El Siglo de Torreón: 100 años, un guía

El periódico fundado por don Antonio de Juambelz ha podido sortear la transición generacional que en otros medios ha significado ruina y cambio de mandos

De los siete periódicos centenarios de México, dos se fundaron en La Laguna en el fragor de la Revolución: La Opinión (1917) y El Siglo de Torreón (1922). El nacimiento del primero coincide con la promulgación de la ley fundamental del Estado mexicano y el del segundo se remonta al Gobierno de Álvaro Obregón. En el vértice de la tormenta se halla un coahuilense: Venustiano Carranza, quien tres años después de publicar la Constitución fue asesinado en Tlaxcalantongo por Rodolfo Herrero al grito de «¡Viva Obregón!». Adolfo de la Huerta sustituyó al presidente Carranza para entregarle más tarde la silla del águila a su antiguo aliado de Sonora. Obregón fue ejecutado por el cristero José de León Toral en 1928, luego de haber sido reelecto para suceder a Plutarco Elías Calles.

De los sucesos informaron puntualmente La Opinión, fundado por Rosendo Guerrero Carlos (sampetrino) y continuado por sus hijos Edmundo y Eduardo Guerrero Álvarez con el mismo celo (al grado de que su hermano Salvador fue asesinado por equivocación, pues la iracundia del gobernador de turno era contra Alfonso, otro miembro de la dinastía) y El Siglo de Torreón, establecido por el tándem de Joaquín Moreno y Antonio de Juambelz, quien al cabo fue su único dueño y director hasta su muerte. Situados apenas a dos cuadras de distancia cuando el centro de la ciudad competía con las mejores capitales del país (Saltillo era entonces «la capital de adobe»), la rivalidad entre ambos diarios era civilizada.

En Wikipedia se lee de El Siglo: «En el año de 1921, Antonio de Juambelz y Bracho se dedicaba a la edición de un diario de la capital Coahuilense que propulsaba la candidatura a gobernador del general Arnulfo González, y cuando este llegó a la gubernatura, el diario desapareció. Antonio de Juambelz ya contaba con una amplia experiencia en el ramo periodístico por lo que Joaquín Moreno lo invitó a la ciudad de Torreón para iniciar con el proyecto de un diario regional que se hiciera llamar “Defensor de la Comunidad”». En una gira por Saltillo, el entonces presidente del PRI, Gustavo Carvajal Moreno, pidió una llamada telefónica para saludar a don Antonio por el vínculo de su apellido materno con El Siglo.

«El legado de nuestro fundador (…) es integridad,  espíritu de libertad: soñar por un mejor futuro».

Antonio González Karg de Juambelz, director de El Siglo de Torreón

Era cuando La Laguna, en gran medida por la independencia y libertad de sus dos periódicos, tenía peso e influencia política nacional y la atención del presidente de turno (Miguel Alemán jugaba golf con don Antonio). Los gobernadores de Coahuila y Durango, secretarios de Estado y líderes partidistas hacían antesala para ver a los directores. Impensable que De Juambelz o los Guerrero viajaran a las capitales llamados por los jefes políticos de ambos estados. Respetaban a la autoridad, pero más la libertad y su compromiso con los lectores. Don Antonio era crítico tenaz del centralismo y férreo defensor —él sí— de La Laguna. Si los políticos le hacían las cruces, su apostura daba pábulo a fábulas donjuanescas.

Tiempos, asimismo, en los que un gobernador del temple y la cultura de Óscar Flores Tapia, quien, con la Ciudad Industrial, contribuyó a «la prosperidad de La Laguna», una de las causas por las cuales propugna El Siglo, y un periodista riguroso y de carácter inquebrantable podían discrepar, pero también coincidir en lo fundamental y reconocer las cualidades del político y el editor. Después de un desayuno en casa de don Óscar (ya era exgobernador) y de la sobremesa infaltable en su biblioteca, habló de don Antonio. Siempre efectista, tras una pausa se puso de pie, descolgó un cuadro, colocado a mis espaldas, y volvió con él. «Hágaselo llegar a don Antonio de Juambelz». Cumplí la encomienda. Era un óleo del señor De Juambelz, con saco blanco de etiqueta.

El Cadillac y el vocho

A don Antonio de Juambelz lo conocí de vista, junto a su sobrino Antonio Irazoqui, cuando los señores Guerrero inauguraron nuevas instalaciones de La Opinión, donde ya hacía mis pinitos en la redacción, bajo la guía del maestro Eduardo Elizalde y el consejo de Arturo Cadivich. La ampliación era un suceso, pues introducía el sistema offset en Coahuila con las ventajas del color. El primer contacto ocurrió años más tarde en el aeropuerto de Torreón. Elizalde, a la sazón director de Noticias, el tercer diario lagunero, me desafió a entregarle a don Antonio y a don Edmundo Guerrero, quienes conversaban en la sala de espera, uno de los primeros números de nuestro periódico, donde tenía a mi cargo la fuente política. Les sorprendió el atrevimiento, pero aceptaron el obsequio de buen grado.

La oportunidad de tratar personalmente al señor De Juambelz se la debo al azar y a un amigo entrañable, Miguel Ángel Ruelas. Una tarde me telefoneó a Noticias de El Sol de La Laguna para decirme que la rotura de una pieza ponía en riesgo la edición. Preguntó si por casualidad teníamos una de repuesto para su prensa (una Roland, si no recuerdo mal). «Miguel Ángel, la rotativa de ustedes es un Cadillac y la nuestra un vocho, pero lo veo». La parte estaba en nuestro almacén. Había llegado por error, pues su destino era El Heraldo de Chihuahua. Don Mario Vázquez Raña, presidente de la OEM, autorizó facilitarla a El Siglo y así se lo comuniqué a Miguel Ángel. Asunto arreglado.

«Lo más moderno consiste en ser tercamente clásicos, libres».

Antonio González Karg de Juambelz, director de El Siglo de Torreón

A las dos o tres semanas recibí una llamada de Ruelas para invitarme, de parte de don Antonio, a visitarlo en el periódico. Su oficina destacaba por sobria. Platicamos un buen rato. Sabía de mí vagamente. Él era El Siglo, una institución. Me contó algunas anécdotas; por ejemplo, de cómo se las ingeniaba, cuando las finanzas se apretaban, para comprar papel y llegar puntualmente a sus lectores. Sin ser pretencioso de mi parte, nos hicimos amigos. Volvimos a charlar en su despacho, contiguo a la redacción. Aprovechaba para saludar a sus reporteros estrella: Carlos Robles, Alfredo Rivera, Juan Ramos, Jesús Moreno e Higinio Esparza. Y, por supuesto, a Miguel Ángel Ruelas.

Cuando el gobernador Eliseo Mendoza Berrueto me invitó a colaborar, después de haber hablado con don Mario Vázquez Raña, se lo comuniqué a don Antonio. «No deje el periodismo», me aconsejó. Jamás pensé hacerlo. Ya como funcionario, me recibía en su domicilio de la avenida Morelos, a dos cuadras de la Alameda Zaragoza, lo cual me confirmó su amistad y confianza. Para entonces ya conocía a su hija Olga. En una gira del gobernador por Canadá, previa a la firma del Tratado de Libre Comercio, traté a su nieto Antonio González Karg de Juambelz, quien, ya como director de El Siglo, ha asistido a varios aniversarios del bisemanario Espacio 4.

Don Antonio no daba tregua cuando se trataba de defender a Torreón y a La Laguna de sus respectivas capitales e incluso de sí misma cuando bajaba la guardia. Prefería ganarse con su pluma la inquina de los poderosos antes que ponerse a su servicio y faltar al compromiso con la comunidad y traicionar su confianza. La celebración de los 100 años de El Siglo de Torreón estará incompleta sin un ejercicio autocrítico, sin una mirada introspectiva para revisar su presente y proyectar su futuro. El Siglo ha podido sortear la transición generacional que para otros medios de comunicación ha significado su ruina o el cambio de mandos. Fortalecer su independencia y no dejar duda de ella, pero más aún, mantener su raíz lagunera, será la mejor forma de honrar a don Antonio. E4

Torreón, 1955. Se inició en los talleres de La Opinión y después recorrió el escalafón en la redacción del mismo diario. Corresponsal de Televisa y del periódico Uno más Uno (1974-81). Dirigió el programa “Última hora” en el Canal 2 de Torreón. Director del diario Noticias (1983-1988). De 1988 a 1993 fue director de Comunicación Social del gobierno del estado. Cofundador del catorcenario Espacio 4, en 1995. Ha publicado en Vanguardia y El Sol del Norte de Saltillo, La Opinión Milenio y Zócalo; y participa en el Canal 9 y en el Grupo Radio Estéreo Mayrán de Torreón. Es director de Espacio 4 desde 1998.

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