El aprendizaje del exgobernador coahuilense fue transmitido y expresado en una y otra forma a través de conversaciones, libros, artículos periodísticos, ensayos académicos, discursos y todas aquellas expresiones que sirven para socializar el conocimiento
Primera parte de tres
Eliseo Mendoza fue actor y testigo de las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI, encarnó lo mejor de esa luminosa y extraordinaria etapa. Desde pequeño entendió que Gutenberg, al sacar de los claustros el conocimiento de la palabra impresa, cuando inventó la imprenta, democratizó la lectura. Comprendió que cuando los pueblos y las personas acceden a una mayor información empiezan a crecer, participan en los procesos sociales; el martilleo de la imprenta y la posibilidad de la reproducción mecánica de las palabras fortalecen el sueño que llamamos democracia, y modifican la perspectiva cultural de las estructuras del poder. Con su palabra hablada y escrita, Eliseo siempre se preocupó por la difusión de la cultura y por ampliar el predominio del pueblo en el Gobierno.
La historia de la democracia es también la del desarrollo de los medios de comunicación y la masificación del significado de las palabras. Un pueblo bien informado es un pueblo que participa en las acciones de Gobierno. La fórmula es sencilla: a un ejercicio más intenso de la palabra impresa corresponde una legitimación de las instituciones. Por ello, todo el aprendizaje de Eliseo, sus conocimientos cotidianos, los fue transmitiendo y expresando en una y otra forma a través de conversaciones, libros, artículos periodísticos, ensayos académicos, discursos y todas aquellas expresiones que sirven para socializar el conocimiento. Siempre buscó divulgar y enseñar; con ello pretendía no sólo dar a conocer su pensamiento, también satisfacer las necesidades de una sociedad ávida de información oportuna, confiable y veraz.
Eliseo actuó en el tiempo del estado protector, patrimonialista, comprometido con el bienestar de un ser humano que debía abrirse a las distintas corrientes del pensamiento, y atendiera las demandas sociales. Su vocación de maestro se tradujo no sólo en enseñar, organizar grupos, crear carreras e instituciones, planear, corregir, aclarar, analizar, buscar, también se encargó de escribir y publicar sus experiencias vitales. El virus de la tinta negra le entró en la sangre desde muy temprana edad. Hasta ahora, ha publicado como autor o auspiciado, la edición de más de una cincuentena de textos. Cuando ingresó a la Escuela Normal fue editor y director de la Revista Normal, un anuario en donde se publicaban las efemérides. En ella aparecían las fotografías de los alumnos que se graduaban. En la Escuela Nacional Preparatoria Número 2, publicó un periódico de la Organización de Estudiantes Preparatorianos, llamado OEP.
En la Escuela de Economía, en la academia y en su actividad política continuó su tarea editorial; lo mismo ocurrió en Holanda y Francia, donde se capacitó para convertirse en uno de los mejores economistas mexicanos. Cuando regresa a México se va a Guadalajara a dirigir el Plan Lerma, realiza el primero y más importante trabajo de planeación regional, aplicando las técnicas más modernas de la programación económica que había aprendido en Holanda.
Como maestro en el Colegio de México creó, al lado de Víctor Urquidi, la revista Demografía y Economía, la cual a corto plazo se convirtió en una publicación académica fundamental. Eliseo se convierte en uno de los economistas de vanguardia del país; lo mismo forma estudiosos de las ciencias sociales, que avanzan en el análisis de nuevos temas y de los viejos problemas.
En el Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales del PRI, (IEPES), como secretario de Programación, junto con Adolfo Lugo y Jorge de la Vega, estructuran, redactan y publican «La gran ponencia», que más tarde se incorporaría al Plan Global de Desarrollo del presidente Luis Echeverría.
La coyuntura económica que vivía el país, los cambios del modelo de desarrollo, el nivel de la toma de decisiones, exigían a los funcionarios del nuevo Gobierno estar actualizados, bien informados de las tendencias de la economía a escala mundial y nacional. Consciente de esa necesidad informativa, EMB inició la publicación de un Boletín Económico, de circulación restringida, que contenía noticias e informes seleccionados, estudios de gabinete, investigaciones de colegios y universidades. Fue tal su éxito que al poco tiempo se tuvo que aumentar su circulación para el resto del gabinete presidencial. Era un documento que servía al grupo que tomaba las decisiones fundamentales del Gobierno mexicano. Cuando Eliseo me encargó de este trabajo, aprendí a fondo la tarea editorial. Leer en voz alta un texto, corregirlo, volverlo a leer, antes de que inevitablemente él, lo volviera a corregir. Nunca dejó una página sin revisar.
Con motivo de las conmemoraciones del centenario del nacimiento de don Benito Juárez, el mundo político mexicano se lanzó a divulgar textos relacionados con el Benemérito. Le propuse la idea de hacer un texto sobre economía e industria que finalmente se llamó La economía de México en los tiempos de Juárez, en el que participaron investigadores de El Colegio de México, antiguos compañeros de EMB. La edición, publicada bajo el sello de la Secretaría de Industria y Comercio, fue un éxito y hoy se considera un clásico de la historia de México.
El presidente Luis Echeverría, con su lucha en defensa de los países del tercer mundo, pronto se convirtió en líder de los países emergentes. Eliseo fue el encargado de establecer convenios comerciales con otros países. Asistió a los principales foros internacionales, se entrevistó con los ministros de comercio de los países desarrollados y subdesarrollados, participó en la elaboración de estrategias globales y negoció convenios de nuestro país con casi todos los países del mundo. Acompañó al presidente Echeverría en sus muy frecuentes viajes al exterior en calidad de negociador de acuerdos comerciales, con la Unión Soviética, Sri Lanka, Argelia, Israel, Trinidad y Tobago, etcétera.
Al finalizar el sexenio echeverrista, EMB fue postulado como candidato al Senado de la República por el estado de Coahuila. Con las conferencias, discursos e intervenciones que había pronunciado durante su trabajo en la Subsecretaría de Comercio, se editó un libro titulado Temas Contemporáneos, donde se exponía la transformación económica que había tenido México en el ese sexenio.
Al tercer año de su ejercicio, el presidente de la república, José López Portillo, invitó el senador Mendoza para que se hiciera cargo del área de educación superior. En esa subsecretaría EMB desplegó todas sus dotes de maestro, político y de transformador, ahí realizó algunas de las acciones más importantes en materia de planeación y educación. Por primera vez se formuló un Plan Nacional de Educación Superior en cuya elaboración participaron todos los rectores de las universidades públicas del país. Aquella hazaña fue resultado de un gran esfuerzo de coordinación y concertación que sirvió para reordenar la educación superior en México, canalizar mayores recursos financieros a las universidades públicas y promover la difusión de la cultura y el deporte universitario.
En esos años Eliseo publicó Cuadernos Universitarios, un libro con los textos, discursos, conferencias que había pronunciado a nombre propio o en representación del C. Presidente de la República.
EMB organizó encuentros de universidades, coloquios, conferencias; invitó a participar a maestros e investigadores de diversas ramas: matemáticos, científicos, ecólogos, urbanistas, filósofos, sociólogos, economistas, para juntos imaginar cuál sería el México en los siguientes 20 años, y cuáles los requerimientos de la educación, para llenar esas expectativas. De ahí surgió el libro México dentro de los próximos 20 años, que fue uno de los elementos unificadores del pensamiento de los rectores e intelectuales mexicanos para saber qué tipo de país queríamos, y en esa dirección orientar la educación superior de México. El reto fue extraordinario y el documento quedó como uno de los textos fundamentales para el diseño de la educación superior de México.
De la misma manera, como se proyectaba el futuro y se hacían programas de acción inmediata, Eliseo reunió a especialistas mexicanos y norteamericanos en un encuentro que se llevó a cabo en Guanajuato, donde se analizaron los diversos tópicos de la relación asimétrica de ambos países, que en los años 80 constituían la agenda política internacional de México. De esos encuentros surgió la idea de crear un área de estudios que a semejanza de El Colegio de México se dedicara analizar los problemas de la frontera. EMB apoyó el proyecto de Jorge Bustamante de crear El Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana, donde se estudian los múltiples problemas de la relación entre México y Estados Unidos. Con justicia, el Colegio de la Frontera Norte galardonó su Sala de Maestros con el nombre de Eliseo Mendoza Berrueto.
En el Colegio de la Frontera Norte, Eliseo organizó coloquios, simposios y congresos para analizar las relaciones México–Estados Unidos.
Cuando, Miguel de Lamadrid fue nominado como candidato del PRI a la presidencia de la república, nombró a EMB coordinador del Consejo Consultivo del Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IEPES), un organismo del Partido Revolucionario Institucional encargado de levantar las demandas sociales en los estados de la república. Eliseo empezó a organizar en cada capital de los estados del país, mesas redondas y encuentros políticos para recoger las opiniones de los profesionistas y técnicos. Así logró reunir 32 documentos regionales en los cuales se concentraban 450 ponencias, donde estaban presentes las necesidades de la población, los sentimientos más puros de la nación. El esfuerzo fue titánico. Organizar en cada estado, a corto plazo, 32 reuniones de desarrollo regional, donde se demostró el liderazgo, la capacidad de convocatoria y su gran capacidad de negociación.
El tiempo de las campañas era una limitación que pone espacios y restringe oportunidades, de ahí el hacer una edición de 32 libros de más de 350 páginas cada uno, era una tarea casi imposible. En total se imprimieron 11 mil 500 originales cuya edición constituyó un reto editorial. El día que tomó posesión el licenciado Miguel de Lamadrid le entregué en el Auditorio Nacional los libros que contenían el esfuerzo de coordinación política, inteligencia y trabajo editorial que se había llevado a cabo.
El resultado de aquel esfuerzo fue su nombramiento en una nueva subsecretaría encargada del tema fundamental y estratégico para México: los energéticos. La Subsecretaría de Energía, que encabezó Eliseo, fue el primer órgano que se ocupó de diseñar nuevas políticas energéticas, principalmente relativas al petróleo. En ese momento en el epicentro del conflicto mundial, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), era el cartel líder que marcaba el paso mundial en cuanto a petróleo.
En el área energética había que coordinar básicamente la relación de tres grandes empresas: Pemex, Comisión Federal de Electricidad y el Instituto Nacional de Energía Nuclear. La Subsecretaría de Energía tuvo como objetivo acoplar la política comercial del petróleo de acuerdo con las fuerzas del mercado internacional; hacer labor de inteligencia para palpar las tendencias de producción y demanda de petróleo y, como un campo ampliamente promisorio, acelerar los proyectos de energías alternas. Eliseo demostró sus grandes dotes de internacionalista. Por primera vez en la historia México participó en todas las reuniones de la OPEP. Eliseo tenía la credencial número 1 como miembro observador de la OPEP; yo conservo la mía.
Por primera y única vez en la historia, México tuvo en Eliseo un miembro activo dentro del organismo de mayor influencia en el mundo del petróleo. La íntima amistad que cultivó con el ministro del Petróleo de Arabia Saudita, el Jeque Yamani, le sirvió a México para tomar decisiones que le permitieran colocarse como un actor de primera línea en el mercado petrolero mundial. No existía en México ningún órgano de difusión que analizara en forma global los temas de energía. EMB decidió crear un Centro de Información y Documentación que uniera la información técnica de los tres principales organismos dedicados a explotar la energía, fue así como nació la revista Energéticos, que dio a conocer a la opinión pública las políticas de coordinación y las particulares de cada institución del área energética. Publicamos por primera vez el Plan Nacional de Energía, los estudios que se realizaban en las diferentes áreas de investigación de los organismos del sector y de la propia subsecretaría. De ese modo fue posible que la población se percatara de la importancia política y estratégica que tienen para México los asuntos energéticos.
En paralelo la oficina de prensa de la OPEP y la Subsecretaría de Energía organizaron un seminario para periodistas en la Ciudad de México, con el interés de sensibilizar a los hombres dedicados a la comunicación sobre la importancia de los energéticos, el desempeño de la OPEP y las nuevas estrategias que establecía México con el mundo petrolero. Fue tan importante la actividad de Eliseo en la OPEP que, en un momento, algunos miembros de la OPEP sondearon la posibilidad de que nuestro país entrara como miembro de número a esa organización y me comentaron que Eliseo pudiera ser electo secretario ejecutivo de ese organismo.
Al poco tiempo, Eliseo Mendoza fue llamado por su partido, el PRI, para asumir la candidatura para una diputación federal. Se iniciaba un nuevo campo de trabajo, ahora sí político. Fue electo presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Regresé de trabajar de Roma, Italia, de donde traía las enseñanzas de los procesos modernos de edición. Me incorporé a la Dirección de Imprenta en la Cámara de Diputados y lo primero que hice, a petición de Eliseo, fue modernizar los sistemas de preprensa. La informática ya había invadido el mundo editorial y los viejos y antiguos linotipos con que se trabajaba estaban destinados a desaparecer. Introdujimos un sistema de cómputo que acortó los tiempos de captura y corrección y aceleró el sistema de impresión. No fue tarea fácil convencer a los linotipistas que después de años de trabajo, con plomo en las venas, participaran en la transformación.
En poco tiempo las memorias de los períodos de sesiones salieron a las dos semanas de que había terminado un período legislativo. El diario de los debates, que tenía un atraso espectacular se actualizó. El diario de los debates, no sólo era un problema de transcripción de las discusiones, era la demostración palpable de la pluralidad que se vivía en la Cámara multipartidista y plural. El diario era la expresión gráfica de la democracia mexicana. Llegué a publicar libros en cinco días, como ocurrió con Los Legisladores de la República, que incluyó las figuras de Morelos, Ramos Arizpe, Juárez y Venustiano Carranza.
La tarea editorial no sólo se limitó a sacar a tiempo las publicaciones tradicionales. Se publicó un extraordinario documento sobre el antiguo recinto camaral, donde se instaló la Cámara de Diputados en 1910, titulado «El Recinto de Donceles». Se editaron los textos de conferencias, estudios, libros de historia y todos aquellos documentos importantes cuya trascendencia era fundamental para divulgar y ampliar la tarea legislativa. E4
(Continuará…)