Stompanato

¿Se puede fingir que el tiempo no ha pasado? Eso debe ser una tarea imposible. Nos recomiendan que no estemos atados a él, que vivamos el presente como única realidad ante la incertidumbre del futuro pero nadie puede evitar extraer de los 100 años de El Siglo de Torreón, botones de historia que impactan y que uno celebra porque es un diario que nos acompaña en el día a día, con hombres valientes y valiosos, comprometidos con la sociedad de su tiempo.

Como Higinio Esparza, reportero ejemplar, con solo una hoja sencilla, lapicero e inteligencia, sin artefactos electrónicos, solamente su conocimiento, oficio e intuición. Escribía pocos datos y charlaba recorriendo a quien hablaba. Nos enseñó que el periodismo es un país de distintas realidades, que no todos los que vagan están perdidos y se puede escribir del balance de la agonía.

El periodismo, según Carlos Robles, otro reportero estrella, es un mundo en sí mismo. El Siglo iba a mostrarlo en 1958, en el juicio de Sheryl Crane, hija de la famosa actriz de Hollywood Lana Turner. Sheryl pasaba vacaciones de verano en casa cuando, cansada de escuchar cómo Johnny Stompanato, hampón escolta del famoso gángster Mickey Owen, golpeaba a su madre en su casa de Beverly Hills, tomó un gran cuchillo de la cocina, subió, entró a la habitación y se lo clavó en el estómago. Juanito era un amante violento y Lana gustaba de amores masoquistas.

Comentaban las agencias AP y UPI en El Siglo que fue un juicio histórico, cubierto en vivo por radio. El feroz Owen vendió las cartas de amor de Lana (1921-1995) al diario Herald Examiner de Los Angeles y éste publicó detalles que enrojecían a Turner al ser usados por la defensa. Algo así como «Necesito tus caricias tan salvajes, que me hacen daño». Bueno, por algo la mujer tuvo siete matrimonios y además Sinatra, Gable, Hughes, Lamas, Power y Dominguín, fueron sus amantes.

Stompanato solo tenía 33 años y era un figurín que se dedicaba a la extorsión de mujeres maduras y adineradas de Hollywood. Celaba a Lana —le armó un show a Connery en un set— y la golpeaba, hasta que el cuchillo de Sheryl lo destripó. El jurado decidió en poco tiempo un «homicidio justificado» y Crane quedó libre, mientras Lana se hundía por la mala publicidad y aceleró su final con tabaco y alcohol, hasta que un cáncer de esófago terminó con ella.

Los lectores curiosos de ese tiempo nos bebíamos El Siglo, que con aquellas agencias nos ponían, con mucha imaginación, en medio de los protagonistas. Era emocionante con eventos que nos arrancaban del anonimato. Fueron historias para matar al niño que te habita y se refugian en un hombre informado, listo para especular, para saberse con el conocimiento encima.

Hoy en día el periodismo se nutre con el rompimiento de Belinda y Nodal, pues, ¿dónde va a quedar el anillo tan costoso que le dio Christian y todos los tatuajes? O bien, que nuestro Santos Laguna es el colero y como la esencia de la vida es ser libre y feliz, se opta por no hacer más leña de esa desgracia y pedir al pasado que nos mire de frente, mientras nos llegan mejores tiempos con imágenes rescatadas del polvo anónimo. Es claro que encaja perfecto lo que dijera el viejo pensador: «Dios está en todas partes, pero si no puedes percibirlo, no está en ninguna». E4

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