Se comentó en entrega previa que, en ocasiones, se exagera el pronóstico o la gravedad de problemas médicos relativamente benignos, con fines ya protagónicos o de lucro, provocando daños psicológicos físicos y económicos de diferente grado, pero más que la enfermedad por sí misma.
Por ejemplo, la prueba más certera para verificar la presencia de la bacteria H. pylori, es la toma de biopsia de la mucosa de estómago. Para extraer la muestra de tejido, a usted le practican un procedimiento llamado endoscopia. Este procedimiento se realiza en el hospital o en un centro ambulatorio. Por lo regular, se toma una biopsia si se necesita la endoscopia por otras razones. Las razones incluyen diagnosticar la úlcera, tratar cualquier sangrado o cerciorarse de que no haya cáncer. Sin embargo, esta maniobra tiene sus riesgos: al tomar la biopsia de la mucosa estomacal puede perforarse el estómago, derramarse ácido clorhídrico y otras enzimas muy tóxicas para el contenido de la cavidad abdominal, causando una peritonitis química siendo necesaria la intervención quirúrgica abdominal de urgencia, con alto porcentaje de muertes.
Sabiendo que el tratamiento con dos antibióticos y omeprazol, por ejemplo, son bastante efectivos para erradicar la bacteria y si a una persona le indican en dos o tres ocasiones ese tratamiento y no hay respuesta: ¿Por qué no deducir que si se indicó ese tratamiento y no hay respuesta, en realidad no es la bacteria la causa de los síntomas y hacer diagnóstico diferencial con otras causas de los síntomas, siendo los síntomas de la colitis nerviosa, los que fácilmente se pueden confundir y así cambiar de estrategia terapéutica.
Si una estrategia no funciona para resolver un problema. Cambia de estrategia. Reza una deducción lógica.
Otro hecho frecuente es que se ejecuten rastreos con las pruebas de anticuerpos anti Helicobacter pylori positivos o con la prueba de ureasa (del aliento) positiva, pero en pacientes asintomáticos, y aun así les indican antibióticos caros y potencialmente tóxicos provocando resistencias bacterianas a los antibióticos. En el siguiente enlace se plantea una controversia con la que concuerdo:
https://www.redalyc.org/journal/3555/355566086016/html/
«En la actualidad tienen poca validez para dar una recomendación de tratamiento extendida al paciente asintomático. Se cuestiona que tal vez, estamos utilizando las estrategias inadecuadas para manejar una situación de salud pública, ya que estamos enfocados en impactar a cada individuo con terapias antibióticas complejas, tratando a estudios de laboratorio de personas sanas, en vez de tratar a enfermos. Desde su descubrimiento en la década de los ochenta, se ha aprendido mucho de este microorganismo Gram negativo, en forma de espiral y flagelado. En 1994 se le atribuyó como causal directo de úlceras pépticas gástricas y duodenales, además, se estableció como un carcinógeno tipo I para el adenocarcinoma gástrico. Se conoce que el 100 % de los infectados por este germen tienen algún grado de gastritis crónica. Conclusión: No hay pruebas aleatorias suficientes para apoyar o refutar la efectividad de la terapia de erradicación en la prevención del carcinoma gástrico en poblaciones de alto riesgo infectadas por H. pylori».
https://www.siicsalud.com/des/expertoimpreso.php/125430
Controversias
Por otra parte, varias controversias sobre la relación causal entre la infección por Helicobacter pylori y el cáncer gástrico ya se han mencionado en las secciones iniciales de esta revisión. La prueba más convincente en contra de dicha asociación es el hecho de que Helicobacter pylori se asocia con otras enfermedades gastrointestinales como la gastritis crónica, la úlcera gástrica, la úlcera duodenal. Por ende, no puede afirmarse que Helicobacter pylori tenga una relación causal directa con el cáncer gástrico.
Por otra parte, los estudios longitudinales han demostrado que, en general, tan sólo el 1% de los pacientes infectados con Helicobacter pylori presentan cáncer gástrico con el tiempo, Si la relación entre Helicobacter pylori y el cáncer gástrico fuese de tipo «causa y efecto», lo esperable sería que todas las personas infectadas por este organismo y que no reciben el tratamiento de erradicación finalmente padecieran cáncer gástrico. Y no es así. En efecto, si se estima que el 50% de la población mundial está infectada, esto debería traducirse en 300 millones de casos potenciales de cáncer gástrico. Se trata de un gran número de neoplasias que serían prevenibles si existiera la relación de causalidad mencionada. Sin embargo, según los datos de GLOBOCAN 2002, en ese año se produjeron 933 mil 937 casos nuevos de cáncer gástrico y 700 mil 349 muertes por esta causa.
En 1994, se informó que había pruebas suficientes para establecer la relación de «causa y efecto» entre Helicobacter pylori y el cáncer gástrico. A continuación, se clasificó esta bacteria dentro del Grupo 1 de carcinógenos humanos. Sin embargo, la manera en que los expertos llegaron a esta conclusión es controvertida.
Grupo 1 se define como: «carcinógeno para el ser humano» y es cuando hay pruebas suficientes que confirman que puede causar cáncer a los humanos. El informe concluyó que «había pruebas suficientes de carcinogenicidad en seres humanos, pero no había pruebas suficientes o faltaban datos con respecto a la experimentación con animales». Con respecto a Helicobacter pylori, se dio el caso contrario. La conclusión de la Asociación de Cáncer llegó cuatro años antes de que se publicasen los primeros resultados de los estudios epidemiológicos experimentales en seres humanos y sus metanálisis. Es claro que la conclusión de la Asociación Internacional del Cáncer, fue prematura y llegó mucho antes que cualquier dato experimental. Desde el punto de vista de «causa y efecto», los datos de los experimentos con animales serían esenciales.
Por lo tanto, actualmente parece correcto afirmar que Helicobacter pylori carece de una clara relación de «causa y efecto» con el cáncer gástrico, y quizá la Asociación del Cáncer debería considerar la reclasificación de este organismo en una categoría más apropiada. Además, los resultados del 50% de estos estudios realmente muestran una asociación negativa entre ambos.
En otras palabras, no hay pruebas suficientes para asegurar que la presencia de esa bacteria directamente provoca cáncer de estómago, como injustamente se hace creer a la sociedad.
Si necesita orientación médica general, solicítela al WhatsApp 782 888 0056.
Lea Yatrogenia