Debo aclarar: la frase, como albur, la conozco desde hace más de 40 años. Como encabezado periodístico para dar a conocer la primera detención (y liberación) de Ovidio Guzmán el 17 de octubre de 2019, fue utilizada por el periódico Metro, del Grupo Reforma, en su edición impresa del día siguiente.
Pero la portada del «Culiacán, me das miedo» volvió a circular con velocidad explosiva en los últimos días tanto en redes sociales como en WhatsApp a partir del segundo «jueves negro», el 5 de enero. En los grupos y contactos que tengo no hubo persona que no soltara alguna frase de divertida reprimenda a los periodistas creadores de tal contenido. Lo menos que leí fue un «¡Se la ma…!», una forma velada e incómoda de aprobación hacia algo tan políticamente incorrecto. No, más allá: un hecho que evidencia en todas sus formas la terrible violencia que sufren los mexicanos en estos días. Causó estupor, vergüenza. Muchos murieron (más allá de las cifras oficiales), tanto elementos policiacos como integrantes de los grupos criminales.
Mi círculo de amistades y colegas de trabajo está delimitado por el periodismo, entonces asumo que la deformación del oficio explica en gran parte las reacciones ante tal encabezado, no puedo generalizar. Llamé a un amigo dentro del mencionado grupo periodístico al que pertenece Metro para confirmar que fuera una portada real: «Es ‘fake’… vaya, o sea sí es real la portada, pero fue de hace tres años, cuando el primer culiacanazo (en 2019). No es la de hoy».
Obviando el eterno debate y señalamientos hacia la forma en que los medios de nota roja y populares abordan y presentan sus noticias —la gran mayoría de las críticas totalmente justificadas, fundamentadas y necesarias—, quienes nos dedicamos a este oficio tendemos a contaminar nuestros análisis con la experiencia en las redacciones.
Por un buen amigo y colega supe que, tras la segunda caída de Ovidio, no pocos medios de comunicación tanto de México como internacionales de inmediato buscaron a los reporteros de Culiacán para entrevistarlos sobre sus coberturas en esas horas de peligro en las calles y para conocer detalles de cómo, literalmente, se jugaron la vida en medio de la lluvia de balas.
Sobre las fallas de criterio, profesionalismo y ética de algunos medios y/o periodistas en las coberturas policiacas por todo el país, ya mucho se ha escrito y deliberado en las últimas décadas. Sin el mínimo afán de no visibilizar esas críticas, al llegar a mi teléfono esa portada de «Culiacán, me das miedo», de inmediato pensé en los reporteros de nota roja de esa ciudad. No aquellos que sólo dan cobertura a un acontecimiento como la detención de «El Ratón», que son periodistas de lo policiaco en un solo evento, sino de aquellos que su día a día transcurre para llenar las páginas de la prensa amarilla, como algunos aún la llaman.
Muchas veces, los editores desde la comodidad de nuestra silla y tras la pantalla elegimos encabezados sarcásticos, divertidos, digeribles, pegajosos, que ganchen al lector de crucero. Pero sólo los reporteros que están en las calles en el momento del peligro y los acontecimientos saben los riesgos que esto puede traer.
Christopher Venegas, reportero y fotógrafo ganador del Tercer Lugar en la Categoría «Problemas contemporáneos» del World Press Photo 2014, no mostró entusiasmo por encabezados como el de «…me das miedo», al señalar: «Debemos cambiar ese tipo de encabezados no sólo para no poner en riesgo a los periodistas, porque sabemos que los encabezados son los que hieren a la población, sino para cambiar el modo de pensar de la gente».
El periodista, quien desde Saltillo hace sus «Historias de fotografía de nota roja», piensa que se pueden hacer otro tipo de coberturas en el tema del narco y en muchos otros, pues no sólo se cubre la violencia, pues es periodismo que da voz al pueblo, un representante directo de la sociedad, de esa «de abajo» que no es vista en los reflectores de la mayoría de los medios.
«Con base en esto, podemos hacer uso del poder de los medios de nota roja para cambiar la sociedad. Yo tengo una frase, que si la usas en tu libro me das el crédito Jajaja: “Si puedes ver de otra forma la nota roja, se puede ver de otra forma al mundo”», sentenció Venegas.
Christopher hace referencia a «Entre zopilotes, apuntes de un reportero policiaco», un ensayo sobre la naturaleza de la nota roja en México en las últimas cuatro décadas, basado en los testimonios y perfiles de periodistas de lo policiaco, impreso por la editorial de la Universidad Autónoma de Nuevo León y que está próximo a salir al mercado.
En él se aborda cómo nuestro país llegó a ser el día de hoy el lugar más peligroso y letal para los periodistas, fuera de las naciones en situación de guerra, y donde hasta el momento han sido asesinados 13 colegas de los medios de comunicación.
En ese sentido, unos sicarios fallaron en su intento de asesinar a balazos a Ciro Gómez Leyva, uno de los más influyentes y críticos periodistas mexicanos de las últimas décadas —quien constantemente es denostado por el Poder Ejecutivo—, cuando regresaba a su casa en la Ciudad de México al filo de la medianoche del jueves 15 de diciembre de 2022.
Viajaba solo en su camioneta blindada. Horas antes, desde la conferencia presidencial la mañanera se le había tachado de nocivo y que escucharlo o leerlo podría «causar tumores». Tras este atentado, el gremio periodístico reaccionó de forma determinante para seguir exigiendo un freno a los ataques desde el Poder.
La respuesta oficial desde el Palacio Nacional fue tan hiriente como peligrosa: Investigamos un autoatentado. A mi mensaje de solidaridad, sin dudar sobre su profesión y sin pizca de victimización, Ciro me respondió: «…han sido horas inusuales. Qué decirte. La vida sigue y tenemos que pensar que puede ser mejor… me ha alegrado inmensamente la respuesta gremial. Veremos cómo siguen las cosas».
Por eso hay que aplaudir que, a menos de un mes después del fallido crimen, las autoridades anunciaran la captura de 11 implicados en el atentado contra Gómez Leyva.
Qué oportuno: la caída de «El Ratón» y la captura de los fallidos ejecutores de Ciro se dan en el marco de la visita de los presidentes Joe Biden, de EE. UU., y Justin Trudeau, de Canadá, en la cumbre norteamericana.
Se vale
Desde la comodidad del hogar a cientos de kilómetros de Culiacán es muy fácil incluso reír con el «…me das miedo». Preocupado porque la deformación del oficio haya dañado tanto la percepción, a un punto de bizarra indolencia (justificando el que no se ofende a autoridades, víctimas ni criminales), busqué el sentir de periodistas que sufrieron el culiacanazo 2.0:
Gustavo Lizárraga, uno de esos periodistas que se forjó en las jornadas policiacas culichis desde hace más de dos décadas y en el segundo culiacanazo mantuvo su cobertura a tono con la velocidad de la web, al ver la portada «…me das miedo», en tono relajado y hablando entre colegas, señaló que este tipo de encabezados para los periódicos populares y policiacos aún son válidos, son cancha reglamentaria, siempre que se respete la dignidad de la personas.
Acentuando que la diferencia entre periódicos populares y de información general es un asunto entre periodistas, pues para los grupos criminales la distinción no existe y sólo leen las portadas y pueden ver «el mensaje» en éstas… con el peligro que no les gusten o les parezcan riesgosas a sus intereses, por eso lo delicado de usar el humor de esta forma, acotó: «Pero para nosotros, que estamos en medio, pues no puede herir tantas susceptibilidades».
«Hay que cuidarse. Aunque pudiera parecer que son lo mismo (los dos culiacanazos), tienen características particulares. Con el segundo, pues no sabemos qué reacción. En el primero lo soltaron, en éste no. Entonces qué se está maquilando dentro de… pues no sabemos. Culiacán trata de retomar su ritmo normal, pero no sabemos. La gente está a la expectativa».
Bárbara Obeso, reportera de batalla en las coberturas de nota roja en las calles de Culiacán desde hace casi cuatro décadas (su testimonio se incluye en Entre zopilotes) y quien señala que su vida profesional se cuenta en dos a partir del primer «jueves negro», fue directa, sin duda alguna y señalando fuerte al ver la portada, afirmó que sí se vale aún este tipo de encabezados, mientras no se ofenda ni a autoridades, víctimas ni otras personas involucradas, y menos retando a los grupos criminales.
«Culiacán, me das miedo… pues sí… ¿o a poco no da miedo?», advirtió.
*El texto publicado en Por si acaso el 12 de enero de 2023