El sangriento golpe de Estado en Chile hace 50 años

Yo, más que otros, sé perfectamente bien que esta actitud del pueblo de México nace de su propia historia. Y aquí se ha recordado ya cómo Chile estuvo presente junto a Juárez, el hombre de la independencia mexicana proyectada en ámbito continental; y cómo entendemos perfectamente bien que, además de esta raíz común, que antes fuera frente a los conquistadores, México es el primer país de Latinoamérica que en 1938, a través de la acción de un hombre preclaro de esta tierra y de América Latina, nacionaliza el petróleo a través de la acción del general, presidente Lázaro Cárdenas

Salvador Allende en la Universidad de Guadalajara

2 de Diciembre de 1972

Los países latinoamericanos han tenido un gran vínculo histórico, han coincidido en luchas de autonomía, de libertad y en identidad de ideas. Particularmente, esa afinidad Revolucionaria encuentra estrecha similitud y coincidencia entre México y Chile. Ambos países han padecido disputas constantes contra el yugo de las oligarquías, que siguen concentrando un solo coto de poder en unos cuantos y qué, además, han originado una abismal desigualdad.

El 11 de septiembre de 1973, soldados del ejército chileno dispararon al Palacio de la Moneda en Santiago de Chile. Augusto Pinochet lideraba un golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende Gossens. De manera abrupta se acabó con la democracia de Chile y marcó el comienzo de una dictadura despiadada de 17 años.

Para muchos americanos, lo que hizo Allende fue el faro de que la redención social y política de América Latina no era un sueño inalcanzable. La elección del pueblo chileno por Salvador Allende generó esperanzas para toda América. Intereses ajenos al país, al ver que se nacionalizaba la industria del cobre, se redistribuía la tierra y se comenzó a tener control de los bancos e industrias estratégicas, descarrilaron el proyecto social de la unidad popular que, en otras palabras, era el proyecto de instaurar el socialismo por la vía democrática.

El golpe militar que se dio, con el comprobado apoyo estadounidense, sigue siendo un gran shock. Causó inmenso sufrimiento al pueblo chileno, con muertes, desapariciones y torturas; esto era un claro ejemplo de que las revoluciones y la búsqueda de la justicia social con soberanía a través de medios totalmente pacíficos y legales, nunca iba a ser tolerado por las élites reaccionarias y su apoyo internacional.

Después del artero golpe de estado, México recibió a más de 7 mil exiliados, la mayoría jóvenes conscientes de la necesidad del cambio y la transformación de América Latina; los exiliados se incorporaron a las filas de la intelectualidad y de la academia en México, en las universidades públicas y en los centros de investigación independiente, además de la vida productiva que desarrollaron. Desde allí, han contribuido generosamente al intercambio de ideas y experiencias que han nutrido a nuestra sociedad. Pero también llegaron miles de exiliados argentinos, uruguayos, brasileños entre otros, en esa cruenta década de los setenta —periodo histórico de intervención descarada—.

La defensa de la democracia, la soberanía y gobiernos legítimos contra intentos de golpe, es tarea primordial de los pueblos de cada país, pero también, es cada vez más, una misión colectiva de los que defienden ideas progresistas.

Más allá de las palabras, discursos y ofrendas, considero que el homenaje que se le puede rendir a Salvador Allende, es el de seguir luchando por sus ideales, que son los nuestros. Una verdadera independencia para América Latina que solo se alcanzará con una verdadera integración de nuestros pueblos. Sin hegemonías, sin imposiciones…

Aguascalientes, 1982. Cursó sus estudios de Licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Coahuila, posteriormente hizo sus estudios de maestría en Gobierno y Gestión Pública en la Universidad Complutense de Madrid. Labora en la administración pública estatal desde el año 2005. Es maestro de Teoría Política en la Facultad de Economía de la UA de C desde el año 2009. Ha sido observador electoral de la Organización de los Estados Americanos en misiones para Sudamérica, en la que participa como miembro de observadores para temas electorales.

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