Emily en París

¿Quién no, en su momento, soñó con tener un amor en París? O darse una buena comilona al mero estilo de Julia Roberts, tal vez perderse en sus calles y vivir alguna aventura de esas que ni los amigos más cercanos creerían. Es en gran parte que la literatura y el cine han puesto como escenario este lugar como uno de los más emblemáticos para desarrollo de historias de amor y pasión.

Ya sea en musical como Moulin Rouge, dibujos animados al estilo de El jorobado de Notre Dame, películas de arte como Amelie o Medianoche en París o de misterio y enigmas como El Código Da Vinci. París nos ha mostrado que es multifacético, y con la nueva serie de Netflix, Emily en París, lo vuelve hacer.

Sin duda nos gusta viajar leyendo, escuchando podcast, viendo series y películas. A veces recordamos esas calles por las que ya hemos caminado y ahora sirven de lugar de paso a los protagonistas y otras ponemos el lugar en nuestra lista de deseos después de ver algo, esperando primero que ya pasen estos tiempos de pandemia para ir a ese lugar deseado.

¿De qué va? La serie transcurre casi en su totalidad en localizaciones del 5 ème arrondissement, empezando por esa preciosidad de apartamento con vistas a la Place de l’Estrapade, una plaza de lo más pintoresca con un pasado oscuro que no se menciona en la serie; ¡pero!, hasta el año 1687 allí se torturaba a la gente públicamente colgándolos de un poste por las muñecas atadas a la espalda.

La primera temporada —porque que ya prometen la segunda— de Emily en París fue un éxito para Netflix, los números de transmisión son más que positivos. A unas semanas de su llegada a la plataforma de streaming ya cuenta con un grupo de fans y sus actores se han vuelto tendencia en las búsquedas en Google, además de que sus seguidores en redes sociales se han disparado.

Sin embargo, la recepción no tuvo el mismo efecto en todas partes del mundo, como en Francia que, a pesar de mostrar unas increíbles postales de París, la forma de representar a los franceses provocó críticas que no hablan muy bien de la comedia protagonizada por Lily Collins. ¿Por qué? Por mostrarlos aparentemente como flojos, amargados y un tanto «fluidos» sexualmente.

«La serie podría haber sido genial, de no haber sido por la caricatura de los franceses. (…) son descriptos como arrogantes, sucios, vagos, desagradables, amargados… pero afortunadamente esta joven americana llega para explicarnos cómo funciona la vida», afirman, por ejemplo, en el medio AlloCiné. «Es simplemente deplorable. Me pregunto por qué actores franceses aceptaron participar en la serie».

Lo que es un debate, medios mexicanos han expresado ¿Y cuándo el cine francés y americano nos ha puesto con sombrero, en medio de un desierto y hablando un norteño exótico? Parece ser que cuando ellos lo hacen es para representar parte de la esencia, pero cuando les toca les pasa a incomodar. ¿Qué cosas no?

La serie es una invitación a disfrutar el momento, adaptarnos a situaciones de la vida, compartir lo que vemos, de cierta forma volvernos generadores de contenido de una manera más positiva rodeados de gente que aporte a nuestra vida. Se me antojó un cuernito y un café, ¿gustan?

Promotor cultural.

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