El sicario de López Obrador

Le dieron cuerda y ahora por su cuenta emprende su propia ruta. Dante Delgado pensaba que le utilizaba, hoy queda claro que fue al revés. El gobernador de Nuevo León, Samuel García, se apunta para ser la revelación de 2024, decidido a exterminar a la oposición; no sólo de dividirla sino de combatirla con todo. Su mayor oferta es acabar con ella, desaparecerla del mapa, el exterminio. Un Andrés Manuel López Obrador con esteroides. La oposición al paredón.

MC debería protegerse del planteamiento fascista de Samuel García y no sólo eso, ha calculado servir a López Obrador para hacer de la derrota moral de los llamados conservadores una labor de limpieza política, expulsarlos del entorno nacional. Samuel no es un Milei, el candidato argentino que convoca al voto a partir del agravio histórico real o imaginario de los abusivos e incompetentes políticos convencionales; el joven gobernador propone exterminarlos, no solo derrotarlos. Su cruzada es selectiva, no se ocupa del PVEM y PT ni de lo que representan históricamente, tampoco del hecho de que muchos del partido oficial vienen del PRI y algunos del PAN. Morena no es objeto de atención porque está a su servicio. El proyecto político de Samuel García es llevar el planteamiento de López Obrador a sus últimas consecuencias.

Resulta una paradoja que el freno de Dante Delgado y MC para contener el arrebato golpista del gobernador regio sean los legisladores locales del PRI y el PAN, que se han mantenido en línea a pesar de la intimidación, uso faccioso del poder y del intento de compra de sus votos. Los legisladores han concedido licencia a Samuel, pero en uso de sus atribuciones invocan y ejercen el derecho de nombrar al gobernador interino, decisión ya resuelta en favor de Arturo Salinas Garza, presidente del Tribunal Superior de Justicia y sujeta ahora a litigio. En todo caso debe quedar claro que en tribunales se discute la designación no el derecho del órgano legislativo a decidir; el Congreso mantendría su facultad de determinar quien habría de revisar las cuentas e impedir que el Gobierno del estado sea utilizado para impulsar la candidatura del gobernador.

Jaime Rodríguez, «El Bronco», fue imputado por desviar recursos para su candidatura presidencial independiente, acción judicial que, con la decidida gestión de Samuel, le llevó a prisión. Éste sabe el camino y el ingrato destino; por tal consideración está decidido a impedir que no llegue un interino que no le sea incondicional. Ante la ausencia de otra salida, sería razón suficiente para que Dante Delgado opte por Marcelo Ebrard, candidato competitivo, con mayor independencia, seriedad y prestigio.

Después de todas las dificultades, errores y golpes que Marcelo Ebrard ha recibido a partir del desenlace de la candidatura presidencial de Morena, MC le ofrece una prometedora perspectiva para continuar en su proyecto político. Tiene el perfil para concitar las adhesiones en las tres grandes zonas metropolitanas del país que en su conjunto representan un tercio de los votantes. Ebrard también puede atraer los votos de un morenismo moderado y sería un articulador de la operación política para sumar a desafectos de un lado y de otro por la accidentada selección de candidatos que se perfila, especialmente para Morena. Nada de eso aporta o representa Samuel, por lo que para Dante Delgado y MC Ebrard es, por mucho, la mejor opción. Más aún, pensando hacia adelante, ante un eventual rediseño del sistema político y de Gobierno, Ebrard y los suyos tienen mucho que aportar junto a Dante Delgado, no así Samuel quien habría de regresar a gobernar Nuevo León.

Con una candidatura presidencial creíble de MC, el voto opositor se divide y ganaría la elección el tercio mayor, seguramente Claudia Sheinbaum; sin embargo, un entendimiento opositor en el ámbito municipal y local significaría la integración plural en las Cámaras y, eventualmente, una situación de Gobierno dividido, esto es, cuando el presidente no tiene mayoría legislativa afín. Este efecto, posible, especialmente con Ebrard como candidato, es un tema no menor para contener la pretensión obradorista de rediseñar el régimen político rumbo al autoritarismo, con la eliminación de la división de poderes; la militarización de la vida nacional y el sometimiento al Gobierno de la organización y vigilancia de las elecciones.

Finalmente, la elección de 2024, especialmente si Claudia Sheinbaum sigue asediada por los duros del régimen significará optar entre democracia representativa o autoritarismo populista, dilema sustantivo de la contienda en curso.

Democracia vs cuotas

El populismo feminista está al día, promovido y avalado por consejeros del INE, magistrados electorales y ministros de la Corte. Lo más respetable y sensato del espectro jurídico se ha vuelto rehén de la exigencia para que las mujeres alcancen mayor presencia en los cargos de elección, objetivo irrefutable, pero no a costa del proceso de democratización en la selección de candidatos y del derecho a ser votado. Los legisladores han sido omisos en legislar y esto ha llevado que sea el INE el que defina «lineamientos» que exceden sus atribuciones, como bien lo ha determinado el Tribunal Electoral.

Empoderados misóginos con un pasado de abuso y acoso a la mujer se suman a la causa en un afán de eludir responsabilidad, no de culpa ni arrepentimiento. En todo el país se padece la desigualdad de género, problema estructural y profundo, aunque la Corte tenga una presidenta por primera vez en su historia, que las Cámaras del Congreso sean presididas por mujeres, al igual que sean féminas las titulares de Seguridad Ciudadana y de Gobernación, como muchas otras en altos cargos en el Gobierno y órganos autónomos, además de que seguramente una mujer será presidenta de la República. Pero esto no cambia la realidad: la desigualdad en oportunidades, labores y remuneraciones, la violencia en todas sus expresiones contra la mujer, el reiterado e impune acoso por superiores jerárquicos, etc., etc., etc.

El país está muy lejos de la igualdad porque esta agenda no se ha abordado de manera estructural. El prejuicio está presente y le imputa a la mujer un rol social que conspira contra la igualdad. La agresión física contra la mujer y el feminicidio apenas empiezan a visibilizarse, con regateo y con la idea de que es un problema menor, de otros, aislado, cuando su realidad es cotidiana y está en todas partes. Minimizar esta oprobiosa realidad conduce a desaparecerla de la agenda social y política.

Más mujeres en cargos de autoridad no necesariamente conducen a una mayor igualdad de género sustantiva. La agenda de la mujer tiene que ver mucho más con la libertad y la democracia que con el régimen de cuotas impuesto en detrimento de los derechos electorales en los cargos unipersonales de elección. Esta dudosa y discutible alternancia de género por ahora beneficia a la mujer, resultado de que la mayoría de los cargos son hombres quienes los tienen. Vendrá el momento contrario, en que las mujeres sean excluidas del derecho a ser votados porque quien esté en el cargo pertenezca al mismo género, situación injusta e inaceptable.

El Frente de la oposición hizo bien en enmendar la designación de la dirigencia del PAN de definir candidato. No es un tema de género, sino de democracia. Que resulte quien sea, pero a través de un procedimiento democrático en el que, por cierto, el uso de las encuestas no lo es y menos sin estar precedido por una auténtica competencia en la que el debate y la deliberación sean la manera de convocar y movilizar adhesiones.

El INE apremia a los partidos a definir candidatas, no a democratizar el proceso de selección de candidatos en términos tales que sea el voto el que determine. La igualdad no se gana por coartadas, sino definiendo las condiciones de equidad y ejercicio de libertad sin excluir a nadie por razones de género, condición social, raza o preferencia sexual. Es sano que en los órganos colegiados haya un esfuerzo de representación incluyente, el problema está en los cargos unipersonales, donde se requiere un debate a profundidad y que un acto legislativo defina los alcances de la agenda por la inclusión y la igualdad.

Para Morena ha resultado muy complicado cumplir con los lineamientos del INE de cuatro candidatas a ejecutivo local (es muy probable que el Tribunal Electoral excluya a Yucatán porque allí se legisló, así viene el proyecto de sentencia del magistrado Felipe de la Mata). La desigualdad sustantiva muestra que sólo en Veracruz una mujer encabeza los estudios de popularidad. La aplicación del criterio significa que en tres estados habrá candidata a contrapelo del resultado de la encuesta.

La realidad es que la democracia interna en los partidos no existe y no hay quien la defienda o promueva, a pesar de las iniciativas en tal sentido de hace décadas como la del magistrado Leonel Castillo. La encuesta jamás habrá de suplantar a la urna y el voto, mucho menos un régimen de cuotas.

Autor invitado.

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