Desierto

Había una vez un desierto.

Había una vez una carretera cerca del desierto.

Había una vez una fábrica en el desierto.

donde una muchacha trabajaba.

Había una vez un mudo desierto

que vio con sus múltiples ojos un crimen

20 crímenes 100 crímenes 400 crímenes.

Había una vez una muchacha que trabajaba en una fábrica

en el desierto

y a la que le quitaron

los ojos, la boca, los pechos, la voz.

Había una vez un vestido sin muchacha

que se pudría en el desierto.

Había un montón de zapatos

de muchachas, sin pies.

Había un costal de restos humanos

sin nombre de muchacha.

Había una vez

una madre, un hermano, una tía

que no vieron más a la muchacha

que trabajaba en la fábrica del desierto.

Había una vez un padre que al abrir la puerta

recibió un paquete con un cráneo

y un calcetín sin iniciales.

Había una vez un desierto que aumentó su arena

con huesos de morenas muchachas,

un mundo de arena que mezcló el nombre

de mujeres muertas

en la ruta del anonimato

y todo lo arrastró el viento.

Escritora que expresa una constante poética: la ambivalencia o, por llamar de otro modo, a un tipo de dualidad que transita entre la luz y la oscuridad. Estos tópicos se desdoblan entre lo extraño y lo familiar, arriba y abajo, y adquieren significados en esta doble dimensión. Contrarios que, al modo de Heráclito, se complementan y equilibran para sumar la unidad. Esta totalidad, en la poética de la autora, se desarrolla en las imágenes y metáforas.

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