Dinamarca: muy lejos

¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano…?

Canción popular

Según la información disponible en Internet, Dinamarca es un país que, geográficamente, se encuentra lejos de México. Se ubica al norte de Europa y es uno de los veintisiete que forman la Unión Europea.

Algunas cosas interesantes se destacan como bondades del régimen político que ha construido. Es el país menos corrupto del mundo, el que mantiene un alto crecimiento económico desde la última década del siglo pasado y el país donde sus habitantes son más felices y, por si algo faltara, es uno de los mejores para vivir.

A lo largo de su historia ha logrado crear un Estado de bienestar envidiable. Sus estructuras permiten garantizar una amplia protección social para todos sus habitantes pues pone énfasis en la universalidad de las prestaciones.

Estos principios conceptuales se concretan en hechos reales. Por ejemplo, todos los ciudadanos tienen los mismos derechos, ventajas y beneficios, independientemente del lugar que ocupen en la sociedad.

Esta idea de Estado se nutre de valores culturales como la democracia, la solidaridad, el sentido de colectividad, la igualdad y los derechos humanos. Todos estos valores se mantienen como una prioridad muy alta entre los daneses.

Algunos de los beneficios emanados de esa idea de Estado de bienestar danés, son los siguientes: educación gratuita y de alta calidad hasta la universidad; todos los estudiantes mayores de edad reciben alrededor de ochocientos euros como subsidio del Estado para su educación; pensión de vejez; asistencia social; servicio gratuito de biblioteca; servicio médico gratuito y de alta especialización; estancia gratuita en hospitales, entre otros.

Para la envidia, ¿no?

Quizá por eso, Dinamarca es una de las obsesiones más recurrentes del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, sobre todo lo que tiene que ver con el sistema de salud. La obsesión y la aspiración a que el sistema de salud de nuestro país se asemeje, e incluso lo supere, no es del todo malo. El modelo es, ciertamente, atractivo.

Sin embargo, se le olvida algo muy importante: el presidente. El Estado de bienestar construido por aquel país, se ha logrado a base de trabajo disciplinado, de políticas públicas concebidas desde la inteligencia, de una respuesta ciudadana fundada en la confianza de que se respetan las leyes y de una política que funda en los hechos la necesidad de transparencia para edificar un país democrático.

No conozco el sistema de salud de Dinamarca (ni lo conoceré, eso es claro), pero conozco el sistema de salud mexicano; estuve en el ISSSTE durante diez días hace brevísimo tiempo. La experiencia no se la deseo a nadie.

En todo lo referente al sistema de salud, el presidente de la República miente a sabiendas de que, en efecto, es una brutal mentira cuando, sin pensarlo siquiera, prometió que nuestro sistema sería mejor que el de Dinamarca, o cuando afirmó que ya era igual que el de Dinamarca o cuando, recientemente, declaró, que al final de su administración sería mejor que el de Dinamarca.

Sueños, ilusión vana surgida en la mente de un extraviado que sólo imagina un país idílico que le reserva el mejor lugar en la historia, o de un perverso que juega con el dolor humano porque la prioridad es el poder.

Lo que viví en el hospital corrobora de manera contundente la realidad del sistema de salud mexicano: es una ruina pues faltan medicinas en su farmacia, falta de materiales para atender las enfermedades, falta de médicos, precariedad en sus instalaciones, aparatos inservibles por falta de mantenimiento.

No son las únicas carencias, pero mejor lo dejamos ahí. Esa es la realidad que el presidente se niega a ver porque vive en el país que él imagina. Que no es el México de todos, por cierto.

El sistema danés jamás permitiría que los medicamentos necesarios para el tratamiento corrieran a cargo de los familiares del paciente. El sistema de salud de Dinamarca sabría que eso sangra su economía, profundiza su incertidumbre y vulnera todos sus derechos humanos en la condición de fragilidad en que se encuentran cuando se presenta esa contingencia de salud.

El sistema de salud de México le da entrada a toda clase de anomalías en torno al paciente y a los familiares. Desde su ingreso a las instalaciones del hospital se va acumulando todo un memorial de agravios, tanto para el enfermo como para su familia y que se mantiene a lo largo de su estancia en la infraestructura hospitalaria. Y después de su salida siguen ahí por semanas o meses.

Yo lo viví, lo vivo. Esa experiencia me autoriza a exigirle al presidente que ya, por fin, enfrente la realidad, que se deshaga de esas fantasías insanas que obstaculizan su quehacer. Nadie le pide que alcance la perfección en las soluciones que se logren. La única petición es que de verdad atienda los problemas, sin mentiras de por medio sólo porque se autopromueve una utopía que bulle en su mente loca.

El presidente es un mentiroso profesional con una mentalidad infantil y, por ello, no sabe y/o no puede discernir entre la realidad que lo rodea con un imperativo de exigencia, y el imaginario personal donde las fantasías crean el país donde todo se resuelve.

El problema no está en que imagine o sueñe, sino que el sueño se persiga a tontas y a locas, sin ningún soporte de inteligencia, de conciencia y de conocimiento.

Sus políticas públicas ya rebasaron la noción de fracaso; ahora están en el ámbito de la responsabilidad. Dada la magnitud de su no hacer, ya se podría hablar de una responsabilidad de orden legal. Quizá debería ser llevado a juicio porque sus malévolas fantasías han destruido el sistema de salud mexicano sin haberlo sustituido por otro de mayor eficacia. Y en ese, otra vez, fallarle al pueblo, se ha generado mucho dolor, mucha incertidumbre, mucha muerte.

El ISSSTE de hace unos días me dio la oportunidad de refrendar lo que muchos sabemos: Dinamarca está muy lejos. La distancia geográfica se puede salvar, pero la distancia que hay entre la existencia de un verdadero Estado de bienestar y un Estado meramente nominal, es imposible.

El sistema de salud mexicano es una prueba de irrefutable contundencia.

San Juan del Cohetero, Coahuila, 1955. Músico, escritor, periodista, pintor, escultor, editor y laudero. Fue violinista de la Orquesta Sinfónica de Coahuila, de la Camerata de la Escuela Superior de Música y del grupo Voces y Cuerdas. Es autor de 20 libros de poesía, narrativa y ensayo. Su obra plástica y escultórica ha sido expuesta en varias ciudades del país. Es catedrático de literatura en la Facultad de Ciencia, Educación y Humanidades; de ciencias sociales en la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas; de estética, historia y filosofía del arte en la Escuela de Artes Plásticas “Profesor Rubén Herrera” de la Universidad Autónoma de Coahuila. También es catedrático de teología en la Universidad Internacional Euroamericana, con sede en España. Es editor de las revistas literarias El gancho y Molinos de viento. Recibió en 2010 el Doctorado Honoris Causa en Educación por parte de la Honorable Academia Mundial de la Educación. Es vicepresidente de la Corresponsalía Saltillo del Seminario de Cultura Mexicana y director de Casa del Arte.

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