¿Pasos de gigante o de cangrejo?

La disyuntiva para curar el cáncer que mata la seguridad social del magisterio

La muerte sigue rondando las clínicas del magisterio, ha dicho la Coalición de Trabajadores de la Educación para dimensionar la gravedad del problema que prevalece en el Servicio Médico de los Trabajadores de la Educación de Coahuila, pero ahora, ante los últimos y conmovedores sucesos, un amigo maestro precisa: «No, la muerte ya no ronda esas clínicas, la muerte ya está adentro».

Es cierto, desde hace años la muerte está ahí, acechando en los pasillos y habitaciones, a la espera de un descuido, una negligencia, una tardanza en la realización de una cirugía o un procedimiento de hemodiálisis, radiación o quimioterapia; la muerte ya hizo de esas clínicas su aposento, y ahí deambula, día y noche, lista para aprovechar la falta de medicamentos, de equipo o de instrumental, atenta a que la indiferencia, la indolencia o el absurdo e infame burocratismo complique y entorpezca la atención porque falta un papel, un convenio, una carta de autorización para una intervención urgente.

Todo eso y más espera la muerte para llevarse a otra persona, así sea un adulto, como el maestro Pascual Francisco Ibarra, fallecido en noviembre pasado, o infantes, como Adan y Danae, los gemelos que perdieron la vida hace unas semanas. Lamentablemente, no son los únicos casos, los medios de comunicación han referido otros hechos funestos ocurridos en años anteriores y hay muchos otros que por diversas razones los afectados y familiares no los hacen públicos. Y es que desde hace 13 años las cosas van de mal en peor. La falta de atención es el pan de cada día de muchos pacientes. Como si de un calvario se tratara, un viacrucis terrible es el que padecen los derechohabientes que van de Herodes a Pilatos en busca de que su enfermedad sea curada, pero la atención que por ley merecen no llega. La respuesta de las autoridades en la mayoría de los casos: «no se puede», «no hay condiciones», «no hay dinero», «hay que esperar», «esperar», «esperar», y en esa espera se les va la vida a los pacientes.

Es cierto que todo este deterioro, esta serie de carencias y deficiencias viene de varios sexenios atrás, pero por mandato popular, desde el 1 de diciembre de 2023 esa obligación constitucional compete ahora al actual Gobierno del estado.

Con esa premisa, y a partir de la demanda de la Coalición de Trabajadores de la Educación, el Gobierno ha abierto ya el diálogo con los derechohabientes y se han tomado las primeras medidas emergentes. Por disposición del gobernador Manolo Jiménez, bajo la coordinación del secretario de Gobierno, Oscar Pimentel, se acordó con la Coalición la puesta en marcha de un mecanismo mediante el que se está dando atención a casos urgentes.

A la par se instalarán cuatro mesas de trabajo en las que se plantearán las decisiones y acciones que apunten hacia la solución integral del problema en los diferentes aspectos de la seguridad social: salud, pensiones, vivienda y seguro de vida, pero por la gravedad del problema se ha iniciado con la mesa de salud, en la que esperamos haya verdadera voluntad política para poder revertir la serie de situaciones que a lo largo del tiempo se han articulado de tal forma y a tal grado, que constituyen un esquema perverso de violencia estructural contra los derechos humanos.

Por ello, es necesario que se tomen decisiones y se implementen acciones que de manera concreta y tangible aterricen el sentido que, hasta ahora en el discurso, supone el eslogan político de Manolo Jiménez: «Pa’delante, a pasos de gigante».

Si de verdad se quiere resolver el problema de fondo y acabar con sus causas, pasos de gigante se darán cuando el Gobierno asuma, sin titubeos y como lo ordena la Constitución de Coahuila, el mando total de las instituciones de seguridad social del magisterio, empezando por el Instituto de Servicio Médico de los Trabajadores de la Educación.

Pasos de gigante se darán cuando el Gobierno, en acatamiento de lo dispuesto en la Ley de la Administración Pública y la Ley de Entidades Paraestatales, supervise el funcionamiento de esas instituciones, en tanto organismos públicos descentralizados a su cargo, tome el timón, ponga orden y corrija anomalías en esas dependencias gubernamentales.

Pasos de gigante se darán cuando el Gobierno pague los varios miles de millones de pesos que adeuda al fondo de pensiones y conmine a las Universidades, al FOVI y al Seguro del Maestro, a que paguen también los cientos de millones que le deben al Servicio Médico, y también a Pensiones.

Pasos de gigante se darán cuando se ponga fin a la serie de irregularidades administrativas que prevalecen tanto en el Servicio Médico, Dipetre, FOVI y Seguro del Maestro, que año con año señala la Auditoría Superior del Estado y que han derivado en denuncias penales que siguen durmiendo el sueño de los justos.

En fin, muchos son los rubros donde el gobernador Manolo Jiménez tiene la gran oportunidad de demostrar al magisterio —y por ende a los coahuilenses— que va en serio contra la corrupción, la impunidad, el desorden administrativo y el retraso en las aportaciones patronales, los cuatro males que tienen al borde del colapso total el sistema de salud, las pensiones, la vivienda y el seguro de vida de los trabajadores de la educación.

Veremos y diremos si en efecto se dieron pa’delante los pasos de gigante y no saltos de cangrejo, que nos lleven pa’trás y que la muerte siga reinando en su danza macabra.

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