Democracia mexicana falaz

Así como la libre competencia es una de las condiciones para que el capitalismo funcione; en una incipiente y débil democracia —como la de México—, la simulación y las promesas ad hoc a la «necesidad social» son cuasi condición para obtener victorias político-electorales. El mejor verdugo disfrazado de estratega llevará a la victoria a su partido político.

Ejemplos de necesidades vacías e impuestas sobran. Hace más de una década se imponía la necesidad ambiental como prioridad primordial, que hasta en papel se plasmó, inclusive, hasta un Protocolo (Kioto) se hizo, pero más a mi parecer, parecen pretextos subjetivos para que ciertos organismos internacionales o nacionales subsistan. Si bien es cierto el carácter institucional que los reviste es necesario para un orden y para el juego de la democracia, algunos parecen más elefantes blancos (OEA) que el origen de su creación pareciera esfumarse.

Por otra parte, están los derechos de las minorías y la diversidad sexual que desde hace ya más de una década vienen pisando fuerte y que, a base de la presión social y del concepto de derechos adquiridos, han logrado poco a poco, plasmar su voz en el ámbito constitucional.

Hace unos años en México se puso de moda —también— legislar sobre los animales antes que legislar sobre políticas públicas que ralenticen la desigualdad social. Era más importante un gato o un toro que un ser humano. Aquí algunos quizá, cuestionaran mi enfoque, pero volviendo a lo básicoyo solo afirmo mi juicio en la Pirámide de Maslow.

El tema de moda, de casi todos los días, desde hace más de dos años en México, es la paridad de género en política, es decir, que hay que darle más espacios a la mujer en este ámbito, pero yo creo que no solo ahí, sino en el ámbito administrativo-gubernamental e iniciativa privada. Esto es una buena idea, pero en la mano del poder por el poder, solo sirve para denostar al adversario y ganar puntos con una minoría que nunca ha sido minoría y que ha podido abrirse camino aún y con las trabas legales que hoy existen.

El 4 de junio de 2023 habrá elecciones a las gubernaturas en Coahuila y el Estado de México. En ambos casos la gubernatura nunca ha sido ocupada por una mujer, siempre se ha impuesto el estado patriarcal. De acuerdo con la reforma constitucional de 2019, debe de haber la presencia de mujeres en un 50% en todos los ámbitos de la vida pública; lo que se incluyen a las gubernaturas. El espíritu de la Ley defiende una una integración paritaria de las mujeres en los espacios públicos. Sin embargo, esta «necesidad social» arropada por los partidos se vuelve vacía al jugar con ella, escupirle a su espíritu y usarla cual pieza de ajedrez, de acuerdo a las estrategias.

En Coahuila, el 21 de enero de 2022 se estableció en el Artículo 77 de la Constitución una regla de alternancia, conforme a la cual, si la persona titular de la gubernatura es hombre, todos los partidos políticos nacionales y locales deben postular a una mujer en el siguiente proceso electoral.

No hay problema, para ello existen las letras chiquitas, las lagunas y en este caso, los artículos transitorios. Aquí es donde se establece un régimen de excepción, conforme al cual, la regla de alternancia antes referida no se aplicará sino hasta 2029, al disponer qué «si en el proceso electoral de 2023 resulta electo un hombre, la obligación de postular a mujeres se actualizará hasta el proceso electoral posterior (…)».

Para el caso del Estado de México, el 13 de mayo se informó en diversos medios una reforma a su Constitución para definir el principio de alternancia para la gubernatura local a partir del proceso electoral local de 2029. No obstante, tal reforma no ha sido publicada en los medios oficiales. Por otra parte, desde mediados de diciembre de 2020 la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordenó al Congreso de la Unión que regulara la paridad en gubernaturas. A la fecha tal reforma no ha sido emitida.

Alejados del espíritu de la Ley; los Poderes, los árbitros electorales, los partidos políticos y los políticos per se no atienden a necesidades hoy por hoy apremiantes, sino que las construyen en base a una simulación y recogen una falta para convertirla en su «necesidad social» apremiante. Hoy no existe una regla legal que vincule a los partidos políticos o coaliciones a postular candidaturas de un género determinado para la elección de 2023, esto es un escenario muy similar al de los dos pasados procesos electorales.

Aguascalientes, 1982. Cursó sus estudios de Licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Coahuila, posteriormente hizo sus estudios de maestría en Gobierno y Gestión Pública en la Universidad Complutense de Madrid. Labora en la administración pública estatal desde el año 2005. Es maestro de Teoría Política en la Facultad de Economía de la UA de C desde el año 2009. Ha sido observador electoral de la Organización de los Estados Americanos en misiones para Sudamérica, en la que participa como miembro de observadores para temas electorales.

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