El juicio que enfrenta en Estados Unidos y el documental de Netflix sobre el caso Cassez-Vallarta —basado en un libro de Jorge Volpi— revelan el poder suprapresidencial que tenía el exsecretario de Seguridad. La cruzada contra el narco de los últimos sexenios incluyó montajes, sobornos y torturas; Loret de Mola, desenmascarado
El Gólem Margolis: «Tú y yo somos hombres blancos»
Dos caras de la justicia. Mientras un juez estadounidense le advierte al Departamento de Estado que las pruebas sobre conspiración para asesinar testigos pueden distraer al jurado sobre los cargos por narcotráfico que enfrenta Genaro García Luna, los tribunales mexicanos avalaron la trama de montajes, sobornos y torturas que urdió el titular de la extinta Agencia Federal de Investigación (AFI) en el Gobierno del presidente Vicente Fox (2000-2006) y de la Secretaría Seguridad Pública (SSP) con Felipe Calderón (2006-2010).
La serie documental de Netflix «El caso Cassez-Vallarta», basada en el libro Una novela criminal de Jorge Volpi (Alfaguara, 2018), recuerda que incluso a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) le tembló la mano para ordenar la liberación de la ciudadana francesa Florence Cassez, sentenciada por secuestro en un proceso repleto de irregularidades. El 9 de diciembre de 2005, Televisa y TV Azteca transmitieron «en vivo y en directo» la detención de Cassez y su novio mexicano Israel Vallarta en el Rancho Las Chinitas, en Cuernavaca, Morelos, donde fueron «liberadas» tres personas secuestradas. El mega-operativo resultó ser un montaje, pues los acusados habían sido detenidos un día antes en la carretera México-Cuernavaca.
En 2007, Cassez recibió una condena de 60 años de prisión por su participación en la supuesta banda de secuestradores «Los Zodiaco» liderada por Vallarta, quien se encuentra preso sin sentencia desde hace 17 años.
Un lustro más tarde, Florence recuperó su libertad tras un fallo de la SCJN a favor de un proyecto de sentencia elaborado por el entonces ministro Arturo Zaldívar, en el que señala que las «vulneraciones a sus derechos humanos son de tal manera graves que crearon un efecto corruptor en todo el proceso». En la serie, Zaldívar recuerda que tras presentar su proyecto fue interceptado por policías con armas largas y «no conformes con ello se metieron en mi casa con la idea de que ahí iban a encontrar algo que (me) pudiera perjudicar».
Pese a que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció que trabaja en un decreto para liberar a reos que han sido víctimas de tortura o que llevan más de 10 presos sin sentencia, Israel Vallarta continúa tras las rejas. El argumento es que está procesado por otros dos casos de secuestro, pero su defensa acusa que éstos también fueron fabricados para sustentar la existencia de «Los Zodiaco».
De hecho, Luis Cárdenas Palomino, el brazo ejecutor de Genaro García Luna al frente de la Dirección de Investigación Policial de la AFI, fue detenido en julio de 2021 por ordenar la detención y tortura de familiares de Vallarta, quienes resultaron exonerados por delitos de secuestro.
Si bien la docuserie —escrita por Alejandro Gerber y dirigida por Gerardo Naranjo— está basada en una detallada investigación de Volpi, la obra cinematográfica aporta entrevistas de alto calado que dejan muy mal parado a los Gobiernos de Fox y Calderón. El primero, por darle rienda suelta a García Luna; el segundo, por protegerlo.
La soberbia con la que se expresa Calderón en el filme contrasta con la seriedad y convicción del expresidente francés Nicolas Sarkozy, quien asegura que García Luna era más poderoso que el mandatario mexicano. Las presiones del Gobierno de Francia para liberar a Cassez aumentaron luego de que Sarkozy se sintiera traicionado por Calderón y provocaron una ruptura diplomática entre ambos países.
El documental presenta además una conversación inédita con el empresario de origen judío Eduardo Margolis, personaje muy cercano a la cúpula de seguridad del país y temido tanto por criminales como por funcionarios (ver nota secundaria).
García, quien está detenido desde 2019 en EE.UU. acusado de recibir sobornos del cartel de Sinaloa para facilitar el tráfico de al menos 53 toneladas de cocaína, no solo hizo lo que quizo en los sexenios de Fox y Calderón, sino que empresas en las que participan él y sus familiares recibieron transferencias millonarias de dependencias del Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018), incluidos 2 mil millones de pesos de la Secretaría de Gobernación al mando de Miguel Osorio Chong, según revela una investigación de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Fiscalía General de la República (FGR).
El juicio contra el «súper policía» de Calderón comenzará el 9 de enero de 2023 en una corte de Nueva York y será presidido por Brian Cogan, el mismo juez que en 2018 condenó a Joaquín «El Chapo» Guzmán a cadena perpetua por 10 cargos de narcotráfico.
Y si bien el Gobierno mexicano espera recuperar hasta 250 millones de dólares que la justicia estadounidense le incautó a García, el extitular de la UIF, Santiago Nieto, advierte que la FGR está arriesgando el proceso al acusar que el contrato con el despacho privado que representa a México en EE.UU. es ilegal por haberse entregado sin licitación de por medio.
La firma estadounidense Krupnick Campbell Malone Slama Buser Hancock (KCM), contratada por Nieto en 2020, se quedaría con el 30% de los montos recuperados en cada litigio, lo que podría representar hasta 75 millones de dólares.
«La investigación emprendida contra este contrato por la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción, por causas inexplicables y al parecer personales, pone en riesgo los avances que ha obtenido el Estado mexicano para recuperar los 250 millones de dólares que se llevó Genaro García Luna; esto porque otorga argumentos a la justicia norteamericana para no reconocer la legitimidad de la petición», indicó (Animal Político, 07.09.22)
«Los únicos beneficiados (…) son García Luna, sus cómplices (la familia Weinberg) y el despacho de abogados que los representa en México, encabezado por Agustín Acosta Azcón», acusa.
Montaje fallido
El libro de Volpi no es el primero que aborda el tema del montaje de la AFI en el Rancho Las Chinillas. Fábrica de culpables de Anne Vigna y Alaine Devalpo (Grijalbo, 2010) y El teatro del engaño de Emmanuelle Steels (Grijalbo, 2015) también denuncian las irregularidades del caso.
Todos detallan los pormenores y el alcance del célebre montaje transmitido en vivo por el noticiero matutino Primero Noticias de Carlos Loret de Mola, cuyas declaraciones en la mini serie lo hunden aún más.
El periodista estrella de Televisa no solo ignoró las advertencias de la jefa de redacción del programa, Laura Barranco, quien le pidió detener el reportaje en repetidas ocasiones por lo sospechoso del operativo y por el riesgo de exhibir como criminal a una persona extranjera («Francia no es México», insistía), sino que incluso justificó la tortura de Vallarta por el momento de hartazgo social que vivía México.
«Yo cometí un error periodístico. No me di cuenta que aquello era un montaje. Esos golpes y jaloneos (a Vallarta) deberían haberse hecho notar, (pero) en ese momento la sociedad estaba brutalmente agraviada por los secuestros (…) Si nadie levantó la voz es por ese agravio», señala.
El reportero de Televisa en el lugar de los hechos, Pablo Rainah, también hace una defensa inverosímil de su actuación.
Todavía el 5 de febrero de 2006, tanto García Luna, entonces director general de la AFI, como Jorge Rosas, titular de la Unidad Especializada en Investigación y Secuestros de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), negaron el montaje ante la periodista Denise Marker en el programa Punto de Partida, en el cual fueron enfrentados por Cassez vía telefónica.
Un día después, acorralados por la embajada francesa, Luna y el entonces procurador Daniel Cabeza de la Vaca, tuvieron que aceptar que la detención de Vallarta y Cassez ocurrió un día antes y en otro lugar, aunque argumentaron que el operativo fue actuado «a pedido de la prensa». «No hubo montaje. Lo único que hemos tratado nosotros es de servirlos a ustedes (la prensa)», dijo el procurador.
A pesar del escándalo, los tribunales mexicanos negaron todos los recursos presentados por las defensas de Cassez y Vallarta y Genaro García Luna fue premiado con el cargo de secretario de Seguridad Pública en el Gobierno de Calderón.
El dúo Luna-Palomino
El 10 de diciembre de 2019, García Luna fue detenido en Dallas, Texas, para enfrentar tres cargos por conspirar para traficar cocaína y uno por realizar declaraciones falsas para obtener su residencia.
Durante el juicio contra «El Chapo» Guzmán, varios testigos declararon que García Luna estaba entre los altos funcionarios que recibieron sobornos del Cartel de Sinaloa. Desde 2020, el exsecretario de Seguridad enfrenta una orden de aprehensión en México, por un presunto enriquecimiento ilícito que alcanza los 27 millones de pesos.
El pasado 12 de septiembre, el presidente López Obrador lo comparó con José María Córdoba Montoya, el polémico asesor del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y con Nazar Haro, director de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS).
«En el caso de García Luna, coincidimos con el expresidente de Francia (Sarkozy). Mi conclusión al final fue: “este era el brazo derecho” (de Calderón), así como tenía mucha influencia Córdoba Montoya con Salinas de Gortari», señaló en conferencia de prensa.
«Todos estos jóvenes que salieron del Cisen (Centro Nacional de Inteligencia) desde la época de Salinas y que, sin principios, sin ideales, sólo con el afán autoritario que querían ser policías y tener poder, y vaya que lo lograron, pero qué daño causaron, porque lo que pasó durante el tiempo de Calderón y en el sexenio pasado fue muy parecido a la Guerra Sucia de los años 60», añadió.
Por su parte, Luis Cárdenas Palomino —quien en 2009 recibió la primera Medalla al Valor otorgada por Calderón—, está detenido desde julio del año pasado acusado de ser el instigador y autor material de la tortura que sufrieron Mario Vallarta Cisneros —hermano de Israel— y Sergio Cortez Vallarta —sobrino de Mario e Israel—, quienes fueron obligados a firmar confesiones en las que aceptaban ser integrantes de la banda de secuestradores «Los Zodiaco».
En las grabaciones de TV Azteca del montaje de 2005, se puede ver cómo Cárdenas Palomino, vestido con una gabardina negra, abre la puerta a los policías que supuestamente irrumpían en la habitación donde se encontraban Vallarta y Cassez. Su vestimenta también ayuda a identificarlo como el hombre que golpea a Vallarta para que se asuma como secuestrador ante las cámaras.
Si bien De Mola sostiene que no se dio cuenta de que se trataba de un montaje, Laura Barranco lo acusa de haber ocultado la presencia de Cárdenas Palomino.
«Sí se dio cuenta… él junto con Azucena Pimentel, hoy trabajadora de Comunicación Social en Presidencia, ambos cubrieron el rostro, para que no transmitiera, que ahí estaba Luis Cárdenas Palomino, infringiendo tortura a Israel Vallarta, de eso sí son responsables», dijo (Aristegui Noticias, 30.10.22)
En diciembre de 2012, tras haber sido acusado por el narcotraficante Edgar Valdez Villarreal, «La Barbie», de recibir sobornos por parte del crimen organizado, Cárdenas se alejó de la administración pública. En junio pasado, un tribunal federal confirmó su auto de formal prisión, por lo que permanecerá recluido en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, Estado de México, a la espera de su juicio. E4
El Gólem Margolis: «Tú y yo somos hombres blancos»
En la serie documental de Netflix El caso Cassez-Vallarta: Una novela criminal, Sebastian Cassez asegura que la detención de su hermana Florence fue parte de una venganza del empresario de origen judío Eduardo Margolis por una fallida sociedad comercial.
Según relata, su entonces cuñado Israel Vallarta se ofreció a ayudarlo a esconder unos vehículos que Margolis intentaba recuperar, por lo que éste acudió a Genaro García Luna y a Luis Cárdenas Palomino para intervinieran a su favor.
En 2007, el empresario negó estos señalamientos ante las autoridades federales. En 2016, su nombre volvió a aparecer en un expediente en el que se lo acusa de ordenar la tortura de Israel Vallarta, cuando estaba detenido en la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO).
Con rostro difuminado y voz distorsionada, Eduardo Margolis reconoce en el documental que ese día estuvo en las oficinas de la SEIDO, pero que fue por motivos de negocios, ya que le vendía vehículos blindados a la dependencia.
Sebastien, quien fue socio de Margolis en Radiancy de México y Sauna Italia de México —dedicadas a la venta de productos y equipos de belleza—, señala que «Margolis contaba con un equipo súper profesional que se desempeñaba como intermediario para resolver secuestros. Una fuente fidedigna, que sería peligroso identificar, descubrió que Margolis era en realidad una especie de jefe de seguridad de la comunidad judía de México. Según informaciones que recabó mi fuente, fue miembro del Mossad, órgano de inteligencia israelí».
«Lo que me preocupó mucho más fue saber que Margolis tenía excelentes contactos con la AFI. Su equipo de rescate de secuestrados trabajaba con agentes de ese organismo. La misma fuente me explicó también que Margolis importaba armas y municiones para la Armada de México», agrega.
El pasado 1 de septiembre, en una entrevista con Milenio, Margolis hace honor a su sobrenombre de «El Gólem» (un mítico guerrero de barro que defiende a los guetos judíos de los ataques antisemitas): «El que se mete con la comunidad judía, se mete conmigo», advirtió.
Así lo describe el periodista Óscar Balderas en la nota: «Su biografía alcanza dimensiones de leyenda en su comunidad: El Gólem perdió a su padre a los 14 años y pese a la ausencia de esa figura paterna logró amasar una fortuna que nadie sabe calcular. Él y su equipo han participado en la resolución silenciosa de más de 400 secuestros, algunos de los casos de más alto perfil del país. Lo han querido asesinar más de 11 veces, pero siempre sale ileso aunque se mueve sin guardaespaldas».
En la entrevista, que no pudo ser grabada y que incluyó una sola fotografía —de espaldas y junto a un Batman—, Margolis niega haber estado involucrado en el caso Cassez-Vallarta. «Esto de que yo chingué a Vallarta y a la francesa por unas camionetas es una mentira. Que quede clarísimo: eso lo inventaron para evadir sus responsabilidades (…) Ni García Luna ni Cárdenas Palomino son mis amigos. Los conozco, pero hasta ahí», señala.
El poder de Margolis queda reflejado en el último capítulo de la docuserie de Netflix, cuando Florence Cassez, ya libre en Francia, le da muestras de respeto y se ríe de sus chistes en una conversación telefónica que parece de amigos —luego se arrepiente—.
«¿Cómo crees que voy a permitir que usen mi nombre para golpearte? Tú y yo somos hombres blancos, Florence… Los delincuentes son Israel y los policías (…) ¿Y qué hacen Genaro (García Luna) y Luis (Cárdenas Palomino)? Yo creo, deciden hacer una campaña de publicidad. ¿Y cómo haces una campaña de publicidad? Pues con una novela. ¿Y cuál es la novela? Pues Israel Vallarta y la francesa…», dice El Gólem. E4