Salgo a mi balcón
con la fantasía
de que lluevan
pétalos de rosas para
sentir un estímulo
despertando mi
acartonada piel,
quizá en acompañamiento
de una melodiosa voz
y poesía instrumental
para regocijar mi alma en vela.
La brisa de la noche
me congela
sobre la espera
de los miércoles que,
a veces,
nunca llegan…
En el intento de tocarte
me desvanezco
en la inmortal demora
para nada elocuente
entre los dos.
Siento que voy perdiendo
la partida y,
para mi mala suerte,
me he quedado ya sin vidas.