Los recientes incendios forestales que se registraron en forma casi simultánea en Coahuila y que se originaron, en su mayoría, en partes altas y por descargas eléctricas, dejaron ver una vez más, que la naturaleza es incontrolable y caprichosa para enfrentar daños al medio ambiente.
Los costos para atender un incendio forestal son altos, pero cuando los siniestros se multiplican, también aumentan gastos para hacer frente al fuego: combustibles, equipo, comida, personal y estrategias aéreas para fortalecer el combate.
Arteaga y Saltillo fueron los municipios más afectados y afortunadamente el grueso de equipo de tierra, aéreo, administrativo y operativo se concentran en la región sureste, sin embargo, llegar a los puntos fue muy complicado por las condiciones geográficas de cada siniestro.
Al menos dos de las conflagraciones tuvieron una duración de 10 días y los brigadistas sufrieron los embates del cansancio y las altas temperaturas, su esfuerzo no fue suficiente pues las condiciones de viento y temperatura fueron sus principales enemigos.
Los incendios forestales son muy variables en sus condiciones, características y desarrollo, incluso para los expertos es muy complicado y casi imposible que las estrategias de sofocamiento sean las mismas de siempre y no cambien de acuerdo con cada evento.
La mayor fuerza de control y liquidación se concentra en el trabajo de los «amarillos» que por tierra y aire atacan el fuego con un alto riesgo físico y de vida que cobra facturas en la salud en el futuro.
Uno de los apoyos más importantes, tal vez fundamental es el de los soldados del Ejército Mexicano y en esta ocasión, los integrantes de la guardia nacional, que se convierten en un grupo de apoyo fundamental por sus condiciones físicas y de entrega en contingencias como los incendios.
Sin embargo, en esta ocasión, durante los incendios de mayo, la fuerza completa castrense de combate no tenía oportunidad de apoyar desde un principio por la prioridad de atención a temas de seguridad en la entidad y la región.
Una vez que lograron integrarse, quedaron más claros los avances en el combate y control de las conflagraciones para apoyar a los brigadistas que conocen el tema y coordinan el respaldo de los militares.
Hay que destacar también, en esta jornada múltiple de fuego, que la sociedad civil apoyó con víveres, agua y mensajes de respaldo, además de brigadas ciudadanas de senderistas que, junto a ejidatarios y familias de la sierra, ayudaron con su granito de arena para hacer frente a la lumbre en el bosque.
Para el humilde escribiente quedaron algunas reflexiones que en el futuro podría fortalecer el trabajo realizado por sociedad y Gobierno, entre las que destaca, establecer brigadas de jóvenes del servicio militar nacional que pudieran ser capacitados en su proceso de adiestramiento, con conocimientos básicos de ayuda y respaldo en zonas donde su vida no corra peligro.
Destinarlos a acciones de rescoldeo y elaboración de brechas cortafuego que generan mucho desgaste y tiempo para los brigadistas que tienen el conocimiento completo para cercar el fuego en una zona siniestrada.
Los costos y daños a la naturaleza podrían disminuir si se cuentan con brigadas del servicio militar nacional que pueden cumplir con su responsabilidad y contribuir en las labores de combate a los incendios forestales, que como parte de la madre naturaleza, no tienen forma de pronosticar en sus orígenes, su desarrollo y los daños.