Falsa neumonía

Todos los médicos nos equivocamos, pero hay distintos grados de error, con repercusiones también disímbolas.

De un hospital no muy lejano, un sobrino al borde de la histeria, me habló porque le tomaron una radiografía de pulmones y le dijeron que tenía neumonía por COVID. Envió una foto de la placa. Los pulmones lucían completamente normal; aun así la mostré a un especialista en radiología. Coincidió: «No veo neumonía», me dijo.

Mi pariente, trabaja en una compañía a donde llegó un lunes muy temprano. Su jefe lo oyó toser intencionalmente tratando de expulsar flemas de la garganta y le dijo que fuese mejor al hospital para revisión por posible inicio de COVID. Todo razonable en las circunstancias actuales.

No tenía ni fiebre, ni verdadera tos, ni estornudos u otros síntomas de enfermedad respiratoria aguda. El día anterior estuvo «conbebiendo» y cantando. Despertó con sensación leve de garganta irritada y flemas. Con esos datos, no era necesaria la solicitud de radiografía, sino recomendar vigilancia y tomar precauciones de sana distancia.

Visto así, la posibilidad de una neumonía aguda era nula porque, con todo respeto para quien le dijo que radiológicamente había neumonía, ésta, se caracteriza por síntomas graves de insuficiencia respiratoria, con más de 40 respiraciones por minuto (normal 20), tos continua con abundantes flemas, fiebre mayor a 38 grados y gran ataque al estado general, síntomas que se presentan incluso antes de que la placa muestre la lesión radiológica neumónica, que es posible apreciarla solo varias horas después de haber iniciado los síntomas. Este es un dato conocido desde siempre en relación al diagnóstico y evolución clínica y radiológica neumónica. La neumonía radiológica sigue a la neumonía clínica, nos decía el neumólogo Montes Bazán, en la escuela de medicina; así como el dos siempre sigue al uno, excepto en el 21, como aclara el filósofo de Güemes.

Sugerí a mi pariente retirarse del hospital y aprovechar la incapacidad para quedarse en casa y vigilar la evolución, que seguramente superaría. Lamentablemente, su salario es bajo y la incapacidad no lo cubre al 100%.

¿Tanto es el pánico que afecta el juicio de nosotros los médicos o hay consigna política económica fuera del patrón normal, para inflar las cifras de COVID?

Pasando a otro tema. Una mujer de unos 40 años, se presentó a consulta en silla de ruedas, con una gran tumoración abdominal que simulaba un embarazo de unos siete meses. Traía sonda vesical porque en los últimos 15 días de su evolución presentó retención completa de orina. Durante un año estuvo en tratamiento por traumatólogos especialistas, por dolor sugestivo de ser ciático, el que empieza en la cintura y se irradia como toque eléctrico hacia la pierna derecha. En unas radiografías se reportaba degeneración de vértebras lumbares y en ese lapso recibió múltiples tratamientos a un costo no menor a 300 mil pesos, sin resultado, por lo que le propusieron cirugía de columna y le solicitaban 100 mil pesos de depósito inicial.

En los últimos seis meses de evolución y a cargo de los traumatólogos, empezó con estreñimiento que retardó la evacuación de un día, lo que empeoró progresivamente hasta que un año después. Cuando la consulté por primera vez, tenía 20 días sin evacuar satisfactoriamente. Lo extraordinario es que a pesar de haber sido internada en un hospital de alto «rango» en una lejana ciudad del norte del país, nunca tomaron en cuenta este simple y evidente dato clínico.

La palpación del abdomen reveló una gran masa dura, poco dolorosa, lobulada que rebasaba el ombligo hacia arriba. Cierto, parecía un embarazo avanzado. ¡Veinte días sin evacuar! Y varios meses se omitió este evidente dato. Se indicaron laxantes, se destapó unos cinco días después. En dos días se calcularon mas de cinco kilos de excremento. El vientre disminuyó un 50% su volumen. Pero no desapareció una gran bola dura, no dolorosa. Esto es un tumor seguramente maligno. Pensé. Un ultrasonido confirmó el tumor macizo, cuyo comportamiento sugería malignidad: obstruir colon por 20 días y retención completa de orina, anemia de 8 gramos de hemoglobina y gran ataque general, sugerían malignidad. Una TAC abdominal, reconfirmó la gran masa que incluso lesionaba las vértebras lumbares. Seguramente ahí empezó el cáncer, puesto que su queja principal era el dolor ciático y las radiografías reportaban «degeneración de vértebras lumbares».

Se operó. Tumor inextirpable, quirúrgicamente. Se tomo muestra del tumor para estudio histopatológico. Se hizo colostomía, derivación de colon izquierdo, hacia una bolsa externa recolectora de excremento.

La biopsia reportó: tumor neuroectodérmico primitivo, lesión muy rara que representa una de las neoplasias malignas más indiferenciadas y agresivas. Se manifiesta por una complicada diversidad histológica, con datos clínicos muy diversos y siempre malignos; se informan casos en diferentes órganos. El pronóstico es mortal a corto plazo.

¿Qué clase de quehacer médico ofrecemos? A una persona sana se le «fabrica» neumonía potencialmente mortal en un «santiamén» y en seis meses no diagnosticamos una gran tumoración abdominal con 20 días de estreñimiento.

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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