Gabriel Boric da un toque de frescura a la izquierda viciada de América Latina

El millennial asumirá la presidencia de Chile repleto de grandes expectativas, pero con un Congreso dividido que lo obligará a negociar sus reformas. México, de la mano de la Alianza del Pacífico, forma parte de la agenda del nuevo Gobierno en el país andino

La izquierda en América Latina practicó otro importante paso hacia su consolidación en el poder político de la región con la victoria de Gabriel Boric en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Chile, el pasado 19 de diciembre, y suma a la nación sudamericana al bloque liderado por México, Argentina, Perú, Bolivia, Honduras, Nicaragua, Venezuela y Cuba.

Con apenas 35 años —lo que lo convierte en el presidente electo más joven en la historia de Chile— Gabriel Boric, candidato de izquierda por la coalición Apruebo Dignidad, derrotó en las urnas al ultraderechista José Antonio Kast, quien se presentó como abanderado de otra coalición, el Frente Social Cristiano, en cuyo seno incluía al Partido Republicano, definido como ultraconservador, pinochetista y autoritario.

«Hemos llegado hasta acá con un proyecto de Gobierno que puede sintetizarse en pocas y simples palabras: avanzar con responsabilidad en los pasos estructurales que Chile viene demandando, sin dejar a nadie atrás».

Gabriel Boric, presidente electo de Chile

Aunque fue necesario organizar una segunda jornada electoral, la victoria del diputado de la república en representación de la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, resultó contundente al recibir 55.87% de los votos, sobre 44.13% de su contrincante. Se calcula que acudieron a las urnas 8.3 millones de personas, cerca del 56% de los votantes, casi 10% más de los que se presentaron a la primera ronda.

En un gesto democrático, José Antonio Kast reconoció el triunfo del joven político: «Desde hoy es el presidente electo de Chile y merece todo nuestro respeto y colaboración constructiva», aseveró. Apenas 13 días después de su descalabro en los comicios, el 1 de enero el líder del Frente Social Cristiano renunciaba a su cargo como presidente del Partido Republicano. «Llegó la hora de que un nuevo liderazgo asuma la conducción del partido para los próximos meses y que todos nos pongamos a disposición para lograr sus objetivos», expresó en un comunicado de prensa.

«Felicito al pueblo de Chile, abrazo al pueblo hermano de Chile, han dado un ejemplo a la América Latina y para el mundo. Es un triunfo de la democracia en Chile y en América Latina».

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México

El triunfo de Gabriel Boric, quien asumirá su cargo el 11 de marzo, cambia la tendencia política en Chile que durante las últimas tres décadas ha sido dirigido por mandatarios más cercanos al centro político y deja en suspenso su capacidad para mantener el rumbo de las transformaciones sociales, económicas y políticas que exige el país.

México en la agenda

La simpatía que profesa Gabriel Boric por México y su mandatario, Andrés Manuel López Obrador, quedó manifiesta desde 2018, cuando el líder de Morena se impuso por amplio margen en las elecciones presidenciales de ese año y el joven legislador chileno retomó una de las frases del tabasqueño para felicitarlo a través de su cuenta oficial de Twitter. «“Por el bienestar de todos, primero los pobres”, dice el nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Clarito», publicó entonces.

Esta vez, fue López Obrador quien aprovechó la victoria del chileno para hacer lo propio durante la conferencia matutina del 20 de diciembre, donde calificó el resultado electoral como un triunfo para la democracia. «Expresar nuestra satisfacción y alegría, es inocultable, por el triunfo de Gabriel Boric en Chile […] Abrazo al pueblo hermano de Chile. Han dado un ejemplo para América Latina y para el mundo. El triunfo de la democracia en Chile, América Latina, el Caribe y en el mundo», opinó.

Gabriel Boric ya adelantó que en materia de política exterior su futuro Gobierno priorizará la relación con la Alianza del Pacífico, que su país integra junto a Colombia, México y Perú. «Vamos a darle en el futuro prioridad a la Alianza del Pacífico. Ya he conversado con varios de los presidentes, en particular con (Andrés) Manuel López Obrador de México, con el presidente (Iván) Duque, de Colombia, y hemos estado en contacto también con la Cancillería de Perú», señaló (El Universal, 27.12.21).

Nacida por iniciativa del exmandatario peruano Alan García (2006-11), la Alianza del Pacífico se selló formalmente en junio del año 2012 y es un mecanismo de articulación política, económica, de cooperación e integración que busca encontrar un espacio para impulsar un mayor crecimiento y mayor competitividad de las cuatro economías que la integran. Uno de sus principales mercados objetivo es el que se extiende en el litoral asiático del Pacífico, una de las regiones fundamentales de la economía global.

Gabriel Boric no muestra el mismo entusiasmo por el Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur) y prefirió declinar la invitación del presidente saliente, Sebastián Piñera, para acompañarlo a finales de enero a un viaje a Colombia donde se celebrará la cumbre del grupo compuesto por Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay y Perú.

«Respecto a Prosur nos parece que es una agenda propia del mandatario Piñera, que está en su legítimo derecho», señaló. Sin embargo, también añadió que por el momento prefiere abocarse a trazar sus perspectivas de colaboración de acuerdo con los «tremendos desafíos» regionales y mundiales.

Retos y perspectivas

Como parte de sus promesas de campaña, Gabriel Boric se comprometió a cuidar la democracia, fomentar el respeto a los derechos humanos, mejorar el acceso a la salud, combatir al narcotráfico, defender a las mujeres y a las minorías, luchar contra la crisis climática y atender las demandas de igualdad que provocaron el estallido social en octubre de 2019.

Llevar a la práctica este paquete de propuestas no pinta fácil en una nación sujeta desde hace décadas a las reglas del libre mercado, cuya población desconfía de la clase política y que ahora enfrenta, además, los embates de la COVID-19, causante de más de 1.8 millones de contagios y 39 mil muertes en su territorio.

Aumentar los impuestos a los más ricos y a las grandes empresas, poner fin al actual sistema de pensiones y transformar el sistema de salud, con la idea de crear un Estado de bienestar, apuntan a ser los primeros pasos del próximo Gobierno.

Por el momento Gabriel Boric ya anunció que se opondrá a iniciativas que «destruyan» el país, como el caso, aseguró, del proyecto minero de hierro, cobre y oro, Dominga, cuya ubicación causaría un grave daño ambiental. «Destruir el mundo es destruirnos a nosotros mismos. No queremos más zonas de sacrificio, no queremos proyectos que destruyan nuestro país, que destruyan a las comunidades y lo ejemplificamos en un caso que ha sido simbólico: No a Dominga», enfatizó.

Sin embargo, el reto más difícil para Gabriel Boric cuando asuma la presidencia será lidiar con un Congreso dividido, donde su coalición carece de mayoría en cualquiera de las dos Cámaras, por lo que estará obligado a pactar con las fuerzas políticas para impulsar sus proyectos de ley.

Para ello tendrá que empezar por mantener el respaldo de quienes fueron sus aliados en el balotaje —fuerzas que van desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista—. Si las reformas que propone el nuevo presidente pintan demasiado extremas podría perder el apoyo de sus aliados más conservadores. En cambio, si los radicales en su bando consideran que está haciendo muchas concesiones, terminarán por darle la espalda.

Otro factor para no perder de vista es la necesidad de un alto financiamiento para ejecutar su ambicioso plan social pues su apuesta implica más participación del Estado, sobre todo en lo que respecta al sistema de pensiones, la salud y la educación. El problema es que Chile, como la inmensa mayoría de los países del mundo, afectados por la pandemia, está a las puertas de una contracción económica. El Fondo Monetario Internacional estima para el país sudamericano un crecimiento económico de apenas 2.5%. Súmese a ello que la inflación sigue en aumento y ya ronda los siete puntos, la tasa más alta en casi cuatro décadas.

Por último, habrá que seguir de cerca su relación con la élite empresarial que ha mostrado inquietud por las propuestas de aumentar los impuestos y transformar el sistema de pensiones, actualmente en manos del sector privado. Gabriel Boric tendrá que convencer a los empresarios de que las medidas que propone serán graduales y así evitar una estampida de capital o el rechazo de los inversionistas.

No de balde, en su primer discurso a la nación tras el triunfo electoral, hizo hincapié en la unidad y la implementación de cambios escalonados. «El futuro de Chile nos necesita a todos. Los avances sustantivos para ser sólidos, y para durar, van a ser peldaño a peldaño, para no desbarrancarnos ni arriesgar lo que cada familia ha luchado» (Reforma, 19.12.21).

Todo ello, sin olvidar que el país está abocado a la redacción de una nueva Constitución que reemplazará a la nacida en 1980, en la dictadura de Augusto Pinochet, y que ha sido modificada una cincuentena de veces en los últimos 40 años.

En ese sentido, Gabriel Boric aseguró que se dedicará a velar por que el proceso de redacción del documento se haga de la mejor manera. «Por primera vez en nuestra historia estamos escribiendo una Constitución de forma democrática, paritaria, con participación de los pueblos originarios. Cuidemos entre todos este proceso para tener una Carta Magna que sea de encuentro y no de división» (El País, 20.12.21).

¿Más para 2022?

Colombia y Brasil son dos naciones que podrían engrosar aún más la izquierda latinoamericana este año.

La primera vuelta de las presidenciales colombianas está fijada para el 29 de mayo y la segunda vuelta —en caso de ser necesario— para el 19 de junio. La mayoría de las encuestas de intención de voto ponen al frente al izquierdista Gustavo Petro, un economista, exguerrillero y exalcalde de Bogotá que perdió el balotaje de 2018 ante el actual presidente Iván Duque y hoy tiene el apoyo de los partidos Colombia Humana, Unión Patriótica, Partido Comunista Colombiano.

De vencer Petro, por primera vez un candidato de izquierda sería electo presidente de Colombia. El Barómetro de las Américas, elaborado por la Universidad de Vanderbilt, muestra un escenario muy factible para que esta eventualidad tenga lugar. Según sus datos, la distribución ideológica de Colombia se ha desplazado paulatinamente a la izquierda. Si en 2004 había más de un 20% autodefinidos como de extrema derecha, en 2019 no llegaban al 15%. El descenso se produce en todas las categorías más allá del centro para añadir a las de la izquierda.

En Brasil, mientras tanto, todos esperan un encontronazo entre el actual presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro y el expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, absuelto de las condenas por corrupción que lo mantuvieron 580 días en la cárcel.

Si bien Lula da Silva no ha formalizado su intención de ir por la candidatura, una encuesta de Datafolha, de mediados de diciembre, muestra que el líder del Partido de los Trabajadores lidera con el 47% la intención de voto. Un número que le permitiría ganarle a Bolsonaro en primera vuelta, el 2 de octubre. La segunda, de aplicarse, sería el 30 del mismo mes.

Lula da Silva ha mantenido un perfil bastante bajo, pero eso no le ha impedido ser crítico con el presidente Bolsonaro por su inefectiva respuesta ante la pandemia y el débil desempeño económico de Brasil.

«Mi papel es intentar organizar las fuerzas de izquierda y las fuerzas democráticas para el objetivo de terminar con el actual Gobierno de extrema derecha […] Aunque en realidad Brasil no tiene Gobierno. Tengo un enorme deseo de recuperar a Brasil», dijo (La Nación, 12.12.21). E4

Alianza del Pacífico

  • Creada en 2012.
  • La conforman Chile, México, Colombia y Perú.
  • Constituye la octava potencia económica y la octava potencia exportadora a nivel mundial.
  • En América Latina y el Caribe, el bloque representa el 41% del PIB y atrae el 38% de la inversión extranjera directa.
  • Se orienta hacia la modernidad, el pragmatismo y la voluntad política para enfrentar los retos del entorno económico internacional.
  • Ofrece ventajas competitivas para los negocios internacionales, con una clara orientación a la región Asia-Pacífico.
  • La población es en su mayoría joven y constituye una fuerza de trabajo calificado, así como un mercado atractivo con poder adquisitivo en constante crecimiento.

Fuente: alianzapacifico.net


¿Ideología progresista o retrógrada?

Con la inclusión de Chile a la izquierda latinoamericana, esta tendencia política parece encaminada a revivir una de sus mejores épocas en la región —sino la mejor— cuando en la primera década del presente siglo coincidieron sus grandes exponentes: Fidel Castro, en Cuba; Hugo Chávez, en Venezuela; Evo Morales, en Bolivia; Rafael Correa, en Ecuador; Cristina Fernández de Kirchner, en Argentina; José Mujica, en Uruguay; Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil y Daniel Ortega, en Nicaragua. Este último aún en posesión del cargo y Lula da Silva con grandes posibilidades de recuperarlo.

En 2022 la compañía de Gabriel Boric no será tan vasta, pero igual aparece marcada por estilos de Gobierno muy distintos. Aunque inscritos en el mismo bando, no son comparables el conservadurismo de Pedro Castillo, en Perú, o la mesura de Alberto Fernández, en Argentina —que le valió ser calificado como una «administración débil» por el diario británico The Economist— con el autoritarismo de Nicolás Maduro, en Venezuela, o la abierta tiranía de Daniel Ortega, en Nicaragua.

El arribo de Gabriel Boric al poder viene cargado de grandes expectativas y la apuesta por una izquierda progresista con visión de futuro, donde temas como la lucha ambientalista, el desarrollo económico sustentable, la igualdad de géneros, la aceptación de la diversidad sexual, el interés por escuchar la voz de los jóvenes, conformen puntos importantes en la agenda de Gobierno.

Quedará en manos del joven político chileno evadir los peores vicios y cantos de sirena de la izquierda más retrógrada, especialmente aquellos relacionados con la permanencia en el poder, una práctica tan común como nefasta en la mayoría de las naciones adscritas a esta ideología, donde las Constituciones se mueven a conveniencia para permitirles a sus líderes eternizarse en el cargo de presidente. Basta recordar que Fidel Castro estuvo 49 años al frente del Gobierno de Cuba; Evo Morales lo hizo por 13 años en Bolivia —tuvo que renunciar presionado por protestas y acusaciones de fraude en las elecciones generales de 2019—; Hugo Chávez ocupó durante 11 años el Palacio de Miraflores, hasta el día de su muerte. La lista es larga y se extiende hasta el presente. En Nicaragua, Daniel Ortega recién acaba de asegurar su cuarto mandato consecutivo —quinto en total— luego de mandar a prisión a 39 representantes de la oposición, y en Venezuela, el delfín de Chávez, Nicolás Maduro, se ha mantenido en la presidencia desde 2013 gracias al uso indiscriminado de leyes habilitantes y el apoyo del ejército y la policía.

En Chile, tras las reformas de 2005 a la Constitución, el mandato presidencial quedó fijado con una duración de cuatro años sin posibilidad de reelección para el período siguiente. Sin embargo, en 2018 la coalición Chile Vamos presentó un proyecto de ley para permitir la reelección presidencial inmediata. La iniciativa se mantiene a la espera de ser aprobada. E4

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

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