Yo, que me he dedicado en cuerpo y alma al mundo de los palíndromos, fui inquirido de amable modo por Pepe Ramírez, gran palindromista y poeta:
«Oye, Gil, ¿cuál es tu mejor palíndromo?». Reconozco que la pregunta me dejó perplejo.
Argumenté los títulos de mis libros: sorberé cerebros, efímero lloré mi fe o a la gorda drógala. También el palíndromo salaz: «a dama madura da ruda mamada».
Y me respondió contundente e incontestable. Gil, no le des vueltas, tu mejor palíndromo es éste:
«Os reto, late Prado así: rosa cara no dará poeta; flor olfateó para donar acaso risa o dar pétalo terso». Confieso que me sembró un saludable desconcierto.
¿Por qué? Porque arguyó: extensión excelente, congruencia semántica y, sobre todo, poesía. El alma irreprochable de la poesía.
Dicen los que conocen el mundo de los deportes, del rey de los deportes que es el beisbol, que contra la base por bolas no hay defensa.
Humildad proviene de humus que es tierra.
Mi gratitud sin orillas a Pepe Ramírez porque, además, agregó «gracias a ese palíndromo yo me hice palindromista».
¡Que Dios reparta suerte! E4