Edna Xóchitl encendió las alarmas sobre el secuestro de niños; nadie respondió

El plagio de menores lacera a México a diario. Asociaciones civiles y organismos como la CNDH deben de mantenerse unidos para presionar a las autoridades a cumplir con las labores de búsqueda. El papel de los medios de comunicación, fundamental en este empeño

Asociaciones y medios de comunicación, unidos

A la memoria de Reyna Xóchitl González y Heriberto López, y de quienes murieron sin encontrar a sus hijos

Era la noche del 26 de agosto de 1991. Pasaba de las nueve en la colonia Ampliación Lázaro Cárdenas, Torreón. Un lunes cualquiera para la familia López González.

«Éramos cuatro niños: dos niñas y dos niños. Nunca se me va a olvidar: David, Argentina, Edna y yo», dice Edén López González, de 37 años.

Aquella noche sólo tenía siete y había salido a jugar junto con su hermana Edna Xóchitl, de ocho, y otros dos niños, mientras su padre descansaba en casa y su madre terminaba su turno en la clínica 16 del IMSS como enfermera.

Los cuatro fueron a las vías del tren, donde podían llegar como quien cruza hacia una calle más; hoy día una barda las separa de la colonia. Solían ir a jugar cerca de una antena que escalaban por diversión.

Esa noche encendieron una pequeña fogata y estuvieron ante ella un rato. Después emprendieron el regreso a casa.

Las dos niñas tomaron un camino diferente al de los niños, pero volvieron al lugar para apagar el fuego, narraría más tarde la pequeña Argentina.

«Elegimos, los dos niños, irnos por un lado y las dos niñas por otro. Ahí es donde a ellas las aborda un tipo y, pues, es donde se roba a mi hermana», cuenta Edén.

Búsqueda e indagatorias

Reyna Xóchitl González y Heriberto López, padres de Edna Xóchitl López González, la buscaron alrededor de la colonia hasta las seis de la mañana. Algunos vecinos se les unieron. Todo fue en vano.

Heriberto levantó la denuncia en una agencia del Ministerio Público adscrita al Cereso. Así se abrió la averiguación previa número 80/991.

Carlos Salinas de Gortari —entonces presidente de la República— visitó La Laguna el 5 de septiembre de 1991. Habían pasado 10 días sin saber nada de Edna. Sus padres, en compañía de familiares y amigos del trabajo, lo abordaron durante esa gira en la región.

Reyna se plantó frente al presidente y le entregó una carta en la que le pedía ayuda para ubicar a su hija.

El escrito, firmado también por sus compañeros de la Clínica 16 del Seguro Social, dejaba ver una hipótesis del motivo del rapto: «Hacemos de su conocimiento que este tipo de ultrajes a los niños están sucediendo con mucha frecuencia en esta ciudad, a quienes incluso se les han extraído órganos vitales».

La respuesta del presidente fue enviar elementos de la Interpol a Torreón, quienes llegaron comandados por Juan Miguel Ponce Edmonson, mismo que años más tarde se convertiría en director de la corporación en México. Sin embargo, de nada sirvió. El 9 de octubre de 1991, 30 días después de que la organización emprendiera la búsqueda en Torreón, La Opinión publicó una nota titulada «Fracasados en el caso de Edna Xóchitl, se fueron los agentes de la Interpol». Reyna, la madre de Edna, dijo para La Opinión que no se quedaría cruzada de brazos, que iría a la Ciudad de México y recorrería las estaciones de radio y las televisoras, que pegaría la foto de su hija por doquier para que todo mundo la escuchara: «Iré a ECO y con Silvia Pinal porque son los programas más vistos, y sé que algo bueno ha de pasar», afirmó en aquella ocasión.

Así que se trasladó a la capital y lo logró. Un episodio sobre el tema se transmitió en Mujer, casos de la vida real, el 27 de noviembre de 1991, apenas tres meses después de la desaparición. La actriz Leticia Perdigón interpretó a Reyna Xóchitl, Noé Murayama a Heriberto, y Denisse del Castillo a Edna.

Gestiones personales

La familia costeó de su bolsillo a dos investigadores privados: Jesús Arreola, alias el Arete, y Rodolfo Ordaz Santillana. Para recabar fondos hicieron rifas. Sus vecinos, amigos y familiares apoyaban de vez en vez.

Colocaron urnas afuera de Peñoles y los compañeros de Reyna, de las clínicas, 16, 18 y 71 del IMSS, aportaban lo que podían cada pago de quincena.

Incluso, recuerda Edén, el futbolista Ramón Ramírez —en ese entonces jugador del Santos Laguna— les regaló un jersey con su número para que lo subastaran.

Pero la investigación privada tampoco llevó a nada en concreto. Hacia finales de mayo de 1992 los padres de Edna prescindieron de este servicio en el que habían gastado 14 millones de pesos (unos 14 mil pesos en la moneda actual).

Heriberto y Reyna decidieron poner una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) para que la institución examinara las irregularidades de la autoridad coahuilense.

El organismo emitió la recomendación 163/1992 seis días antes de que se cumpliera el primer año de la desaparición.

Con ese documento se le solicitó al entonces gobernador de Coahuila, Eliseo Mendoza Berrueto, y a la Procuraduría General del Estado que nombraran a un fiscal especial para dirigir la investigación.

El elegido fue Octavio Orellana Wiarco, notario público que fungió décadas atrás como juez de Primera Instancia del Ramo Penal en Torreón.

Aunque tampoco logró encontrar a Edna, su carrera siguió en ascenso. De 2000 a 2006 fue director del Instituto Superior de Estudios de Seguridad Pública de Coahuila y en marzo de 2007, durante la administración del expresidente Felipe Calderón, fue nombrado titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos cometidos contra Periodistas. Ocupó ese cargo hasta febrero de 2010. A su partida dejó una estela de cuestionamientos por la falta de resolución de los asesinatos de comunicadores en todo el país.

Cabe señalar que los padres de Edna no limitaron su búsqueda al territorio nacional, sino que la extendieron al extranjero. Su presencia al sur de Estados Unidos fue frecuente y medios tejanos como El Paso Times dieron seguimiento a su labor.

No obstante, al igual que las autoridades mexicanas, las estadounidenses tampoco lograron ubicar el paradero de Edna.

Culpables ficticios

«Se buscan culpables ficticios para ver si ya los papás callan un poquito, dejan de visitar lugares, medios, hablar y, pues, así tratar de tapar», sostiene Edén.

El 6 de febrero de 1992 se giró una orden de aprehensión en contra de José Luis Castañeda Ibarra, alias el Frijol, quien había sido identificado por Argentina y estaba acusado de haber asesinado a su cuñado unos días antes de la desaparición de Edna.

La policía llevó a José Luis al panteón Jardines del Carmen, ya que les había dicho que ahí enterró a la menor porque «se le había pasado la mano».

Finalmente, de las dos acusaciones que pesaban en su contra, el Frijol sólo admitió la responsabilidad de una: el homicidio de su cuñado. Sobre Edna Xóchitl, aseguró que todo lo que había declarado era falso.

Otro nombre que sonó como presunto culpable fue el de Arturo Bárcenas Pérez. La policía lo capturó en septiembre de 1991 en Gómez Palacio porque sus características coincidían con las del retrato hablado que se tenía del responsable. 

Dos días después de su arresto, este hombre declaró que raptó a otras niñas y terminó por fingir demencia. A partir de las incoherencias en sus declaraciones, la PGR determinó que él no era el verdadero culpable.

También en septiembre de 1991 fue aprehendido José Díaz Pérez. Una mujer lo denunció porque intentó llevarse a su hija de 10 años. Lo atraparon en la colonia La Dalia, situada a un costado del sector habitacional donde Edna desapareció. Al igual que el Frijol, fue identificado por Argentina como el sujeto que se llevó a su amiga. Él optó por declararse demente.

Investigación a destajo

La CNDH pidió a la Secretaría de Gobierno del Estado de Coahuila un informe sobre el caso. La dependencia respondió con un documento fechado el 30 de junio de 1992 y firmado por el entonces secretario Felipe González Rodríguez, donde se consignaba que las autoridades habían obrado correctamente.

«La Procuraduría de Justicia ha integrado debidamente los expedientes correspondientes a la investigación policíaca, a la averiguación previa y a los datos personales de la niña secuestrada […] Esta Secretaría de Gobierno ha podido constatar que en el ejercicio de sus funciones ese órgano ha cumplido cabalmente con sus responsabilidades».

Nada más alejado de la realidad. La CNDH corroboró que muchas de las investigaciones a las que hacía referencia el informe fueron realizadas por los padres de Edna con sus propios recursos.

El organismo documentó más irregularidades. Por ejemplo, que José Luis Castañeda Ibarra, el Frijol, principal sospechoso, en su declaración mencionó a dos cómplices que no fueron rigurosamente investigados. Mientras que otros señalados, como Arturo Bárcenas Pérez y Mario González, la Lagartija, aportaron datos que requerían una investigación profunda y tenían antecedentes de robo de menores sobre los cuales no se indagó.

Por otra parte, la denuncia que Heriberto, padre de Edna, levantó al día siguiente de la desaparición no fue ratificada ni complementada con la declaración de Reyna ni con las de los niños que esa noche de agosto de 1991 jugaban con su hija.

La averiguación previa no contó con peritajes, inspecciones, testimoniales, estudios de la familia, vecinos y amistades, lo que impidió la consignación de los presuntos culpables.

La CNDH también aclaró que los informes de la Policía Judicial no tenían secuencia lógica, pues carecían de fecha. Y que la reconstrucción de los hechos se hizo el 6 de septiembre, 11 días después de que Edna desapareció, pero ni siquiera estaba documentada, sólo existían algunas fotos. Para la comisión estaba claro que había desorganización, falta de sistematización y descuido.

«No existe un expediente debidamente integrado, pues les fue mostrada (a los enviados de la CNDH) durante su visita a la Subprocuraduría del Estado en la ciudad de Torreón, Coahuila, una cantidad de hojas dispersas que carecían de folio, firma, fecha, cronología, continuidad y otros elementos que son imprescindibles en la conformación de toda indagatoria».

Hasta el último aliento

«Tu padre acaba de morir. Beto nunca se cansó de buscarte. Agotó, junto con tu madre Reyna, todas las pistas que han tenido a su alcance, por muy simples y lejanas que estas sean, sacrificando de cuanto han podido contar con la esperanza de encontrarte».

Así comienza la carta que José Guadalupe López Domínguez, abogado amigo de la familia, le escribió a Edna tras la muerte de su padre y que publicó en El Siglo de Torreón.

Heriberto falleció de tuberculosis pulmonar el 1 de julio de 1998. Tenía 41 años. Un lustro antes, en agosto, había dicho para la extinta revista lagunera Adelante: «Es una angustia que mata no saber dónde está mi hija, es como morir poco a poco».

Reyna, ya viuda, todavía emprendió una última búsqueda en 2004. Partió a Ciudad Juárez tras ciertas pistas que le habían dado y resultaron ser infructuosas.

«Regresamos a Torreón. (Ella) llega deprimida, un poco cansada, y de ahí empieza la fase terminal en la que acaba hospitalizada», cuenta Edén.

«Yo pienso que el cáncer fue por esa profunda tristeza de siempre; se te instala como un estado de vida, como que es ya parte de ti y no te la puedes quitar de encima», explica Lupita Vaquera Villanueva, amiga de Reyna.

Rememora que la visitó en su casa, poco antes de que fuera hospitalizada, pero ya había perdido lucidez, pues le contaba que Edna había ido a verla.

Lupita estuvo junto a Reyna en su última noche en el hospital, donde le seguía diciendo que Edna había ido, que la mirara porque ahí estaba, muy bonita, que viera cómo se había puesto.

«Y fue esa noche, para amanecer, que terminó. Quiero pensar que en lo último ella estuvo feliz».

Reyna Xóchitl González falleció el 30 de julio de 2004 por un cáncer cervicouterino en la clínica 16 del Seguro Social, el lugar en el que trabajó gran parte de su vida. Tenía 46 años.

Memoria y fe

Han pasado tres décadas sin Edna Xóchitl. Después de la muerte de sus padres, Edén hizo una pausa en la búsqueda para salir adelante con su hermano. Dice que nunca ha dejado de querer a Edna y mantiene la esperanza de encontrarla.

«Yo, en lo personal, siempre he tenido mi fe puesta en que algún día la voy a volver a ver. Espiritualmente, ellos (mis padres), estando arriba, a lo mejor ya la vieron, ya saben dónde está».

Puntualiza que ahora, a 30 años, sólo puede decir lo orgulloso que está por lo que hicieron sus padres y que aguarda por su hermana. Si acaso Edna lee esto, quiere que sepa que: «Aquí estamos para ella, que no tenga miedo en regresar, que seguimos estando donde mismo, que a lo mejor hemos crecido y tenemos otros pensamientos, pero no dejamos de creer que es parte de nuestra familia». E4


Asociaciones y medios de comunicación, unidos

En 1991 el periódico La Opinión se refería a las desapariciones de niños como un problema social que no era debidamente atendido.

El caso de Edna Xóchitl, al igual que el de José Villagrán, caló hondo en la comunidad lagunera. Sus padres tocaron muchas puertas hasta que encontraron al abogado José Guadalupe López Domínguez.

De ahí surgió, el 1 de octubre de 1992, la Fundación Pro-Localización de Niños Desaparecidos A.C. La organización puso sobre la mesa un tema que cobraría relevancia en otros estados y urbes del país como Chihuahua, Tamaulipas y Ciudad de México, donde también surgieron grupos similares.

Los medios locales hicieron frente común con la fundación; diarios, programas radiofónicos y televisivos le dieron espacio para presentar información sobre los niños ausentes.

Publicaciones de otras regiones del país, como Proceso, Muy interesante, Adelante, Custodia y El Diario de Nuevo Laredo también se sumaron.

Un desplegado publicado en octubre de 1993 en El Siglo de Torreón da cuenta de las actividades de la organización en su primer año, entre las que destaca la alianza que logró con la Vanished Children’s Alliance de San José, California. Se trata de la asociación más antigua en Estados Unidos en la materia y fue reconocida incluso por el Departamento de Justicia de aquel país.

También resalta que las desapariciones documentadas por la fundación fueron adaptadas para el programa televisivo Mujer, casos de la vida real, y la presencia de los padres en emisiones como Y… Usted ¿qué opina? con Nino Canún, y 60 minutos con Jaime Maussan.

Como muestra del terreno ganado en la materia, Edén —el hermano de Edna— conserva un reconocimiento que Dan Morales, fiscal General de Texas de 1991 a 1999, le entregó a su madre Reyna Xóchitl por su respaldo en la implementación de mecanismos relacionados con el secuestro de menores a nivel internacional.

La asociación permaneció activa en la década de los 90 y es referente en la organización social para la búsqueda de personas desaparecidas. Desafortunadamente, hoy pocos la recuerdan y hasta es ignorada en informes especializados en la materia. E4

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