El señuelo llamado democracia

Es que nadie gobierna mejor que nosotros y por eso debemos regresar o continuar, si hablamos de discursos creo que ya sabemos parte de lo que se viene estas elecciones para renovar la presidencia de la república. Temas rezagados de hace décadas que lo único que cambia es quien lo dice, pero una vez en el poder: o las cosas parecen complicadas o bien el sistema corrompido impide avanzar. Y mientras eso sucede, soñemos con un sistema político y democrático que no avanza, pero que sí cansa y quizá ahí está la estrategia a menores votantes más fácil de poder someter a la mayoría con base en el trabajo de las estructuras y así que todo siga igual, sin atender los grandes problemas de desempleo, pobreza, inseguridad, poco crecimiento.

Cuando un partido es opositor todo lo ve con grandes facilidades para cambiar lo que ya no funciona o dejó de ser rentable y es ahí donde en tiempos electorales piden nuevamente la confianza con un discurso gastado e incluso repetitivo de generaciones atrás. Por otra parte, si el partido desea la confianza, dirán que necesitan continuar en el poder para seguir consolidando lo que se empezó. O bien, lo mejor, algo que queda muy claro que las visiones no coinciden o simulan hacerlo, pero en realidad solo retrasan lo que se necesita, ya que los distintos partidos se aferran a trabar al opositor para que no sea el preferido en próximas elecciones y de esa manera hacerlo quedar en mal.

Este 2024 debe ser diferente y no por el hecho histórico de que en nuestra incipiente democracia llegue una mujer a ser presidenta, hay que demostrar con realidades que la sociedad está siendo escuchada y atendida y quien asuma el Poder Ejecutivo tenga la convicción y capacidad de dar un rumbo de progreso y esperanza a un país al cual no han decidido llevar a nivel competitivo de otras naciones y dejar de estar en un rezago en distintos ámbitos. ¡Qué bonito se escuchan los discursos, pero que tristes se ven las acciones! El señuelo es la democracia y la realidad —más de una vez— ha sido la incapacidad de lograr el mínimo avance de un México que sigue de pie, esperando tiempos mejores de aquellos que prometen y, después, se olvidan de las necesidades grandes para atender las necesidades personales y partidistas con el pretexto, a la postre, de decir que se hizo lo que se pudo con lo que se tiene.

Si la política es costosa, es momento de hacer reducciones importantes ya que no cumple con el servicio de calidad.

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