Hacia un combate sostenible de la pobreza

Lo característico de la vida actual no son la inseguridad y la crueldad, sino el desasosiego y la pobreza.

George Orwell

Comencemos revisando que el Estado desde sus concepciones más precarias como forma de organización política, ha estado en constante cambio y desarrollo. Con el paso de los años muchos países han ideado —o idean— estructuras innovadoras en la forma de organizar al Estado como ente político, algunas intenciones fallidas, otros progresos significativos.

Por otro lado, la administración pública es la fuerza motriz del Estado, el engranaje que le da vitalidad, fuerza y que pone en práctica el oficio político; es aquella que hace funcionar las promesas y los anhelos políticos. El Estado y la Administración se deben a la sociedad, al conglomerado de habitantes; ciudadanos que requieren la satisfacción de sus necesidades y esperan ver cumplidas las acciones del Estado convertidas en resultados factibles.

Como ley no escrita, mas sí principio ético y moral, el ciudadano no puede quedar entregado a la arbitrariedad de decisiones de funcionarios, que son en la mayoría de los casos injustificables y en otras tantas, justificables. Los funcionarios que desempeñan importantes responsabilidades en el Estado no deben anteponer su liderazgo y su cargo en el poder en un sistema tradicional o en una oposición carismática.

Por otra parte, esto en muchos de los gobiernos, suele ser un esfuerzo por la modernización e incorporación de técnicas nuevas, que permitan incrementar la eficacia del Estado y que asientan en concientizar a los funcionarios encargados de estas materias y a los encargados de dirigir los destinos del Estado, en la necesidad de incorporar herramientas innovadoras que hacen uso de la Nueva Gestión Pública, herramienta esencial hoy en día en el quehacer público.

Las letras de esta colaboración y las siguientes dentro de este medio, que tengan relación con una pincelada hacía una propuesta al combate de una pobreza de manera sostenible, no son sino una sugerencia de estrategias para contribuir a la mejora de las áreas y los servicios a los ciudadanos.

Dentro de mi parecer, uno de los principales desafíos de la administración pública del Estado, es administrar de manera fehaciente, pronta y equitativa los recursos de una entidad, además de brindar las herramientas esenciales para la verdadera emancipación del ser humano; y que así, pueda ser sujeto de su propio destino. En ese sentido, el problema público que suele ser el más difícil de contrarrestar, y a la vez el más importante por la complejidad de sus directrices es el de la pobreza.

En esta colaboración y en las siguientes —con relación a—, me gustaría hacer especial énfasis en el tema de la pobreza extrema; no porque las demás cuestiones no sean importantes, sino porque es el sector de la población que suele ser el más olvidado y a la vez, el más necesitado de la «asistencia» del Estado.

La justificación principal de por qué comenzar con la pobreza extrema lo podemos explicar hasta de manera histriónica, poética o de narrativa: «Es injusto el trato justo a los desiguales» o «nadie tendrá derecho o lo superfluo mientras alguien carezca de lo estricto».

La población en pobreza extrema es aquella que presenta tres o más carencias sociales y su ingreso es insuficiente para cubrir sus necesidades de alimentación (CONEVAL). Carencias sociales como el acceso a la alimentación, el rezago educativo; la calidad y espacios de la vivienda; el acceso a los servicios básicos en la vivienda; el acceso a los servicios de salud y el acceso a la seguridad social, son elementos que forman parte de la pobreza extrema.

Continuará…

Aguascalientes, 1982. Cursó sus estudios de Licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Coahuila, posteriormente hizo sus estudios de maestría en Gobierno y Gestión Pública en la Universidad Complutense de Madrid. Labora en la administración pública estatal desde el año 2005. Es maestro de Teoría Política en la Facultad de Economía de la UA de C desde el año 2009. Ha sido observador electoral de la Organización de los Estados Americanos en misiones para Sudamérica, en la que participa como miembro de observadores para temas electorales.

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