La televisión produce imágenes y anula conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender.
Homo Videns
Giovanni Sartori fue uno de los intelectuales más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Quizá una de sus obras más conocidas (y emblemáticas) es Homo Videns: la sociedad teledirigia, donde planteó la influencia de los medios de comunicación, en especial de la televisión, sobre las masas. En el año de su publicación, en 1997, generó una gran polémica y despertó una serie de reflexiones al respecto.
La idea de un nuevo ser humano que solo entiende lo que ve y para el, que solo existe lo que mira, ha influido en algunos hábitos de comunicación de la vida en sociedad; en este punto, me gustaría tomar de ejemplo a la política y cómo los partidos y sus miembros, han pretendido llegar a las nuevas generaciones, que lejos de robustecer a la democracia, ha provocado una depreciación.
La Democracia contemporánea, se organiza bajo un gobierno de opinión. El pueblo opina sobre cosas que generalmente son de interés común y en ese sentido, las decisiones de elegir a nuestros gobernantes suelen ser, en base a una idea difundida de opinión a la gran mayoría. Esto se ve influenciado mediáticamente por un instrumento al servicio de los detentadores del poder: La televisión y las redes sociales.
La ciudadanía opina en función de ¿Cómo? se induce a los ciudadanos a opinar y de ¿Qué? es lo que se quiere transmitir; por ello, la imagen hoy en día, juega un papel crucial en la política contemporánea. La política teledirigida condiciona la elección de sus candidatos, el proceso electoral y la forma de vencer.
Al reemplazar la capacidad de abstracción que posee la lectura, se reduce la capacidad de discernimiento y en ese sentido, nos reduce nuestra facultad de elección, a imágenes pre configuradas y a información previamente seleccionada. La televisión ha acabado con las ideas abstractas, claras y distintas. En esa nebulosa de ignorancia vivimos en sociedad, en donde detentar el poder para unos cuantos, se vuelve una tarea más fácil. Jugar con la ignorancia y la necesidad suele ser muy rentable para la política.
¿Qué significa hablar de todo esto? La Democracia es el gobierno de las opiniones y en un sentido estricto es el poder del pueblo, sin embargo, este poder debe de ser transferido a nuestros representantes, ellos que en un principio fueron candidatos de un partido político y ofertaron sus alternativas de solución, ante problemas que aquejan a la mayoría. Dicho de otra manera, candidatos fabricados con imágenes atractivas y pegajosas, que inducen al ciudadano que conoce las ideas a medias; se impone una imagen y solo eso es lo que hay, porque la sociedad crece sin capacidad de abstracción.
Sartori, propuso una nueva denominación de la especia humana en su libro Homo Videns. El autor postula que, con la televisión y posteriormente con Internet, el «Homo Sapiens», producto de la cultura escrita, se ha ido transformando en un «Homo Videns», para el cual las imágenes cobran mayor sentido y valor que lo escrito o hablado.
Los video-niños, ahora adultos que votan, son ciudadanos con el aprendizaje visual, desmenuzado y corto, son individuos desacostumbrados a la lectura; una especie de pseudoatomatas programables.
Desgraciadamente, hoy la imagen es el mensaje y poco nos importa si un político no plantea propuestas de solución para la democracia, justicia, legalidad, libertad, igualdad, derechos, legitimidad, desarrollo, felicidad… entre otros, no entendemos qué en la política, eso no tiene cabida a representarnos.
Más allá de eslogans, imágenes y estrategias, busquemos en la política y sus candidatos, acciones y propuestas, no «discursos emancipadores y vacíos», si queremos ser verdaderos hombres sociales y políticos debemos entender el antes, el después, la causa y el efecto.