Emociones y enfermedad

Algunas condiciones físicas pueden verse agravadas por factores mentales, como el estrés y la ansiedad. El estado mental de una persona puede hacer que la condición física mejore o se deteriore en un momento dado. Muchas enfermedades y afecciones se ven influidas por el estado mental del paciente; sin embargo, algunas condiciones son más sensibles que otras al estado mental de una persona.

Por ejemplo, el prurito o las ronchas de la piel, incluidas la psoriasis, pueden empeorar si la persona se siente estresada o ansiosa; la hipertensión es una condición psicosomática común, en la cual el estrés o la ansiedad aumentan la presión arterial; al disminuir el estrés, esa presión se normaliza sin necesidad de medicamentos; los pacientes con diabetes también pueden verse afectados por este tipo de trastorno.

Los trastornos psicosomáticos a menudo tienen efectos negativos sobre el sistema respiratorio, el sistema gastrointestinal y el sistema cardiovascular. Todos pueden tener efectos negativos en la calidad de vida de una persona, comprometiendo su desempeño normal.

¿Cómo es posible que una persona fisicamente sana presente síntomas reales o que una persona ya enferma, empeore sus síntomas por el estrés?

Si viajamos en coche moderno nos daremos cuenta de que en el tablero aparecen diversas luces mensajeras diciéndonos que necesita cambio de aceite, que le falta aire a las llantas, que una puerta esta abierta, que no hemos abrochado el cinturón de seguridad y hasta es posible ver que un coche se estaciona entre otros en forma automática, sin nuestra intervención o que suena la alarma porque un mosco se posó en la carrocería. Explicación: todas las partes del vehículo tienen sensores electrónicos conectados a una computadora programada para reaccionar a distintos estímulos físicos y de esa forma mantener funcionando satisfactoriamente nuestro vehículo como un todo. Bien: estas funciones son imitación esencial simplificada del funcionamiento de nuestro cuerpo en el que nuestro sistema nervioso central y periférico es la computadora coordinadora a la que están conectados todos nuestros órganos y funciones vitales, los cuales tienen sensores que reaccionen a diversos estímulos físicos, químicos y eléctricos para mantener el equilibrio de la presión, la temperatura, la respiración el bombeo de sangre, la digestión etcétera y etcétera. Reaccionamos a estímulos externos fisicos: un golpe; químicos: la luz del sol; sociales: una guerra entre Rusia y Ucrania (EE.UU.) o ante la enfermedad de un ser querido, un divorcio o la venta de un viejo carro con el cual nos hemos «encariñado» y hasta una ofensa a la mexicana, o sea, una mentada de madre. Nuestro cerebro recibe estimulos externos por medio de los órganos de los sentidos: vista, sabor, olfato, oído y tacto y como a toda acción hay una reacción (no hay efecto sin causa) nuestro sistema nervioso autónomo desencadena una serie de acciones descargando corrientes eléctricas liberando cortisol, catecolaminas y otros neurotransmisores especificos o para diversos órganos y funciones alterando su metabolismo y sus funciones ya aumentándolas o disminuyendolas rompiendo la homeostasis saludable (desequilibrio neurovegetativo) que se percibe en forma de dolor, calor, frío, diarrea, estreñimiento, presión alta o baja, aumento o disminución de la respiración o frecuencia cardiaca, elevación del azúcar del colesterol o los triglicéridos que hacen acudir al médico en busca de ayuda ante el temor de un peligro mortal. Los órganos más frecuentemente alterados son el sistema cardiopulmonar, tubo digestivo, piel y con menos frecuencia el sistema urinario, y hasta la menstruación y la ovulación con esterilidad pasajera.

Lo anterior explica, por ejemplo, la dificultad para controlar el azúcar de un diabético con estrés emocional, o por qué la diabetes muchas veces comienza ante una situación estresante, dependiendo de la carga genética individual para diabetes y no precisamente que el estrés sea la causa directa de la diabetes, como suponen algunos diabéticos. No, la diabetes es multifactorial siendo lo esencial la carga genética. Si el estrés fuese la causa de la diabetes, con seguridad los 8 mil millones de terráqueos seríamos diabéticos.

Continuamos con el diálogo con el paciente cibernético.

Pregunta: «Exacto, doctor kiskesbe, muchos médicos no entienden esto de desequilibrio neurovegetativo, cómo puede ser ansiedad si existen los síntomas, no los invento. Este mareo es más que insoportable, cansado, me cansa la mente. y esto desata mas ansiedad al pensar tener algo malo. Usted al ver el síntoma y la historia de emociones, así como los estudios mostrados. ¿Cree usted sea psicógeno? Si he estado con mucho estrés, aunque sea inconsciente se está reflejando físicamente. Perdí mi empleo y he tenido algunas dificultades económicas y tengo familia».

Respuesta: «Si una persona presenta síntomas como los que mencionas: variados en diferentes órganos, y en tipo de síntomas, en intensidad e intermitentes que aparecen y desaparecen con o sin tratamiento y diversos estudios no muestran una causa evidente anatómica o química, por deducción lógica o por exclusión, es razonable suponer que son síntomas de origen «psicosomáticosocial», es decir, funcionales, pero reales porque los sientes y por tanto muy molestos e incómodos, aunque con pronóstico bueno para la vida con mala calidad de vida emocional, volviéndose un circulo vicioso, síntomas que no se aclaran y que no se controlan aumenta la ansiedad y con ello los síntomas persisten. Hay que romper ese circulo vicioso con terapia emocional reflexiva, creo que en ese contexto entra la cognitiva, y recurrir a fármacos solo como calmantes de síntomas y concuerdo contigo: ¿sedantes, antidepresivos o antipsicóticos, combinación de fármacos que prescriben la mayoría de los psiquiatras? Lo menos posible».

Hasta aquí el email.

Con mucha frecuencia estos enfermos con somatización, deambulan con todos los especialistas habidos y por haber, con repetición de uno y otro estudio de cada órgano corporal, decenas de medicamentos ingeridos, decenas de miles de pesos invertidos y, sin resultado satisfactorio, por lo que hasta acuden a la brujería y lo grave es que la mayoria de las veces ignoran su diagnóstico, porque ningún médico les ha orientado acerca del origen de su sintomatologia.

Son unos vellocinos de oro muy apreciados.

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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