La mayor de las Antillas, otrora símbolo de la izquierda, se ha convertido en un país fantasmal que, poco a poco, se vacía. Su futuro es más incierto que nunca cuando su pueblo solo piensa en escapar, los grupos opositores están maniatados, y las organizaciones internacionales dan por perdido el diálogo con un Gobierno que no escucha. Amir Valle y Rafael Vilches comparten opiniones al respecto
El éxodo masivo no es sólo económico: Vilches
La muerte de Fidel Castro, líder histórico de la Revolución cubana, no significó un cambio en las condiciones políticas, económicas y sociales de la mayor de las Antillas. A 65 años del derrocamiento de Fulgencio Batista y la instauración de un sistema de ideología comunista, las carencias del pueblo van en aumento, junto a su falta de libertades. Las torpes improvisaciones del Gobierno de La Habana para paliar sus deficiencias financieras y nulo valor democrático no pasan de ser palos de ciego. Ni la desaparición de la aborrecible «tarjeta blanca» —permiso oficial que requerían los cubanos para viajar al extranjero—, ni el regreso al uso de una sola moneda, ni la imposición de nuevas tarifas comerciales y modelos de salario bajo el eufemístico nombre de «reordenamiento económico» han logrado sortear la crisis que comenzó a finales de los 80, con la caída del campo socialista, y que quedó bautizada como «período especial», a la postre, otro eufemismo irreverente.
La realidad es que la opresión que ejerce el Gobierno de Miguel Díaz-Canel es la misma, sino peor, que la emprendida por Fidel Castro. Hoy escasean recursos de primera necesidad —desde un pedazo de pan hasta artículos de higiene personal— y los precios para los pocos productos disponibles sobrepasan, por mucho, los ingresos de la clase media. Abandonar el archipiélago, subterfugio recurrente para los cubanos desde 1959, se ha convertido ya en una práctica común. A la clásica imagen de los balseros, se suman ahora otros miles de ciudadanos que emigran a naciones como Nicaragua o Guyana —dos de las pocas que no exigen visado para los cubanos— y desde esos territorios emprenden un duro trayecto hacia el norte con la esperanza de llegar a Estados Unidos. Según la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) «casi 425 mil migrantes cubanos llegaron a Estados Unidos en los años fiscales 2022 y 2023. Además, unos 36 mil cubanos presentaron solicitudes de asilo en México entre enero de 2022 y noviembre de 2023. En conjunto, estas cifras representan más del cuatro por ciento de la población cubana, lo que equivale a vaciar provincias enteras de la isla en solo dos años. Estas asombrosas cifras no tienen en cuenta los miles más que se han dirigido a Brasil, Rusia, Uruguay y otros países durante el mismo período».
«El sueño de la vida se traslada a otras latitudes. Y eso es bien triste, porque impide que el país se salve, ya que su gente ha perdido la esperanza de salvarlo. Pero más triste es que, todavía anclados en su absurda y fracasada ideología, quienes han dirigido Cuba hasta hoy olvidan esa frase de Martí que dice: “Cuando un pueblo emigra, los gobernantes sobran”».
Amir Valle, analista político
Para Amir Valle, escritor cubano, exiliado desde 2005 y, actualmente, analista político en la agencia alemana de noticias Deutsche Welle (DW) «en Cuba se vive hoy un capitalismo salvaje disfrazado de socialismo. Fuimos obligados a luchar más de 60 años contra el capitalismo en aquella democracia irregular pero perfectible de la Cuba de antes de 1959 para terminar viviendo en un capitalismo terriblemente inhumano impuesto por una dictadura que se proclama humanista y en una de las naciones más pobres del planeta.
»Durante los primeros años, es innegable, el proyecto educacional cubano (pese a sus limitaciones ideológicas) consolidó una cantera de talentos. Hoy esos talentos están regados por todo el mundo a causa del fracaso de la Revolución cubana. Cuba ha vivido ya cinco grandes olas de escape de la isla: la ocurrida tras el triunfo de la Revolución en 1959 (250 mil cubanos emigraron entre 1959 y 1962); el Mariel de 1980 (unos 125 mil); los “Vuelos de la Libertad” entre 1965 y 1973 (más de 300 mil) y el Maleconazo o Crisis de los Balseros de 1994 (poco más de 30 mil emigrantes). Ahora, en un corto período, han escapado de la isla casi medio millón de cubanos, por todas las vías, aunque, como bien dices, mayormente por tierra desde Sur y Centro América. Incluso las encuestas del Gobierno muestran que la primera intención de los jóvenes en la isla es emigrar. Y cuando eso sucede, deja de existir para el pueblo el valor de retroalimentación de la gente con su tierra, con su país. El sueño de la vida se traslada a otras latitudes. Y eso es bien triste, porque impide que el país se salve, ya que su gente ha perdido la esperanza de salvarlo. Pero más triste es que, todavía anclados en su absurda y fracasada ideología, quienes han dirigido Cuba hasta hoy olvidan esa frase de Martí que dice: “Cuando un pueblo emigra, los gobernantes sobran”».
A sabiendas de que, en vida, Fidel Castro siempre fue tachado como el autor de todos los males de la Cuba comunista, y actualmente, ya sin su presencia, el país sigue sin rumbo y sin cambios, Amir Valle explica esta aparente contradicción. «Hace años insisto en recordar algo que muchos han olvidado: en una de sus entrevistas con la periodista Barbara Walters, Fidel Castro dijo que su concepto de liderazgo no era político: era un concepto de vida. Sabemos de sobra que él implementó lo que llamamos castrismo, un método absolutamente unipersonal, como mismo lo hicieron Stalin, Mao o Kim Il Sung.
»El castrismo entonces debemos entenderlo como un concepto de vida de control absoluto de la sociedad. No vemos ningún cambio porque así ha sido asumido por quienes han tomado el relevo: los neocastristas, a quienes no les importa ya la ideología sino el dinero, pero son conscientes de que necesitan para sobrevivir el mito de la Revolución, lo que representó para la izquierda internacional en su lucha contra el imperialismo universal, y esa oportuna burbuja de falsedades que la propaganda comunista creó y difundió en el mundo en torno a las figuras históricas de la Revolución: Fidel, el Che, la Generación del Centenario… Sumemos a eso la estrategia ideológica de subordinación del pueblo a ese proyecto: hacerles creer que no necesitaban ocuparse de nada, salvo de apoyar lo que decía Fidel y el resto de los líderes, que provocó la absoluta inopia política de nuestro pueblo y, en segundo lugar, la total desilusión hacia la política nacional y la importancia de su implicación como pueblo en la lucha por sus derechos. En resumen, unos políticos maquiavélicos que viven del mito histórico ante un pueblo que no hace nada para recordarles que ellos son simplemente servidores públicos que tienen la obligación de resolver problemas, no de pedir sacrificios».
Para comentar sobre el discreto trabajo de los grupos opositores al interior del país —Partido Pro Derechos Humanos de Cuba (PPDHC), Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), Damas de Blanco, entre otros— y los pocos efectos que han causado en el Gobierno, Amir Valle adopta una postura más prudente por una razón obvia: «No me gusta hablar de algo que solo he visto desde las gradas o desde la oposición intelectual que he llevado a solas desde hace ya más de 20 años».
Aun así, advierte: «Voy a arriesgarme. Primero, porque la oposición tiene que hacer su trabajo en una dictadura, con todo el terror social y los muros de expansión de ideas democráticas que implica vivir en una dictadura. Segundo, porque como dije, el pueblo solamente desea sobrevivir, no implicarse ya que eso significa hacerse blanco de la represión. Tercero, porque no han logrado zafarse de ese flagelo divisor del caudillismo y mucho menos expandir un concepto que en política es esencial: el proselitismo entre la gente del pueblo simple de su programa social y del cambio favorable que ese programa traería en comparación con la propuesta de Gobierno.
»Creo sinceramente que el foco central de la oposición no es luchar contra el Gobierno, es movilizar al pueblo, porque cada vez más el pueblo sabe que ese Gobierno no funciona y que está aferrado al poder por las armas. Y lo mejor es que ya muchos en el pueblo, abocados a la miseria, están levantando sus voces. La oposición, por lo que se ve, no ha logrado canalizar esa desilusión popular. Y ya que la oposición ha manifestado no estar dispuesta a tomar las armas, entonces debe usar otras armas que, curiosamente, son las que más daño le hacen a la dictadura, y las que más teme: recordemos, por ejemplo, lo nervioso que se pusieron cuando el Proyecto Varela, o la rabia con la que han reprimido a los líderes de UNPACU, de José Daniel Ferrer, por el trabajo social que han logrado, sobre todo en el Oriente del país, zona que la dictadura considera un “feudo revolucionario, cuna de la Revolución”, o más recientemente lo sucedido con el Movimiento San Isidro, por sólo poner algunos ejemplos».
Al profundizar en las causas del «fenómeno revolucionario cubano» desde sus orígenes, surge una pregunta básica: ¿Qué falló? ¿El modelo político ideológico o los encargados de implementarlo? A esta pregunta, responde el también profesor del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania: «Lo que vemos hoy es el resultado de seis décadas de experimentación económica de dirigentes empecinados en priorizar la ideología por encima de las leyes que determinan el desarrollo integral y objetivo de una sociedad. A quienes todavía insisten en defender ese proyecto social, les aconsejo leer el discurso «La Historia me absolverá», de Fidel Castro, pronunciado en 1953, y especialmente que lean el fragmento donde describe los éxitos y los problemas de Cuba en esos años. Él mismo reconoció que se trataba de una Cuba imperfecta, pero que avanzaba en todos los ámbitos. Esa es la Cuba que él prometió mejorar. Y el resultado es desolador: ya no existen ninguno de aquellos éxitos que colocaron a Cuba como una de las 30 naciones más desarrolladas del mundo, y los problemas económicos, sociales y políticos de hoy, en todas las áreas, nos colocan en el lugar 70 del Índice de Desarrollo Humano entre los 195 países reconocidos en el mundo, y en esta parte del mundo somos una de las naciones más pobres».
Con todo un pueblo anclado por más de medio siglo en el mismo escenario de pobreza, ¿qué solución esperar? Acaso, ¿esperar por que ofrezca mejores resultados el trabajo de la oposición desde el interior del país, sino el advenimiento de un nuevo proceso revolucionario interno (violento como el que gestó Fidel Castro)? ¿Tal vez una mayor presión extranjera?
«Lo que viven hoy los cubanos es la etapa terminal de ese fracaso absoluto, esa enfermedad letal que algunos tontos inútiles y ciegos insisten en llamar Revolución cubana», asevera Valle, antes de agregar con pesadumbre: «Aun así no soy optimista por una evidencia clara: en un lado del ring está la dictadura más atrincherada que nunca, está moviendo todos sus hilos en el mundo para consolidar esa posición, el pueblo solo piensa en escapar y sobrevivir, y las instituciones y organismos internacionales insisten en dialogar con quien ha dicho que solo dialogará en sus términos; en otro lado del ring, la oposición está hoy más desestructurada que nunca, y el exilio está ahogándose en sus rencillas de protagonismo y absurdas divisiones tan dictatoriales como la dictadura. En esas circunstancias, el único cambio que veo es el que la dictadura se verá obligada a establecer si quiere sobrevivir a la debacle de un país que se hunde». E4
El éxodo masivo no es sólo económico: Vilches
Si alguien conoce en carne propia los efectos de la represión que ejercen las autoridades cubanas, ese es Rafael Vilches Proenza. Narrador, poeta y periodista independiente, nació en Granma, provincia oriental de Cuba. Su obra ha sido premiada en múltiples ocasiones, tanto en su país natal como en el extranjero, pero eso no lo salvó de ser perseguido por la policía a causa de sus críticas en contra del Gobierno de Miguel Díaz-Canel. Asediado por las amenazas del oficialismo, en marzo de 2023 se vio obligado a exiliarse en Madrid, donde recientemente fue nombrado Miembro de Honor de la Unión Nacional de Escritores de España.
Cuando se le cuestiona por la situación cubana actual, Vilches asegura que, desde el triunfo de la Revolución los cubanos han estado bajo las penurias del «período especial», designación con la que se dio a conocer la crisis económica que azotó a la isla tras el derrumbe del campo socialista y la disolución de la Unión Soviética en 1991. «Estamos en «periodo especial» desde 1959. No recuerdo un solo día de felicidad para mi pueblo. Crecí y viví en el racionamiento diario. De niño recuerdo haberme acostado muchas veces con hambre. Mi madre me mandaba a la cafetería a vender botellas para poder comprar los mandados. Entonces mi padre trabajaba en la zafra como tractorista y operador de alzadora. Mi madre como maestra auxiliar y el salario no les alcanzaba para mantenernos, a ellos y sus cuatro hijos. Cuba desde 1959 ha sido un desastre económico. Cada año más miserable que el anterior, mientras la cúpula castrista se ha ido enriqueciendo más y más».
«Es vergonzoso que países como México y España no reconozcan que en Cuba hay una dictadura, que el éxodo masivo no es sólo económico, que abarca todas las zonas, que es político, que los dictadores comercian con el dolor del cubano, que el éxodo es un negocio redondo para la dictadura cubana y su casta».
Rafael Vilches, periodista independiente
Con relación al aumento exponencial de la migración cubana, para el periodista independiente este fenómeno no es más que una extensión de una práctica que comenzó desde la llegada al poder de Fidel Castro y lamenta que, décadas después, algunas naciones todavía justifiquen el éxodo masivo desde una perspectiva meramente comercial. «Cuba es un dolor. Cuba es el burdel de los Castro y sus incondicionales. Es el burdel de la izquierda mundial. Es una vergüenza que la opinión pública internacional no alce su voz a favor del pueblo cubano que se ha visto obligado a salir corriendo de su suelo para poder respirar la libertad de la democracia. Es vergonzoso que países como México y España no reconozcan que en Cuba hay una dictadura, que el éxodo masivo no es sólo económico, que abarca todas las zonas, que es político, que los dictadores comercian con el dolor del cubano, que el éxodo es un negocio redondo para la dictadura cubana y su casta».
El proclamado «reordenamiento económico» impulsado por el Gobierno cubano, para Vilches, no es más que una nueva estrategia que permite a los ocupantes de la cúpula del poder, engrosar sus arcas y vivir en la opulencia a costa del sufrimiento de la clase trabajadora. «Hoy la economía del pueblo está en una tarjeta y la moneda dura se queda en cuentas privadas en el extranjero a nombre de los dirigentes del Estado y de algunos altos militares. Cuba es un desastre que muchos no prefieren ver porque les conviene, entre ellos los artistas, escritores e intelectuales que hoy preparan un congreso de poesía para diciembre. Al frente de ello se encuentran Alex Pausides y Tito Alvarado, un extranjero que va a Cuba a vivir a pie de rey obviando el dolor de los cubanos, blanquean a la más cruel de las dictaduras porque les conviene. No importa que ya no sé encuentre vivo el asesino de Fidel Castro, ellos siguen su legado».
A propósito de la cultura y en contraposición con sus dirigentes, el escritor aclara que una enorme cantidad de creadores y agrupaciones artísticas han desarrollado un importante trabajo de oposición. «Desde siempre ha existido grupos de representantes de todas las ramas del arte y la cultura que se han opuesto a los dictadores y todos hemos pagado una cuota de dolor y silencio, cárcel, secuestros, torturas de todo tipo, San Isidro no ha sido la excepción, pero sí de los que más visibilidad han tenido porque ahora existen las redes sociales y 11J se propagó por toda Cuba, cómo pasó, no sé, a mí me atrapó dentro de la casa escribiendo y no pude salir porque en la esquina y frente a la casa se amontonó con palos la brigada de respuesta rápida —militares vestidos de civil— y alguien le avisó a mi esposa Ana, que tu esposo no salga porque la orden que tienen es de matarlo. Ana le puso candado a la reja antes de yo llegar a la puerta y enterarme de qué pasaba. Existió una Primavera Negra, antes «La carta de los 10″, un Huber Matos, un Ángel Cuadra, un Reinaldo Arenas. Hoy existen Ángel Santiesteban, Camila Acosta, Leonardo Rodríguez Alonso, Coco Fariñas, José Daniel Ferrer, Las Damas de Blanco, Bifronte, Cuadernos de Pensamiento Plural, Nacán, Omni Zona Franca, Poesía sin Fin, ListaNegra, Demóngeles, Los Aldeanos, Yoanis Sánchez, Amir Valle, un montón de sacerdotes católicos y pastores protestantes. Son muchos también los periódicos y las revistas contra la dictadura. La lista de quienes han dado la cara y puesto la carne para que Cuba sea libre es larga».
Si se le pregunta qué falló en Cuba para que terminara en las paupérrimas condiciones en que hoy se encuentra, responde al instante: «Falló todo. Fidel buscó un enemigo a quien echarle la culpa para poder vivir con una ideología y darse los gustos de un esclavista. Tuvo una finca, Cuba, que la heredaron los Castro, una república bananera. Algo le salió bien, se convirtió él y su familia entre los más ricos del universo. Para el pueblo todo falló, a él todo le salió bien». E4