La presente entrega la diseñé dos días antes de que fuera publicada una nota relativa a la evaluación nacional sobre el trabajo desarrollado por los rectores de las universidades del país, y en donde, según ese ranking, otorga al rector de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) Salvador Hernández Vélez, el lugar número 32 de 35 sitios, lo cual de acuerdo con la lista, su trabajo es claramente calificado como un trabajo vergonzante.
Ahora la opinión que había delineado. Los aires de renovación rectoral en la UAdeC empiezan a sentirse dentro del ámbito de esa de esa casa de estudios, y de igual forma de voces extramuros anclados en Palacio de Gobierno, cuyo interés oficial desmiente la multicitada autonomía, pues de ahí saldrá el humo blanco.
El periodo rectoral está por terminar y su ritmo ha transcurrido por aguas serenas que han adquirido una inercia que reprime la calidad de la institución en sentido amplio. De igual forma han aparecido escasas notas en el sentido de que su nivel académico no es el que presume, por lo que el siguiente rector deberá imprimirle velocidad a su empeño.
La casa de estudios ha sido provisionada de edificaciones para sus escuelas y facultades que conforman la ciudad universitaria, campus Arteaga.
La instrucción es fuente viva del progreso de los pueblos, y un pueblo en donde sus habitantes conocen mínimamente estudios, inhibe su acceso a subsistir y está condenado al olvido y por extensión a una vida de carencias y atrasos. Ya lo dijo Confucio: «Hay la misma diferencia entre un sabio y un ignorante, que entre un hombre vivo y un cadáver».
En unos meses más la universidad tendrá nuevo rector salido de una elección que aunque se supone democrática, habrá como siempre agente exógenos que lo decidirán en un acto simulado de imposición, como desgraciadamente han sido las elecciones de los rectores, ya que las conciben mediante conveniencias políticas sin tomar en cuenta a verdaderos académicos, a verdaderos intelectuales, a verdaderos personajes con sangre universitaria.
La universidad es universal, lugar de ciencia, de investigación, de libertad de pensamiento, de libertad de cátedra, de autogobierno, por lo tanto, saquen las manos los que no son universitarios y permitan que la institución camine sus propios pasos, ahí son pensantes no la invadan con decisiones políticas, pues la elección del rector es un derecho de los universitarios, no del gobernador.
Estos años la universidad ha sufrido dificultades económicas por la cancelación de partidas por parte del Gobierno federal, por lo que de nueva cuenta el Gobierno del estado ha salido en su auxilio. Esta acción, la falta de recursos, forzó a que la casa de estudios prescindiera de un número importante de puestos que por honorarios profesionales se habían contratado y que ahora sin ellos su funcionamiento ha seguido, logrando disminuir los apuros económicos, eso da a entender que anteriormente no existía la productividad, tan es así que ahora sin los despedidos el trabajo sigue su curso.
El puesto de rector debe estar a cargo de alguien que realmente lleve la esencia de la universidad adosada a su cuerpo, alguien que su administración la haga transitar con pulcritud de manera que su presupuesto sea manejado con honestidad, por lo que el elegido también debe ser recipiendario de decencia, de probidad, de rectitud, de honradez.
Desde hace años ha trascendido que algunos funcionarios universitarios, después de dejar sus puestos de importancia en la casa de estudios, han logrado pasar de un estatus económico admisible a otro muy aceptablemente superior, por lo que su vida la viven sin preocupaciones.
Y no pasa nada. Se lo digo en serio.