Un puente, dos orillas.
Aquí, un precipicio.
Baluarte natural,
collage de espinas.
Aún no ha pasado el tiempo
que pula sus recuerdos,
que suavice la incógnita
de todas las tormentas
que no pudo vencer,
que todavía anticipa.
Al otro hay una playa.
Mosaico diminuto
de un náufrago empeñado
en contar historias
como granos de arena.
Ha pasado por ella
inadvertido el tiempo
que dejó entre sus manos
la ansiedad del vacío.
Historias parecidas
que trazaron diferentes paisajes,
La posibilidad de los océanos
o que la sed entierre
la memoria del agua:
coser en nuestra piel
sus dos orillas.