A todas las personas que harán el siglo XXI, les decimos con afecto: crear es resistir; resistir es crear.
Stéphane Hessel
La resistencia francesa es conocida como una serie de corrientes que, organizadamente, se opusieron frontalmente a la ocupación nazi de Francia durante los años que comprendió la Segunda Guerra Mundial. Esa fortaleza es reconocida por la unidad ante la invasión, juntos se proclamaron y enaltecieron los valores de una Francia combatiente.
La resistencia francesa tuvo dos divisiones: al exterior, organizada por el general Charles de Gaulle entre el verano de 1940 y la primavera de 1941 y, al interior, instaurada de manera clandestina por un conjunto de redes de ciudad y del campo comúnmente llamadas maquis. De Gaulle reconoció en este movimiento patriótico un grupo de principios y valores en los que hoy se sostiene la moderna democracia del pueblo francés.
La lucha del pueblo consistió en espionaje, sabotaje y combates militares en contra de la ocupación de los alemanes y de lo que se conoció como el régimen de Vichy. Por otra parte, La resistencia era más bien un conjunto de actos civiles y no violentos como la prensa clandestina, las marchas, la distribución de panfletos y la organización de huelgas. El motor principal de la resistencia era la indignación.
¡Indignaos! es un pequeño manifiesto redactado a finales del 2010 por Stéphane Hessel, veterano de la resistencia francesa. Ese documento tiene como principal motor incitar a la sociedad en general, pero particularmente a todos los jóvenes, a levantarse de la dejadez del mundo en el que hoy vivimos, a unirse como sociedad civil para poder construir un mundo mejor.
Indignez-vouz, en francés, como fue redactado principalmente, invita a todos a saber y reconocerse que son dueños del destino de la historia, de su propio destino, que por más adverso que parezca, el destino lo decidimos nosotros. Invita e incita también a colocar hoy en alza los valores que se encuentran amenazados y que han costado décadas de lucha y sacrificio y que hoy están siendo olvidados: libertad, igualdad, legalidad, derechos humanos, compromiso… Resulta ofensivo que hoy en día estemos perdiendo valores que costaron batallas cruentas en todas partes del mundo.
Actualmente vivimos en un mundo globalizado y polarizado lleno de desilusión, de inestabilidad; y México parece ser uno de los mejores ejemplos. Solo refleja indignación el adormecimiento profundo de la mayor parte de la sociedad, angustiados principalmente por las insípidas preocupaciones que resultan ser triviales frente a problemas de inseguridad y falta de desarrollo económico, porque, a mi entender, «progreso no es aceleración, sino tender a un mundo mejor».
La indiferencia que vivimos hoy en México es la peor de las actitudes que hoy padecemos. De manera desolada, es ver cómo se violenta al ser humano en México, principalmente en temas de derechos y accesos como el derecho a un trabajo justo, el derecho a una vida digna, el maltrato en sus derechos y libertades —en todos los sentidos— a la mujer, una discordancia demasiado evidente en temas de desigualdad en general… —que gran parte de los que viven en México la sobrellevan—. Vivimos alienados mentalmente sin darnos cuenta, producto de factores que antes nos hicieron entender como normales. Como ciudadanos, debemos exigir a nuestro Estado, a las organizaciones civiles, a los partidos políticos, a los políticos, a los empresarios y a nosotros mismos, verdaderas apuestas que apelen a un desarrollo, a reconocer nuestra libertad de ser sujetos de nuestro propio destino.