Fidel se retuerce en su tumba; Cuba proclama: ¡Patria y vida!

A la falta de democracia se sumaron la carencia de productos básicos y la escasez de medicamentos para provocar el mayor estallido social jamás registrado, desde 1959, en uno de los países con más alto índice de represión a nivel mundial

Revuelta genera opiniones encontradas

Cuba, peor que México en libertad de prensa

El domingo 11 de julio miles de cubanos salieron a las calles para protestar en contra del Gobierno, pero esta vez no solo exigieron democracia, libertad y respeto a los derechos humanos, como sucedió durante el Maleconazo de 1994. Al grito de «¡Patria y vida!» —némesis del «¡Patria o muerte!» impuesto por Fidel Castro el 5 de marzo de 1960, tras la explosión del barco La Coubre— manifestantes de las 15 provincias alzaron sus voces, además, por la escasez de alimentos y medicinas que mantiene al país hundido en la miseria.

«Ni la censura, ni el miedo, ni las detenciones, ni los golpes, ni el lavado constante de cerebro han logrado quitar esa pequeña llamita libertaria que habita dentro de todo ser humano y que por mucho tiempo ha estado dormida en esta lista».

Yoani Sánchez, periodista

Se trata de la revuelta popular más grande y violenta que ha tenido lugar en Cuba desde el triunfo de la revolución. El encontronazo entre opositores y fuerzas del Gobierno resultó particularmente cruento. Policías acompañados por perros, escuadrones antimotines, miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, elementos de Tropas Especiales y representantes de la seguridad del estado que vestían ropas de civil para confundirse con la muchedumbre, protagonizaron escenas inéditas para la mayoría de los cubanos, donde no faltaron los disparos, las bombas incendiarias, asaltos a tiendas, almacenes, pero también a estaciones de policías e instituciones del estado.

«La revolución cubana no va a poner la otra mejilla a quienes la atacan en espacios virtuales y reales. Evitaremos la violencia revolucionaria, pero reprimiremos la violencia contrarrevolucionaria. Quien ataca a los agentes del orden, ataca al país».

Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba

Si bien el estallido inicial fue el domingo, las protestas se extendieron al menos hasta el martes. El Gobierno no ha hecho público aún el número de heridos y detenidos tras los disturbios —y no es de extrañar que jamás los comparta—, pero la oposición asegura que suman centenares en ambos grupos, sin contar a los desaparecidos. En cuanto a víctimas mortales, por el momento sólo se confirma el fallecimiento de Diubis Laurencio Tejeda, de 36 años, quien participaba, el 12 de julio, en la toma fallida de una estación de policía al sureste de La Habana.

COVID, nuevo factor

A las denuncias por la ausencia de libertades, democracia, productos básicos y el aumento de los prolongados cortes de electricidad, se suma ahora la escasez de medicamentos en medio de una pandemia que, de nueva cuenta, va al alza en la mayor de las Antillas.

Según datos del Ministerio de Salud Pública de Cuba, al 17 de julio, 3 millones 358 mil 752 personas habían recibido al menos una dosis de alguno de los candidatos vacunales desarrollados por la nación: Soberana-02 y Abdala. De ellas, ya tienen su segunda dosis 2 millones 757 mil 714 personas y tercera dosis, necesaria para completar su máximo grado de inmunización, 2 millones 108 mil 739 personas. Por lo tanto, solo el 18.6% de la población está totalmente vacunada. Para más inri, el mismo día de la revuelta, el órgano de salud reportó 6 mil 923 casos diarios de contagios —la cifra más alta registrada hasta esa fecha— con 47 muertos. Cuatro días después, el número de decesos diarios también alcanzaba un nuevo pico, 67 y para el 18 de julio el total se elevaba a mil 966.

Sin embargo, sería un error achacarle a la actual crisis sanitaria el origen del levantamiento. El desabasto médico solo vino a engrosar una lista de carencias que se hicieron presentes desde finales del siglo pasado, con el desplome de la Unión Soviética, el bloque socialista —principal fuente de abastecimiento de Cuba— y el inicio del llamado «período especial», un eufemismo empleado por el Gobierno para encubrir la debacle económica en que se sumió el país y de la cual no ha logrado salir.

Mismo perro, diferente collar

Oficialmente, los Castro ya no comandan el poder en Cuba. Fidel —máximo líder de la revolución y figura icónica de la izquierda latinoamericana— falleció el 25 de noviembre de 2016. Su hermano Raúl lo reemplazó como presidente del Consejo de Estado y de Ministros hasta 2018 y, sorpresivamente, también renunció al cargo de primer secretario del Partido Comunista de Cuba el 19 de abril de este año.

Ambas responsabilidades políticas cayeron en manos de Miguel Díaz-Canel, único máximo dirigente ajeno a la familia Castro desde 1959, pero fiel seguidor de la ideología impuesta por los hermanos.

Así como antaño lo hicieron Fidel y Raúl, hoy Díaz-Canel acusa al Gobierno de Estados Unidos de incitar a la desestabilización en el país y culpa al embargo comercial impuesto por Washington de las añejas y múltiples privaciones que sufre Cuba.

Ante el levantamiento popular, Díaz-Canel hizo válida la máxima castrista de que «las calles son de los revolucionarios» y no dudó en utilizar la maquinaria represiva del estado para acallar con golpes, bastonazos y armas de fuego a quienes coreaban consignas en contra del Gobierno y exigían mejores condiciones de vida.

«La revolución cubana no va a poner la otra mejilla a quienes la atacan en espacios virtuales y reales. Evitaremos la violencia revolucionaria, pero reprimiremos la violencia contrarrevolucionaria. Quien ataca a los agentes del orden, ataca al país», publicó el 12 de julio en su cuenta de Twitter.

El discurso oficial criminaliza a los manifestantes. Los califica de vándalos, delincuentes, mercenarios y anexionistas. Para el Gobierno, los reclamos ciudadanos no son espontáneos, sino que responden a un plan perpetrado por la CIA y la mafia anticubana de Miami —lugar común y cada día menos convincente dentro de la oratoria gubernamental— y no merecen ser atendidos.

De mano con esta estrategia, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, llegó a desestimar que haya ocurrido realmente un levantamiento popular. «El 11 de julio no hubo un estallido social. No lo hubo por la voluntad de nuestro pueblo y por el apoyo de nuestro pueblo a la revolución y a su Gobierno (…) Hubo disturbios, hubo desórdenes, en una escala muy limitada», expresó en rueda de prensa en La Habana (BBC, 13.07.21).

Ofrecen migajas

Tras los disturbios, las autoridades cubanas anunciaron el 14 de julio un paquete de medidas para atender algunas de las demandas expuestas. Entre ellas se encuentra la importación, por vía del pasajero, de alimentos, productos de aseo y medicinas, sin límite de valor y libre de pago de aranceles. Aunque, advirtieron, se trata de una medida excepcional que se mantendrá vigente hasta el 31 de diciembre de 2021. Después de esa fecha, el Gobierno «valorará» si mantiene o modifica su aplicación.

El suministro de bienes de primera necesidad, procedentes de otros países, ha sido un reclamo constante por parte de la sociedad cubana que no cuenta con otra manera para abastecerse. Sin embargo, las leyes aduaneras en Cuba son severas y muy restrictivas para evitar que las importaciones personales se conviertan en fuentes de posible abastecimiento para negocios particulares.

Aun así, la propuesta no pasa de ser una burla ante las más importantes exigencias planteadas por la sociedad cubana y que el Gobierno desestima. Respeto a los derechos humanos, democracia, libertad de expresión, pluripartidismo, cese a las detenciones políticas, deberían ser los primeros puntos a atender. No vale la pena haber derramado tanta sangre el 11 de julio, para poder cargar desde el extranjero un par de maletas extras. E4

Opinión de las protestas en contra del Gobierno cubano

¿Usted está a favor o en contra de las protestas en Cuba?

67.3%               A favor

32.7%               En contra

¿Las protestas son promovidas por EE.UU. o son una reacción libre del pueblo?

80.8%               Son una reacción libre del pueblo

19.2%               Son promovidas por EE. UU.

¿En Cuba se vive una dictadura o un régimen de libertad?

69.2%               Dictadura

30.8%               Régimen de libertad

Fuente: Massive Caller. 13.07.21


Revuelta genera opiniones encontradas

Contrario a lo que pretende demostrar el régimen cubano sobre la naturaleza aislada y delincuencial de los acontecimientos, son muchos los Gobiernos, organizaciones sociales, eclesiásticas y culturales que se suman a personas alrededor de todo el mundo para mostrar su apoyo a los manifestantes, secundar su derecho a reclamar cambios sustanciales en el país y repudiar la represión de que fueron objeto.

El jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, solicitó al Gobierno de La Habana que escuche las quejas de sus ciudadanos mientras el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, pidió que cese «la represión y la persecución» en Cuba y exigió a la «dictadura» la liberación de los detenidos tras las protestas.

El Gobierno estadounidense, máximo responsable de la revuelta a juicio de Díaz-Canel, niega cualquier injerencia de su parte y asegura que su país está a favor de la sociedad cubana en su demanda por la verdadera soberanía. «Nos unimos al pueblo cubano y a su clamoroso llamado por la libertad y alivio de las trágicas garras de la pandemia y de las décadas de represión y sufrimiento económico a las que ha sido sometido por el régimen autoritario de Cuba», compartió Biden en un comunicado (Infobae, 14.07.21).

La Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) en un comunicado publicado en su sitio web el 13 de julio, dejaba manifiesto: «Comprendemos que el pueblo tiene derecho a manifestar sus necesidades, anhelos y esperanzas y, a su vez, a expresar públicamente cómo algunas medidas que han sido tomadas le están afectando seriamente».

La periodista Yoani Sánchez, directora del portal de noticias 14ymedio.com, tampoco se quedó callada. «Ni la censura, ni el miedo, ni las detenciones, ni los golpes, ni el lavado constante de cerebro han logrado quitar esa pequeña llamita libertaria que habita dentro de todo ser humano y que por mucho tiempo ha estado dormida en esta lista» (La Nación, 12.07.21).

El prestigioso compositor y guitarrista cubano, Leo Brouwer, publicó en Facebook: «Nunca imaginé que las fuerzas del orden en Cuba fuesen a agredir a gente común y pacífica como somos los cubanos».

Otros artistas de la talla de Gloria Estefan, Adalberto Álvarez, Chucho Valdés, Haydee Milanés (hija de Pablo Milanés), Julieta Venegas, Ricardo Montaner, Ricky Martin, Residente, Daddy Yankee, Marc Anthony y Luis Fonsi, también se mostraron a favor de los manifestantes y sus reclamos de libertad.

Saltillo se suma

La capital coahuilense fue escenario para que una caravana de representantes de la comunidad cubana en la ciudad, junto a mexicanos que apoyan su causa, desfilara por las principales vías, llamando la atención con claxonazos y consignas.

La comitiva se reunió el 14 de julio cerca de las instalaciones del Instituto Nacional de Migración, y desde allí partieron apertrechados con bocinas, instrumentos musicales y pancartas donde se compartían frases de apoyo a los residentes en el archipiélago. Durante su trayecto se entonó en repetidas ocasiones La Bayamesa y el Himno Nacional de Cuba.

Piden fin del embargo

En contraparte, los Gobiernos favorables al régimen comunista demandan poner fin al embargo económico que Estados Unidos mantiene sobre la mayor de las Antillas. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, fue uno de ellos, junto con su homólogo de Argentina, Alberto Fernández, y el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien aseguró, vía Twitter, que el bloqueo «es una forma de matar a seres humanos que no están en guerra».

El mandatario nicaragüense, Daniel Ortega, hizo una pausa en la cruzada personal que sostiene contra los opositores de su Gobierno, para enviarle una carta de apoyo a su par Díaz-Canel y solidarizarse con su posición.

Por su parte, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se ajustó otra vez a los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos, pero de igual forma pidió el cese al bloqueo.

«La verdad es que, si se quisiera ayudar a Cuba, lo primero que se debería hacer es suspender el bloqueo […] como lo están solicitando la mayoría de los países del mundo. Eso sería un gesto verdaderamente humanitario. Ningún país debe ser cercado, bloqueado; eso es lo más contrario que puede haber a los derechos humanos», expresó (CNN, 12.07.21). E4


Cuba, peor que México en libertad de prensa

Para comprender por qué el régimen cubano persigue con tanta saña a quienes se atreven a emprender el periodismo independiente al interior del país, es importante recordar que, desde el triunfo de la revolución, el 1 de enero de 1959, todos los medios de comunicación nacionales han estado al servicio del oficialismo.

Antes del surgimiento de Internet, a Fidel Castro le resultaba relativamente fácil mantener el control absoluto de la información que se consumía en Cuba pues era proporcionado por su propio Gobierno. El acelerado desarrollo de la tecnología, sin embargo, dio al traste con este mecanismo y abrió puertas que los líderes políticos del archipiélago hubiesen preferido mantener cerradas.

La posibilidad de acceder a fuentes de noticias internacionales, primero, y llegar a implementar portales digitales de comunicación propios, después, dio paso a un maremágnum de información que ayudó a los cubanos a conocer más de un mundo del cual solo se les ofrecían fragmentos celosamente seleccionados por la dirigencia política.

En un desesperado intento por reducir estas opciones informativas, se incrementó la persecución de blogueros y periodistas al servicio de medios de comunicación no oficiales, a quienes se les acosa o encarcela arbitrariamente para acallarlos y confiscarles sus materiales de trabajo.

No es de extrañar que, con la revuelta del 11 de julio, una de las medidas adoptadas por Miguel Díaz-Canel fuera el corte del servicio de Internet para evitar que los manifestantes se organizaran vía redes sociales o transmitieran los hechos. Tampoco faltaron detenciones de comunicadores. Entre ellos estuvo la periodista cubana Camila Acosta, que escribe para el diario ABC, la youtuber Dina Fernández y dos colaboradores de 14ymedio.com que se encuentran desaparecidos, pero cuyas identidades no han sido reveladas. Al fotoperiodista español, Ramón Espinosa, de la agencia Associated Press, no le fue mucho mejor. Su acreditación oficial —emitida por el Estado— no lo salvó de que la policía cubana le fracturara la nariz. Otra fotoperiodista, Eliana Aponte, fue despojada de su equipo mientras cubría las manifestaciones.

La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2021, de Reporteros sin Fronteras, traduce en números las dimensiones de esta problemática. Mientras México, uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo a nivel mundial, ocupa el lugar 143 —de 180 naciones—, Cuba se encuentra en el puesto 171, por encima de cualquier otro país de Latinoamérica. E4

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

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