Desde Ucrania con terror

Este título es una parodia de aquella novela de espionaje, de Ian Fleming: Desde Rusia con amor, ambientada en la Guerra Fría de los 60 y llevada al cine con James Bond.

El siguiente texto es de uno de mis lectores de la página: www.kiskesabe.com, quien me escribió por el «guasapo» y me habló por teléfono desde Ucrania, república de la ex Unión Soviética, planteándome su problema, porque es un joven estudiante y trabajador ecuatoriano, radicado en Kiev, capital de Ucrania.

Textualmente me informó: «Buenos días Dr., encontré su número en la página www.kiskesabe.com, leyendo lo que escribe en el tema diabetes y hemoglobina glicosilada. Decidí comunicarme para que me oriente: todo comenzó el 19 de agosto, me diagnosticaron COVID con fiebre y síntomas respiratorios, recetaron ceftriaxona y dexametasona, y me dijeron que en una radiografía tenía una neumonía leve, pero no hubo necesidad de oxigenarme. Cambié de doctor, el cual me mandó unos análisis de sangre para ver cómo estaba mi neumonía, los resultados arrojaron muy altos, fuera del límite. Me recetó inyecciones por 7 días. El día 31 me ordena una prueba de hemoglobina glicosilada que arroja 8.4%, y me dice que debo ir donde la endocrinóloga, y ésta me dijo que era diabético. Me hizo prueba de azúcar en el dedo, salió en 90 mg y me recetó glucophage —metformina de 500 mg una al día y Thioctacid— y que comprara un glucómetro. Me dijo que ya soy diabético y que debía medirme el azúcar tres veces al día y a la siguiente semana. Además, me ordenó un examen que se llama Homa, me dijo que era normal. En ese tiempo estaba tomando metformina y el azúcar me salió en 3.8 milimoles que equivale a 68 miligramos en sangre y me espanté porque me bajaba el azúcar. La endocrinóloga me quitó la metformina. También me pidió una prueba de proteína C reactiva que salió en 114 mg xl. El examen de hemoglobina me lo hicieron mientras me indicaban medicamentos. Y la endocrinóloga ya me estaba tratando de nefropatía diabética con calcio y de neuropatía diabética con Thioctacid, y esto me provoca mucho miedo. Yo nunca he tenido elevaciones de azúcar antes de enfermarme de COVID. Por lo que me dijo la endocrinóloga ya llevo casi dos meses midiéndome el azúcar tres veces al día y ya me duelen los dedos y mi azúcar siempre sale normal y ahora está bajando. Tengo miedo de comer sobre todo lo dulce. Mi novia ya casi me deja porque no disfruto ninguna comida y solo quiero estar midiéndome el azúcar. Pero gracias a su página y a usted he cambiado mi forma de pensar, porque ya tengo dudas de que tenga diabetes, todos los días ando buscando información y leyendo los comentarios que le hace a otros pacientes empecé a encontrar más calma. Le agradezco que haya tomado mi llamada por teléfono y con su explicación ya decidí dejar el medicamento, dejar de medirme el azúcar».

Teóricamente, para el diagnóstico de la diabetes mellitus se puede utilizar cualquiera de los siguientes criterios, el primero es el más preciso:

1. Síntomas de diabetes más una glucemia casual medida en plasma venoso que sea igual o mayor a 200 mg/dl (11.1 mmol/l). Casual se define como cualquier hora del día sin relación con el tiempo transcurrido desde la última comida. Los síntomas clásicos de diabetes incluyen poliuria (mucha orina), polidipsia (mucha sed) y pérdida inexplicable de peso.

Nuestro joven en Ucrania, nunca presentó estos datos, por lo tanto la endocrinóloga no tiene argumentos sólidos para afirmar que hay diabetes.

2. Glucemia en ayunas, ocho horas sin comer, medida en plasma venoso igual o mayor a 126 mg/dl (7 mmol/l). La endocrinóloga solicitó la prueba Homa y a la vez se mide la cantidad de insulina (péptido C en ayunas) cuyos resultados los reportan normales, el resultado descarta diabetes.

3. Glucemia medida en plasma venoso que sea igual o mayor a 200 mg/ dl (11.1 mmol/l) dos horas después de una carga de glucosa durante una prueba de tolerancia oral a glucosa (PTOG). Esta prueba ya no se hizo porque no es necesaria cuando los requisitos 1 y 2 son normales.

4. Hemoglobina Glucosilada (HbA1c mayor o igual de 6,5 %). Pero, le solicitaron esta medición, la que reportan elevada y con este parámetro, la endocrinóloga certifica categóricamente que hay diabetes. Le expliqué al joven «enfermado» que, los requisitos 1 y 2 son los esenciales para certificar diabetes y que la hemoglobina glicosilada elevada, con azúcar e insulina en ayunas normales, no es académicamente válido afirmar diabetes.

Y lo insólito: sin diabetes aguda confirmada le prescriben thioctacid para neuropatía diabética, y calcio para insuficiencia renal, complicaciones que pueden presentarse, pero no necesariamente, unos 10 o 15 años después del inicio de la diabetes. ¿Guion de la película el satánico Dr. No de James Bond?

Para el diagnóstico en la persona asintomática, como nuestro protagonista, es esencial tener al menos un resultado adicional de glucemia igual o mayor a las cifras que se describen en los numerales 2 y 3. Si el nuevo resultado no logra confirmar la presencia de diabetes, es aconsejable hacer controles periódicos hasta que se aclare la situación. En estas circunstancias el clínico debe tener en consideración factores adicionales como edad, obesidad, historia familiar, comorbilidades, antes de tomar una decisión diagnóstica o terapéutica.

Nuestra endocrinóloga, allá por «las Ucranias», no cumplió con este requisito de un seguimiento analítico de la cifra de azúcar, en varias mediciones para verificar si el azúcar se eleva. Un dato aislado no es concluyente.

Tal parece que la guerra fría se calentó y se lleva a cabo en el ámbito médico, con la poderosa industria farmacéutica como el malo de la película y, de víctimas, personas sanas. ¿Dónde andará James Bond para que nos salve del satánico Dr. No?

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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