Friedrich Hegel estableció que la historia se repite. Carlos Marx retomó la frase y le añadió algo importante: sucede una vez como tragedia y otra como comedia («El 18 brumario de Luis Bonaparte»). Lo retomo, no en su significado trágico, sino aplicándolo a nuestra realidad mexicana, en especial a la coahuilense.
Somos testigos de cuestiones interesantes. Empiezo con la prensa. Imposible olvidar que a Francisco I. Madero lo hizo pedazos la prensa en su corto mandato. No satisfechos, todavía siguieron burlándose de él, ya muerto. El ejercicio sigue con López Obrador. No lo defiendo, estoy hablando de un fenómeno. Si se relee ese maravilloso libro de Marx se calculará que se pasó de la tragedia a la comedia. Ambos mandatarios dieron toda la libertad a la prensa. Esto no existió nunca en el priato; un poquito bajo Vicente Fox. Las cifras de dinero entregado por expresidentes a la prensa son inauditas.
El poeta cubano Roberto Fernández Retamar estaba embelesado con Borges. Este era, sin ambages, crítico de la revolución cubana. El cubano andaba en gira por América Latina y su mayor deseo era visitar al argentino, pero tenía miedo a ser rechazado. Un amigo le consiguió la entrevista. Pensó que Borges lo echaría de su casa al conocer su nacionalidad. Intentó ser amable. Le dijo que se le veía bien, porque «la prensa dice que está enfermo». Borges respondió que la prensa tiene que decir mentiras, «si no, ¿cómo saldría?».
En estos días pudimos contemplar la liberación de María Isabel San Agustín, una indígena que pasó diez años en la cárcel sin enterarse por qué. Fue conmovedor ver sus primeros pasos en libertad y su llanto emocionado al abrazar a su hija y esposo. Habíamos conocido algo parecido. En Hidalgo, una otomí vendía sus miserias. Trataron de robarla seis judiciales. Fue a la cárcel acusada de haberlos secuestrado: ellos armados y ella pequeñita, débil. Pasó años encerrada hasta que Felipe Calderón le otorgó el perdón, con la condena del poder judicial hidalguense (todos priistas).
Hace muchos años, el gobernador coahuilense Eulalio Gutiérrez Treviño, acostumbró a amnistiar el día de Navidad a algunos reos. El licenciado Francisco Aguirre Fuentes realizaba los estudios (yo trabajaba con él). También los jueces de Coahuila condenaban el hecho. AMLO avisa que liberará presos. ¿Y por qué no? Charles de Gaulle perdonó a un prisionero de cadena perpetua: traficante y ladrón reincidente, pero no era un cualquiera, era el gran escritor Jean Genet.
Reapareció un fenómeno que se cree actual: el espionaje del gobierno a ciudadanos que considera enemigos. Hace años un periódico saltillense publicó la conversación completa entre don Raúl Vera y Nelly Herrera. ¿Cómo pudieron enterarse? Fácil: sus teléfonos estaban intervenidos. Apenas ingresó al poder estatal Humberto Moreira, se ventiló que había muchos ciudadanos vigilados en el sexenio de Martínez —más de 400—. Desde el obispo y Nelly hasta los sacerdotes Humberto González y Pantoja, don Isidro y don Javier López, varios dirigentes priistas, líderes campesinos y obreros y no pocos académicos (yo mismo). Nada sucedió. Ahora no son 400, sino 15 mil. El gran hermano nos vigila.
La consulta sobre el proceso a expresidentes surtió tema para discusiones inacabables e inacabadas. Se equivocan quienes dicen que no había experiencia de consulta. Alianza Cívica había hecho una un año atrás, también para enjuiciar a los delincuentes de cuello blanco. Recolectó 614 mil votos, si mi memoria no me engaña. ¡O sea! Ahora votamos 7 millones, enorme cifra si se tiene en cuenta que a los mexicanos no nos gusta esforzarnos. ¿Dejar la televisión, las papitas y la cerveza?, ¡jamás! ¿Levantarse en pijama al mediodía? Nada más por otro six.
Termino la lista de retornos mencionando a don Francisco Villalobos. Siempre se habló del largo episcopado del obispo Jesús María Echeverría. Don Pancho Villa lo superó, y sigue.