Expectativas

La paranoia y el miedo se alimentan del silencio y la pasión integra tanto la emoción como el padecimiento, porque somos humanos y como tales hasta llegamos a suponer que el mismo miedo se hereda, sin darnos cuenta de que somos gente que tiene una vida que es cúmulo de voluntades y nunca debe ser de indiferencia, por lo tanto, debemos superar los hechos de quienes pretenden quemar la historia y luchar con inteligencia, sobre todo cuando la frustración nos acecha.

Dicho esto, porque sucede constantemente en la vida y en el futbol también. La gente se deja sorprender por fake news o por noticias que nos atan con nudo de marinero, por quienes buscan seguidores para hacer su botín político o deportivo, sin reparar y convencerse de que el futbol es un negocio, que los jugadores van y vienen con el mejor postor, igual que los políticos cambian de partido olvidando sus convicciones, para buscar una mejor posición. Igual, clubes y jugadores.

Si para cuando usted lea esta columna ya se concretaron los pases de Harold y Torres, como antes el de Brunetta, todo por cantidades millonarias, la gente deberá aceptarlo no «porque pagan la cláusula de rescisión» y ello no es frivolidad, es solo un negocio y la balanza se inclina por el dinero, ya los asuntos de resentir la afición por la sangría y su frustración tan natural, son de un segundo término para quienes poseen la mercancía humana. Ellos venden al que tiene el dinero. Si eso no sucede, la afición será feliz y olvidará hasta la venta de Brunetta.

Claro que tener muchas expectativas es un peligro para la salud mental y la afición local las tenía, pensando en conservar Santos Laguna a sus estrellas y reforzarlas con otros destacados, para integrar un equipo competitivo. Si ahora tienen desencanto, están destinados a hacer lo que crean conveniente y solo son dos opciones: o lo aceptan resignados o dejan de tener su fervor, dejar de asistir al estadio y comprar abonos, ante algo que se resisten a aceptar.

¿En el futbol se puede ser pasivo? Porque el pasivo es el más capacitado para olvidar la obsesión de lo que no es, de lo que no llegará a ser. Los pasivos no se alimentan de poder, sino de sombras y no podemos imaginar que nuestra gente maravillosa y única, tan sufrida, borre con un brochazo de desprecio a su equipo y a su pasión por él, porque aunque sea por TV lo va a seguir, pues la raíz estará siempre ahí. No puede uno alejarse del ruido y crear, solo, su propio mundo.

Y entonces, ¿toda la culpa la tienen nuestras expectativas? El pueblo no puede convertirse en marginal por el solo hecho de querer ser libre, por sentir que es capaz de pensar en forma diferente. Culpemos a nuestras proyecciones mentales, esas que la imaginación nos dibuja en un paisaje que solo existe en nosotros, como un mecanismo poderoso que a menudo utilizamos para salir o para salvar situaciones diferentes.

La realidad no se ajusta a nuestras fantasías, porque hay factores externos que no dependen de nosotros. Pensemos mejor que las expectativas deben ser suplidas por actitudes claras que nos lleven a la acción. Si bien sufrimos por no estar a la altura de lo que la imaginación dibuja y que la realidad es el más puro presente, entonces la intención debe estar orientada a la acción.

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