El ascenso de la izquierda en AL; polos: extremismo y gradualidad

Bukele acusa de corruptos y asesinos a exjefes de Estado

La izquierda está de plácemes en Latinoamérica. Las victorias, apenas este año, de Gabriel Boric, en Chile; Xiomara Castro, en Honduras; Gustavo Petro, en Colombia; y el posible regreso a la presidencia de Luiz Inácio Lula, en Brasil, así lo demuestran. El bloque se fortalece y sus representantes observan al norte, donde la ideología de derecha y el máximo representante del neoliberalismo, Estados Unidos, los sigue con atención.

Sin embargo, esta mirada difiere según el Gobierno que la emita. Mientras las rancias dictaduras que perduran en Cuba, Nicaragua y Venezuela, anquilosadas tras años de censura y opresión contra sus pueblos, mantienen un discurso belicista, propio de la extinta guerra fría, otras naciones buscan imprimirle un aire más fresco y democrático que favorezca a los desposeídos, sí, pero buscando desarrollo y soluciones ahí, donde otros solo encuentran fantasmas y enemigos, conscientes de que el siglo XXI ya dejó atrás la polarización y las utopías marxistas-leninistas.

Son 11 Gobiernos de izquierda los que prevalecen al sur del Río Bravo y pudieran ser 12 si Brasil le da otra oportunidad a Lula, en las elecciones del 2 de octubre. Las encuestas dan como favorito al representante del Partido de los Trabajadores quien, según el promedio de indagaciones realizado por El País, una semana antes de las elecciones, llevaba 10 puntos de ventaja sobre el actual presidente Jair Bolsonaro, del Partido Liberal.

Lula, condenado por corrupción en el caso Lava Jato, vio su sentencia anulada por la Corte Suprema a causa de problemas procesales, no por el fondo de las acusaciones, y ya prometió durante su campaña implementar una nueva legislación laboral de amplia protección social para todas las formas de ocupación, incluidos los trabajadores mediados por apps y plataformas. Además, combinará la educación universal de calidad, la investigación científica y tecnológica básica, la innovación y la inclusión social al recomponer fondos y organismos públicos como el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico.

«Vamos a hacer una revolución sin necesitar comprar un arma, sin dar un tiro. Nuestra revolución es comprando libros», aseguró Lula, con lo cual deja en claro que su izquierda apunta al progreso nacional, no a la confrontación internacional.

Talón de dictadores

Cuba, Nicaragua y Venezuela son los máximos exponentes de la izquierda extremista y dictatorial en la región. En estas tres naciones se acumulan las principales deficiencias de la ideología que representan. Léase: violación de los derechos humanos, falta de libertad de expresión y la perpetuidad en el poder.

Desde 1959, con el triunfo de la Revolución Cubana, los habitantes de la mayor de las islas Antillas solo han conocido cinco mandatarios. Manuel Urrutia Lleó, quien ocupó el cargo de presidente solo seis meses; Osvaldo Dorticós Torrado que hizo lo mismo de manera simbólica desde 1959, tras la renuncia de Urrutia, hasta 1976, cuando la nueva Constitución cubana eliminó la figura de «presidente» —es válido advertir que a estos dos personajes muy pocos cubanos los recuerdan—; Fidel Castro Ruz, verdadero mandatario por 49 años, desde febrero de 1959, al proclamarse primer ministro de Cuba, hasta 2008, cuando lo sucedió su hermano Raúl, encargado de mantener su doctrina otros diez años. Hasta que, en 2019, Miguel Díaz-Canel asume la presidencia. Un hecho inédito pues se trataba, en ese momento, del primer civil que no formaba parte del Ejército Revolucionario. Sin embargo, el cambio de estafeta no significó mejoras en la democracia cubana. A la hora de asistir a las urnas, los cubanos siguen obligados a votar por un solo partido: El Partido Comunista de Cuba.

Todo asomo de oposición es rápidamente neutralizado por el régimen. Así sucedió el 11 de julio de 2021 cuando miles de ciudadanos salieron a las calles para exigir mejores condiciones de vida en el marco de la peor crisis económica que ha vivido el país desde la caída del bloque socialista, con una enorme escasez de medicamentos y productos de primera necesidad. El Gobierno respondió a las manifestaciones con violencia, detenciones y censura. El número exacto de personas privadas de su libertad se desconoce, pero los cálculos más conservadores apuntan a unas mil quinientas.

En Nicaragua la necesidad de mantenerse en el poder es igual de inobjetable. El presidente Daniel Ortega, otrora enemigo acérrimo de la dinastía Somoza, hoy parece su copia fiel. El triunfo de la Revolución Sandinista y el ascenso al poder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), convertido en partido político luego de ser guerrilla, no cambió el sistema represivo nicaragüense. Desde que Ortega recuperó la presidencia el 10 de enero de 2007 —antes la mantuvo por un solo mandato de 1985 a 1990— ya no estuvo dispuesto a volverla a perder.

«La violencia ha sido mala madre en Nicaragua, la violencia ha generado nuevas tiranías siempre, las revoluciones siempre han creado nuevos caudillos y otra vez a luchar contra ese caudillismo, la pretensión de quedarse en el poder para siempre».

Sergio Ramírez, escritor

Poco antes del 7 de noviembre de 2021, cuando se llevaron a cabo las más recientes elecciones presidenciales en esta nación centroamericana, la Policía Nacional de Nicaragua detuvo, al menos, a 34 políticos opositores y activistas, entre ellos siete precandidatos presidenciales que por tal motivo no pudieron inscribirse en el proceso. Con el camino libre, Ortega obtuvo el 75% de los votos y blindó un quinto mandato.

Mientras Cuba y Venezuela se apresuraron a felicitar al sandinista por el resultado obtenido, otros países se negaron a hacerlo. Entre ellos, Estados Unidos, cuyo presidente, Joe Biden, afirmó que las elecciones habían sido una «pantomima ni libre, ni justa, y ciertamente, no democrática». Tampoco reconocieron la victoria de Daniel Ortega la Unión Europea, España y Alemania. Incluso un Gobierno de izquierda, el del peruano Pedro Castillo, afirmó que los comicios en Nicaragua no fueron «libres, justos y transparentes».

El escritor nicaragüense Sergio Ramírez —Premio Miguel de Cervantes 2017— se vio forzado a abandonar su país a sabiendas de que el Gobierno iría tras él como parte de la persecución del régimen contra los opositores. Y no se equivocó. El 8 de septiembre, tres meses después de haber partido a Costa Rica, el Ministerio Público acusó a Ramírez de «realizar actos que fomentan o incitan al odio y la violencia» y emitió una orden para su captura.

Por su parte, Nicolás Maduro heredó la presidencia de Venezuela tras la muerte de Hugo Chávez, el 5 de marzo de 2013 y, desde esa fecha, el país ha ido de mal en peor. Ni siquiera sus enormes yacimientos de petróleo han podido salvar su economía. Acorde al índice anual de miseria 2021 —elaborado por Steve Hanke, académico de la Universidad Johns Hopkins— y cuya estadística se determina a partir de la suma del desempleo, el interés y la inflación menos el incremento en el PIB per cápita, Venezuela ocupa el segundo puesto en una lista de 156 países. Lo cual, increíblemente, representa una mejoría porque de 2015 a 2021, estuvo en primer lugar. La causa de este progreso se debe a la disminución de su inflación, de 3 mil 713% a 686%. ¿Quién ocupó entonces el puesto del país con más miseria en 2021? Cuba.

Para más inri, la organización Reporteros Sin Fronteras ubica a estas tres naciones entre las cuatro peores de Latinoamérica en su Clasificación 2022 de la Libertad de Prensa (conformada por 180 países). Venezuela ocupa el puesto 159; Nicaragua, el 160, Honduras, el 165; y en último lugar Cuba, en el escaño 173.

Tono democrático

Con otra perspectiva trabajan las izquierdas enarboladas por México, Chile y Colombia. Con el eslogan «Primero los pobres», Andrés Manuel López Obrador dejó en claro desde su toma de posesión qué camino seguiría. La Cuarta Transformación pretende sacar a México de la ruta neoliberal para encarrilarla a otra vía más humanista. Ello, sin embargo, lo ha obligado a enfrentar críticas tanto dentro como fuera de las fronteras. Quizás la más reciente polémica fue en junio de este año cuando decidió no asistir a la IX Cumbre de las Américas, que tuvo lugar en Los Ángeles, EE. UU., para mostrar su solidaridad con los Gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, que no fueron invitados por La Casa Blanca. Afortunadamente, López Obrador y Joe Biden tuvieron una junta un mes después, donde aprovecharon para limar asperezas y discutir temas de interés mutuo, como la migración y la estrategia en el combate contra los carteles de la droga.

«Deseo que el pueblo siempre tenga las riendas del poder en sus manos. El pueblo pone y el pueblo quita, y es el único soberano al que debo sumisión y obediencia».

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México

En Chile una izquierda juvenil se gesta a partir de la llegada de Gabriel Boric, un millennial de apenas 36 años, que busca romper toda conexión con el dictador Augusto Pinochet. Sin embargo, su primera tentativa terminó en fracaso. Acoplado al sentir de la mayoría —78%— que el 25 de octubre de 2020, tras celebrarse un plebiscito nacional, decidió aprobar el cambio a la Constitución, que fue redactada en 1980 bajo el régimen militar de Pinochet, Boric celebró un referendo para decidir si aprobaban la propuesta de una nueva Constitución redactada por su Gobierno. El resultado no fue el esperado. Casi el 62% de los votos rechazó la iniciativa.

Para seguir adelante, Boric tuvo que mover sus cartas, reestructurar su gabinete y darles entrada a figuras de centroizquierda tradicional a su Administración. Un paso que el propio presidente calificó como «uno de los momentos más difíciles que me ha tocado enfrentar políticamente».

A pesar de este primer revés, María Paz Santibáñez, quien fuera agregada cultural de Chile en París durante la presidencia de Michelle Bachelet, se dice esperanzada con el nuevo Gobierno. «Boric es lo mejor que le ha pasado a Chile, lo que no quita que hay sectores de derecha y de extrema derecha que le van a seguir haciendo la vida imposible. Hay que estar atentos, dejar esa ingenuidad de los principios. No significa abandonarlos, pero no hay que ser ingenuos: hay mucha maldad, la misma que derrocó a Salvador Allende o que no permitió a Bachelet hacer todo lo que esperaba».

El gran espaldarazo a la izquierda latinoamericana llegó desde Colombia —donde siempre había prevalecido la derecha—, con la victoria el 19 de junio de Gustavo Petro, exmilitante de la guerrilla M-19, que dejó a la sociedad colombiana dividida en dos sectores con sensibilidades políticas y modelos de país antagónicos, tras propinarle un duro golpe a la clase política dominante y conservadora del país.

El triunfo de Petro representa un nuevo motivo de preocupación para Estados Unidos que históricamente ha tenido en Colombia a su aliado más fiel dentro de Latinoamérica. Este año, a diferencia de los anteriores, marcados por el Uribismo, Washington se ha sentado a ver cómo el nuevo mandatario extiende la mano a su país vecino, Venezuela, y restablecen relaciones diplomáticas para fortalecer, aún más, la izquierda en la región. E4

Países gobernados por la izquierda en Latinoamérica

País     Presidente Partido
Argentina             Alberto Ángel FernándezPartido Justicialista
BoliviaLuis Alberto ArceMovimiento al Socialismo
ChileGabriel Boric Font Convergencia Social
ColombiaGustavo Petro UrregoColombia Humana
CubaMiguel Díaz-Canel BermúdezPartido Comunista de Cuba
HondurasXiomara Castro SarmientoPartido Libertad y Refundación
México Andrés Manuel López ObradorMorena
NicaraguaDaniel Ortega SaavedraFrente Sandinista de Liberación Nacional
PanamáLaurentino Cortizo CohenPartido Revolucionario Democrático
Perú     Pedro Castillo TerronesPerú Libre
Venezuela Nicolás Maduro MorosPartido Socialista Unido de Venezuela

Bukele acusa de corruptos y asesinos a exjefes de Estado

El mandatario salvadoreño fustiga a quienes cuestionan sus aspiraciones reeleccionistas. Entre ellos, Vicente Fox y Felipe Calderón

Quizás sea Nayib Bukele, presidente de El Salvador, el representante de la izquierda latinoamericana que más preocupe hoy en día. Desde su ascensión al poder en 2019, no ha quedado clara su posición política, más cercana al populismo que a la democracia. Si bien Bukele procede de las filas del revolucionario Frente Farabundo Martí de la Liberación Nacional, ganó las elecciones como candidato de Nuevas Ideas, partido integrado en la conservadora Gran Alianza por la Unidad Nacional.

«Una carta firmada por corruptos, saqueadores y algunos de ellos, hasta asesinos. Todos odiados por sus pueblos. Me preocupa mucho si recibiera su apoyo. Gracias a Dios, no es así».

Nayib Bukele, presidente de El Salvador

Su Gobierno ha estado marcado por continuas crisis políticas, críticas por su manejo de la pandemia por COVID-19, y el aumento de la violencia que provocó decretar un régimen de excepción que consolidó la captura de más de 51 mil pandilleros que hoy atestan las cárceles de El Salvador.

Bukele atrajo los reflectores de la comunidad internacional cuando anunció el 15 de septiembre que será candidato a la presidencia en las elecciones de 2024, a pesar de que la reelección inmediata está prohibida por la Constitución salvadoreña.

Ante esta tentativa, la organización Idea Democrática de España y las Américas emitió un posicionamiento en el que calificó de «grave» las intenciones de Bukele. La misiva, firmada por 21 exjefes de Estado y de Gobierno de España y Latinoamérica —incluidos los expresidentes mexicanos Vicente Fox y Felipe Calderón— afirma que «de concretarse la pretensión del actual presidente de El Salvador, consideramos se estará en presencia, como lo indica expresamente en su artículo 20 la Carta Democrática Interamericana, de “una alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático».

El presidente salvadoreño respondió de inmediato, a través de sus redes sociales, que quienes emiten dicho posicionamiento son personas de nula capacidad moral.

«Una carta firmada por corruptos, saqueadores y algunos de ellos, hasta asesinos. Todos odiados por sus pueblos. Me preocupa mucho si recibiera su apoyo. Gracias a Dios, no es así», expresó.

A pesar de ser criticado por sus posturas radicales, encuestas como la realizada por Cid Gallup, le otorgan a Bukele un 91% de popularidad. E4

Firmantes de la carta

  • José María Aznar, España
  • Felipe Calderón, México
  • Vicente Fox, México
  • Eduardo Frei, Chile
  • César Gaviria T., Colombia
  • Andrés Pastrana, Colombia
  • Lucio Gutiérrez, Ecuador
  • Osvaldo Hurtado, Ecuador
  • Jamil Mahuad W., Ecuador
  • Mauricio Macri, Argentina
  • Nicolás Ardito Barletta, Panamá
  • Mireya Moscoso, Panamá
  • Ernesto Pérez Balladares, Panamá
  • Jorge Tuto Quiroga, Bolivia
  • Miguel Ángel Rodríguez E., Costa Rica
  • Óscar Arias S., Costa Rica
  • Luis Guillermo Solís R., Costa Rica
  • Julio María Sanguinetti, Uruguay
  • Luis Alberto Lacalle H., Uruguay
  • Juan Carlos Wasmosy, Paraguay
  • Federico Franco, Paraguay

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

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