con su nombre y logotipo—, por intermedio de los médicos y las enfermeras, a las madres con bebés. La compañías Nestlé ha financiado el envío del «Manual de Nutrición» (Pediatric Nutrition Handbook) a los miembros de la Academia Americana de Pediatría, lo que representa más de 60 mil personas.

Ya comenté alguna vez que mis hijos nacieron en la década de los 70, cuando la Nestlé «con($)venció» a las autoridades de salubridad de que la leche en polvo era mejor que la leche materna.

Mis hijos se criaron con leche materna y mi esposa y yo ingeríamos la leche en polvo, pues el miserable y explotador salario de residente con jornadas de 36 horas, cada tercer día, apenas si alcanzaba para sobrevivir en el viejo DF.

A. Relman, exredactor del New England of Medicine, declaró que «la profesión médica está comprada por la industria farmacéutica, no solo en lo que respecta a la práctica médica, sino también a la enseñanza y la investigación». Y añade que: «Los centros universitarios de este país (Estados Unidos de América) se permiten ser agentes pagados por la industria farmacéutica. Creo que es vergonzoso».

Yo diría que es crimen de lesa humanidad, y de enriquecimiento inmoral o ilícito de esas empresas que cínicamente presumen de ser éticas.

El progreso de la medicina, la proliferación de la información, así como la exigencia de una práctica médica basada en evidencias científicamente probadas, han dado lugar a la aparición de referencias o guías de buenas prácticas médicas (guidelines), generalmente redactadas por grupos de expertos. Sin embargo, estas herramientas, útiles para la práctica médica, no están liberadas de influencias mercantiles, contrarias a sus objetivos.

Un estudio sobre los posibles conflictos de interés entre los autores de guías médicas y la industria farmacéutica pone de manifiesto que las relaciones entre ambos no son muy claras, sobre todo si se trata de guías destinadas a influir en las decisiones diagnósticas y terapéuticas de los médicos. La encuesta fue realizada en una muestra de 192 profesores de medicina europeos y norteamericanos que participaron en la redacción de 44 guías sobre enfermedades como la diabetes, la hipertensión arterial y el asma. Entre los 100 profesores de medicina que respondieron a la encuesta, 87% tenían una relación financiera con la industria farmacéutica, 38% eran asalariados o consultores de una empresa farmacéutica, 58% habían recibido apoyo financiero para llevar a cabo sus investigaciones y 59% tenían relaciones con los fabricantes de medicamentos mencionados en la guía redactada por estos autores.

https://scielo.conicyt.cl/pdf/abioeth/v17n1/a06.pdf

Como resultado de lo anterior, la sociedad está cotidianamente en ascuas desde antes de su nacimiento:

El embarazo normal se vigila como si fuese enfermedad, le endilgan la etiqueta terrorista de pre-eclampsia con «embarazo de alto riesgo», que se convierte en «producto valioso» y cada mes entre honorarios médicos, ultrasonido, estudios de laboratorio, medicamentos para «prevenir» la eclampsia, el salario quincenal, o las aportaciones del programa Bienestar del actual Gobierno, los trabajadores y pensionados lo reciben con «alas de mariposa». Y en la «cesareainnecesárea», se va hasta el aguinaldo.

Lo mismo sucede con el antígeno prostático en el hombre, el virus del papiloma humano en la mujer, la bacteria helicobacter pylori, la prueba VIH, en ellos, ellas y «elles», acudir a la playa cada ocho días, hígado graso, todo esto se utiliza para aterrorizar a la sociedad con cáncer de próstata, cáncer de matriz, cáncer de estómago, SIDA, cáncer de piel, cáncer de hígado, respectivamente, sin que científica ni estadísticamente se ha comprobado esa relación causa efecto directa al cien por ciento, pues si fuese así, el homo sapiens estaría en peligro de extinción.

Poderoso caballero es don dinero.

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

Deja un comentario