Ella…

La he visto durante dos décadas levantarse cada día. Si me preguntan, con el tiempo ha crecido y cambiado tanto que, de pronto, no la reconozco. Sigue siendo bella y resiliente. Jamás deja de sorprenderme, pues conforme pasa cada amanecer florece aún más. A través de los años ha sido valiente al enfrentarse a sus traumas, a sus miedos e inseguridades. Quizá por eso ahora luce más radiante, pues se abraza a cada instante, es fuerte y perseverante. Es… es especial.

Tristemente vivimos en un mundo que no valora los hechos importantes, ni la vida misma. Si no tienes un carro último modelo, una familia propia, una casa o un gran trabajo: no vales nada.

Sin importar el esfuerzo que le pongas a todo lo que haces, lo agradecido que seas, así entregues tu corazón en cada acto de fe, inclusive si llegas a ser la mejor versión de ti mismo: no tienes y no eres nada.

Como consecuencia, la he visto subestimar sus logros más de una vez, achicarse ante gente «importante» en múltiples ocasiones. Anhelando un abrazo, una caricia, cualquier acto de afecto que la haga sentirse valorada, protegida, aceptada y amada. Aquí entre nos, es sólo entonces que la siento mujer, y cuando más la amo: humana y vulnerable.

A pesar de querer transformarlo todo para ella, me es imposible, pues el camino a ser mejor para sí misma es a veces frío y habitado por una soledad que la intoxica, la hace estallar en llanto y le duele en lo más profundo de su gran corazón.

Descansa en tus gratos recuerdos, princesa, y no olvides nunca que para mí: tú ya eres alguien y eres importante.

(Torreón, Coahuila. 25 enero 1997). Aficionada a la literatura, actividad que considera apasionante. Con gusto particular por el romanticismo. Algunos de sus autores favoritos son Jaime Sabines, Jane Austen y Emily Bronte. Aunque actualmente estudia la carrera de Nutrición en la Universidad MEZE, suele dedicar parte de su tiempo a escribir poesía y tiene una novela en proceso que espera pronto concluir y poder publicar.

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