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Bajo el imperio del menor esfuerzo, no cualquiera tiene la virtud de juzgar, primero, a su propio proceder, y después actuar en consecuencia

Quejarse tiene un valor específico. Quejarse y actuar constructivamente es invaluable.

Lo fácil, lo seductor, lo de casi todos es hablar con ansia viperina y por sistema. Lo de otros es el señalamiento ácido, según evidencias, pero no cualquiera tiene la virtud de juzgar, primero, a su propio proceder, y después evaluar a otros con ecuanimidad, con fundamento y, como consecuencia, con acciones útiles. Acciones de progreso. Aportes inmediatos.  

Cuántos señalan lo que, en efecto, es el resultado de interminables disfunciones de los sistemas educativos públicos y privados. La maraña de problemas en el tema es muy espinosa. Sin embargo, una pregunta llama al doble razonamiento: cuántos de los quejosos del pésimo nivel educativo en México buscan educarse y educar. Maneras existen en abundancia, mas no, así, la voluntad. Ni el ánimo. Menos la fe. Sintomatología crónica de la posmodernidad. El imperio del menor esfuerzo y una desilusión sin orillas.

Por fortuna, la dialéctica nos subraya que es inevitable, siempre, la contraparte. O, en otras palabras, como tiernamente fue escrito por León Gieco en su canción «Vida», interpretada a dúo con Gianni Morandi: «Ma la sofferenza tocca il limite e cosi cancella tutto e rinasce un fiore sopra un fatto brutto/ «El sufrimiento tiene un límite. Dios cancela todo. Hace brotar flores sobre barro y lodo». Es decir: de frente a la falta de oportunidades educativas tuvo que aparecer una antítesis. Un horizonte formativo amplio, fresco, casi increíble.

Con la misma tecnología que puede entorpecer nuestras capacidades intelectuales y emocionales —los temas de la ciberadicción y la infoxicación son obligados— sí es posible nutrir la criticidad y elevar la calidad del espíritu sensible. En ese mismo espacio virtual donde millones extravían su potencial creativo, otros pueden reencontrarlo. Es cierto, y muy lamentable, que cada vez son más los usuarios obnubilados por Internet. Pero ahí están otros, los usuarios que sí son liberados por y gracias a la Red. Son los humanistas de este tiempo de severa contingencia de salud mundial —amantes del saber de cepa— los que sienten en neurona y piel propias, y actúan con firme consecuencia. Ni un paso menos. Es parte de su autenticidad académica. De su profundo respeto por el otro y por el ejercicio del conocimiento.

Estudiar en Harvard ya no es para la «élite de élites». Tampoco sucede eso al pensar en el Massachusetts Institute of Technology, (MIT). Estos dos titanes de la educación a nivel superior decidieron compartirse al mundo, a nuestro planeta, cada vez más marginador y en riesgo. Vieron el ciberespacio como lugar idóneo para educar a nivel intercontinental. Sumaron poder y resignificaron el proceso de enseñanza-aprendizaje tradicional, presencial, a través de la fundación edX. (www.edx.org).

Sin pago de inscripciones, sin pago de colegiaturas. Necesario repetirlo y, quizá así, convencer a varios de ingresar. Es real: Harvard y el MIT sin pago de inscripciones, sin pago de colegiaturas. Una lap top o tableta, energía eléctrica y las competencias del usuario son los tres elementos base. Quizá el último, incluso el año pasado, 2019, hubiera sido el más difícil de disponer. Hoy la COVID-19 es escrita con «C» de ciencias de la computación.

La puerta virtual de la educación de calidad está abierta en las dos universidades fundadoras y su alianza tiene múltiples ramificaciones. Otras instituciones de educación superior y varios organismos educativos, públicos y privados, fortalecen la oferta de cursos virtuales. No están incluidas carreras o posgrados por completo, pero, al ver los alcances de los temas en edX, no es difícil creer que ese paso será una obligatoriedad en el marco de la Enseñanza Remota de emergencia (ERE).

Aclara la página de Internet de edX: «Creemos en la educación de alta calidad tanto en línea como en el salón de clases. EdX fue creada para estudiantes e instituciones que buscan transformarse a través de tecnologías de punta, pedagogías innovadoras y cursos rigurosos. A través de nuestros compañeros institucionales, el “xConsortium”, a través de otros miembros que son líderes globales, presentamos lo mejor en materia de educación en línea, ofreciendo la oportunidad a cualquiera para alcanzar sus metas, desafiarse y crecer. Nuestros objetivos, sin embargo, van más allá de ofrecer cursos y contenidos. Nos dedicamos a investigar todos aquellos temas que nos permitan entender cómo aprenden nuestros estudiantes, cómo la tecnología puede transformar el aprendizaje y las mejores formas de enseñar dentro y fuera de nuestros campus. Somos innovadores y nos dedicamos a experimentar. Por eso queremos compartir lo que descubrimos. La plataforma edX está disponible como fuente abierta. (…) Nuestra meta es ser una fuente de conocimiento líder para estudiantes y para el aprendizaje alrededor del mundo expandiendo el acceso a la educación para todos, mejorando la educación y el aprendizaje en nuestros campus y en línea, y mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje a través de la investigación. Nuestros principios son cuatro: ser una organización sin fines de lucro, una plataforma virtual abierta, colaborativa y financieramente sustentable. EdX tiene su base en Cambridge, Massachusetts y está dirigida por MIT y Harvard» (www.edx.org/about-us).

Actualmente, son más de mil los cursos ofertados por edX. Cualquier usuario de Internet puede acceder a ellos. La mayoría son ofrecidos en inglés, pero también existen alternativas en español, francés, turco y mandarín. Algunos ejemplos son los siguientes: Vía Berkley, «La ciencia de la felicidad», «Interfases electrónicas», «Inteligencia artificial». Vía Harvard, «Introducción a las ciencias de la computación», «Fundamentos de neurociencia», «La revolución de Einstein», «Poesía americana: Emily Dickinson». Vía Cornell, «La ética de la alimentación». Vía Notre Dame, «Aprendiendo a amar a la estadística». Vía Tsinghua, «Inglés conversacional», «Introducción a la sicología». Vía Austin, «Álgebra lineal». Vía Pekín, «Gramática china». Vía Smithsonian, «Objetos que definen a América». Vía Bombay, «Termodinámica». Vía MIT, «Mecánica clásica y avanzada», «Circuitos y electrónica», «Desafíos de la pobreza global», «El sueño americano para la siguiente generación». Vía Louvain, «Principios financieros». Vía Universidad de Chicago, «Temas críticos de la educación urbana». Vía Universidad de Valencia, «Valoración de futbolistas con el método AHP», «Dispositivos móviles para la gestión del territorio». Vía Universidad de Washington, «Ayuda a los niños a través de conductas positivas», «Introducción a la comunicación en público». Vía Kyoto, «La química de la vida». Vía Adelaide, «El mundo del vino: de la uva a la copa». Cabe destacar que, Vía la Universidad Autónoma de México, actualmente está disponible en edX con el curso «Trasplante de órganos: desafíos éticos y jurídicos».

Los antecedentes de edX no datan de mucho tiempo atrás. Comienzan con el maestro Dave Cormier en la Universidad de Utah, en 2007, «cuando el número de inscritos a su curso “Connectivism and connective knowledge” aumentó a casi 2 mil 300 estudiantes» y tuvo la necesidad de acuñar el término MOOC («Massive Open Online Course», traducido al español como CEMA, «Curso en línea masivo y abierto»). En 2011, en la Universidad de Stanford, otro esfuerzo similar de educación abierta matriculó a 160 mil personas. Hoy en día, Iberoamérica cuenta con propuestas importantes en Argentina, España, Brasil. México, como fue expuesto, se suma de manera paulatina (es.wikipedia.org/wiki/MOOC).

Un comentario más. Vía Georgetown es ofrecido por edX el curso «La divina comedia: el viaje de Dante a través de la libertad». Parte de sus contenidos fueron no sólo materia para la elaboración de esta columna, sino de las tres anteriores. El nivel de producción de contenidos escritos para el curso, sus videos, sus audios, las imágenes son sobresalientes. Un claustro de especialistas en la obra de Dante acompaña al usuario, mientras que la matrícula de casi mil estudiantes alrededor del mundo cuenta con plataformas de interacción social permanentes. El nivel de dificultad es elevado y, por ello, congruente con el prestigio de la institución educativa que lo certifica. No es posible avanzar sin haber leído. Las herramientas de reconocimiento del aprendizaje están diseñadas de manera puntual. El nivel de discusión así lo amerita. Y es una delicia.

El usuario, en el caso del curso de «La divina comedia», así como en cientos más, tiene la posibilidad, si así lo desea, de contar con un diploma certificado por la universidad que lo recibió como alumno virtual. Pero también le brinda la libertad de estudiar, con mentalidad abierta y evolucionada, por el mero placer de hacerlo. Los antecedentes de los maestros que intervienen en el curso son de peso global. Todos ellos están al alcance de un correo electrónico, de un mensaje en los canales de edX. En el curso de «La divina comedia», unos maestros son especialistas en etnomusicología medieval; otros, en asuntos de cultura italiana de la etapa oscurantista; aquel más, es maestro de coro invitado en Georgetown gracias a su acentuación en los cantos de la obra de Alighieri; varios profesores, expertos en literatura, cultura y sociedad. Todos en línea, en videos finamente producidos, con tecnología de primer nivel. Contenidos que parecen ser parte de un auténtico cuento de hadas escolar.

Quejarse de los alcances de la oferta educativa en México es comprensible. Las otrora deficiencias de los sistemas educativos, en no pocos casos, han derivado en un «apruébalos como sea», «todos tienen que pasar el curso», «ningún profesor se conecta», «los alumnos boicotean las sesiones en línea», pero no todo va a la deriva. Al caos le acompaña el orden; a la pérdida, ganancia; al señalamiento sin sustento, la evaluación con acción fundamentada. Tomar un curso en edX es una alternativa accesible, atractiva, diversa, de calidad. Otra vez: sin cobro de inscripciones y sin cobro de colegiatura. Fórmula casi mágica de ganar-ganar.

Alguien comentaba, «¿Quieres ser un león? Entrena con leones». ¿Queremos fieras en la educación? Tengamos valor y demos el click más contundente. Como feroz rugido que retumba por el ciberespacio y reverbera en la tierra.

A ver. Actúa. Aquí y ahora mismo. Cliquea y marca la diferencia: www.edx.org.

Columnista y promotora cultural independiente. Licenciada en comunicación por la Universidad Iberoamericana Torreón. Cuenta con una maestría en educación superior con especialidad en investigación cualitativa por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Doctoranda en investigación en procesos sociales por la Universidad Iberoamericana Torreón. Fue directora de los Institutos de Cultura de Gómez Palacio, Durango y Torreón, Coahuila. Co-creadora de la Cátedra José Hernández.

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