Endogamia política mexicana

La endogamia es un mal biológico y social muy practicado en ciertas comunidades y grupos selectos que genera beneficios de riqueza y poder intrafamiliar pero que termina con degeneraciones biológicas y enfermedades fatales. Se reconocen dos tipos: genético generado por matrimonios entre personas de ascendencia común, que pertenecen a la misma casta, grupo religioso o condición social. Utilizado por las casas reales desde Egipto donde el faraón se casaba con su hermana, hasta la Europa medieval y actual que buscan que el poder real no salga de la familia. La progenie de los monarcas egipcios sufría terribles deformaciones como podemos verlo en los frescos de sus palacios. En las familias reales occidentales ocurren enfermedades como la hemofilia de descendientes de la reina Victoria I de Inglaterra o el famoso maxilar deformado de los Habsburgo, (supuestamente Maximiliano, el segundo emperador mexicano, lo sufría, por ello utilizaba una barba abundante). Esos males se acrecientan al paso generacional.

El otro tipo es cuando grupos cerrados de una misma profesión, grupo social y/o político no permiten la entrada de personas ajenas a los mismos y solamente se reproducen entre ellos y sus descendientes siguen esa práctica.

En México, a partir de los años 20 del siglo XX surgió la «Familia Revolucionaria» creada por Plutarco Elías Calles; ella tomó todo el poder para sí e impidió que saliera de su seno el resto del siglo. El sistema político mexicano generó una endogamia no genética, sino de deformidades ético-sociales, la principal llamada corrupción que, privilegiada por el PRN, luego PRM y finalmente PRI, fue complaciente de compartirla con grupos de poder en varios prototipos, convirtiendo a los miembros de dicha familia como gobernantes muy ricos y hasta justificando su existencia con frases como «Un político pobre es un pobre político» producto de la mente de uno de sus más destacados ideólogos. Más tarde entregó las riquezas nacionales a extranjeros y a los descendientes de esa misma casta que apoyaban a secuaces que no se ensuciaban las manos con acciones gubernativas, más bien las disfrutaban.

Posteriormente la rancia aristocracia priista entró en amasiato con el abolengo panista, aquel partido supuestamente de oposición que finalmente está generando oprobioso linaje que se alista para recuperar el poder total.

A cien años de endogamia política, podemos diagnosticar con precisión los defectos que dicha perversión bipartidista genera en nuestra patria:

Entidades federativas terriblemente endeudadas transexenalmente por sus gobernadores que a su vez continúan la práctica endogámica de dejar a sus hermanos, sobrinos, hijos de sus amigos y entenados, fuertemente posesionados en los municipios, sindicatos, universidades (convertidas hasta en cantinas), inclusive en el control de sectores de los partidos de oposición que dicen divergir, pero terminan sometiéndose al linaje divino, aunque muchos carentes de alcurnia revolucionaria.

Esta fecundación antinatura se destaca también por dejar secuelas profundas en la sociedad como obras inconclusas: (Metrobús, tren México Toluca; refinería únicamente bardeada, carreteras en terracería, símbolos urbanos destruidos nunca restaurados); logrando también adulterio con algunos medios de comunicación; lo que les permitió solidificar un poder absoluto del ejecutivo sobre el legislativo y judicial atreviéndose a culpar de todo a la federación para tratar de salvarse y soñar con otro cargo público.

Fecundo odio irascible lo mismo contra opositores de otros partidos totalmente divergentes, como hacía no alineados con su estrategia política y negándose a unirse a ella, pero muy especialmente versus aquellos que siendo de la misma prole; con ancestral identidad genética, se les fratricida del proceso selectivo y a esos hermanos separados a los que llama «zombis».

Finalmente, cuidando o tratando de evitar ser desahuciados definitivamente por su endogamia, crean políticos de paja o más bien de vinil que se utilizan maquiavélicamente para que dicho fantoche, súper desprestigiado, reciba todas las censuras de los adversarios; sea destrozado por la crítica no dirigida por ellos y, en su momento, preparar su desaparición y ofrecer auténtica candidatura a adalid de su endogámica familia, con el pedigrí correspondiente, aquel que la marioneta embabucada presume no poseer.

Por lo pronto se empieza a ver «X» abandono hasta por los más «maiceados» comunicadores, no habrá homicidio físico, pero si un ocaso final. En esta biotecnología política de inteligencia artificial, todo puede suceder.

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