Tres administraciones federales han ignorado las consecuencias del desastre y, en Coahuila, los Moreira se apuraron a echar tierra sobre el tema; Riquelme, por su parte, se mueve según sopla el viento
Desde el 19 de febrero de 2006, las familias de los mineros atrapados en Pasta de Conchos han emprendido un largo caminar por el rescate de sus seres queridos.
En este andar, las familias han realizado un sinnúmero de acciones, tanto a nivel local como nacional o internacional, en las que han contado con el apoyo de personas solidarias, equipos pastorales y organizaciones de defensa de los derechos humanos, entre otros.
El andar ha sido por demás doloroso, y lograron hacer de este dolor un fuerte motor para empujar su caso y sacarlo de la mina, de la Región Carbonífera y de Coahuila para volverlo de interés nacional. Cientos de boletines de prensa, eucaristías por años afuera de las oficinas principales de Grupo México, memoriales cada 19 de febrero, plantones por meses afuera de la Secretaría del Trabajo (STPS, 2007) y del corporativo de Grupo México (2008). Cientos de entrevistas, reportajes, documentales y obras de teatro, y ocho informes sobre este y otros casos, hasta llegar a un informe sobre toda la minería del carbón y, a partir de 2013, con sus defensoras/es iniciar la vigilancia de las minas de carbón que trajo como resultado la disminución de un 97% de las muertes de mineros.
Y luego, en 2010 dieron otro gran salto al escalar el caso ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, y después de ocho muy largos años de litigio ante la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), que en febrero de 2018 dio la razón a las familias y publicó el Informe de Admisibilidad del caso, determinando que el Estado mexicano no había resuelto el caso de acuerdo con sus obligaciones.
En el momento de la admisión de caso, el Centro Miguel Agustín Pro Juárez y la Organización Familia Pasta de Conchos representaban a 48 de las 65 familias, y con esta Admisión se abría la posibilidad de una «Solución Amistosa», la cual las familias plantearon considerar solamente si el Estado Mexicano avanzaba en la obra del rescate en la mina y en esta admisión se suman 11 familias más, para finalmente representar a 59 de las 65 familias.
Es decir, el «rescate no es la solución amistosa», sino la condición para una «posible solución amistosa».
14 años han transcurrido desde la tragedia
63 cuerpos siguen sin ser rescatados
Mientras, los gobiernos federales del PRIAN, representados por Calderón y Peña Nieto, habían combatido a las familias de forma implacable para que la CIDH no admitiera el caso.
Los gobiernos priistas de Coahuila, en los períodos de los hermanos Moreira, justificaban sus ilegales acciones y su propia negligencia argumentando, que era un «asunto federal». Sin embargo, Humberto Moreira emitió actas de defunción ilegales sobre cada minero en las que, estando bajo los escombros de la mina, asentaban la hora y causas de muerte, con lo que ayudó a Javier Lozano a tramitar las pensiones que se asignaron a las familias para que no pasaran hambre porque, en el mejor de los casos, debían vivir con tres mil pesos mensuales. Luego, Rubén Moreira ocultaría la investigación que se abrió nuevamente por la entonces PGR, para mantener la protección a la empresa. Ahora, Miguel Riquelme, quien un día dice que no se debe hacer el rescate, frente al presidente aplaude la decisión federal, sin investigar lo que los Moreira hicieron a las familias.
En todos estos años, las familias han aprendido a llevar el proceso por cuenta propia, porque han sabido sobrevivir, de manera organizada, a tres presidentes, —Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto—; tres gobernadores —Humberto y Rubén Moreira, y Miguel Ángel Riquelme—; y un sinfín de alcaldes, empresarios, diputados locales y federales, senadores, periodistas y hasta sectores de la Iglesia que las combaten, descalifican, ningunean o ignoran.
Pasta de Conchos es ahora toda la Carbonífera. La presencia de las familias y de sus defensores demuestra que lo sucedido en la mina hace tantos años, es resultado de la renuncia de las facultades del Estado Mexicano frente a los empresarios y recuenta la historia de la minería del carbón en Coahuila.
Durante el siglo pasado, murieron más de tres mil mineros del carbón, y hasta el momento, aunque demostremos que es debido a la negligencia de las empresas, no se castiga a nadie, porque la vida de los mineros y sus familias no les importa, les son sacrificables en aras de sostener la extracción del mineral al menor costo, para que las ganancias sean repartidas entre los distintos poderes.
Desde 2012, en un mitin del ahora presidente Andrés Manuel López Obrador, doña Trini —madre de Raúl Villasana Cantú—, logró subirse al templete y mostrándole una foto de su hijo, le preguntó que si, «de llegar a ser presidente, haría el rescate en la mina Pasta de Conchos», y dijo que sí. De ese compromiso somos testigos en todo Coahuila y todo México. Significa que, por primera vez, al abrir la mina Pasta de Conchos, podremos abrir todo lo que han hecho y les han hecho a los mineros y sus familias, no solo en esta mina, sino en toda la región carbonífera, aún más, como dijo la CIDH en el informe de admisión, se han violado los derechos económicos sociales y culturales, no solo de los mineros de Pasta de Conchos y de la minería del carbón, sino de todos los mineros del país.
Salimos de la mina para llevar el caso fuera del control de la Carbonífera y del Estado de Coahuila. Lo hicimos un tema nacional, y al acudir a la CIDH, es ahora un tema internacional, para después de 15 años volver a la mina y que desde ahí se restablezcan las facultades del Estado Mexicano en el control del modelo extractivo de las empresas, de modo que la vida de los mineros del carbón y de todos los mineros del país, se respete y valore por encima de las ganancias.
No hemos terminado. Aún caminamos para evitar que en cuevas y pozos de carbón peligrosos y precarios a los que la Comisión Federal de Electricidad les compra carbón —de la misma manera que lo hacía el Gobierno de Coahuila—, dejen de operar de manera definitiva. El camino que debemos recorrer aún se ve largo, pero como dicen las familias, estamos alcanzando un final que, aunque hay días que parece alejarse, tenemos la fuerza y voluntad para no claudicar.
El rescate va, como dicen las familias, y con ello, esperamos que también se rescate la región carbonífera de Coahuila y, esperamos, nos sigan acompañando. E4