Inicia la guerra política en Coahuila

El escenario político en Coahuila rumbo al 2023 se parece al de algunos teatros donde, cuando el libreto marcaba cambiar de escena con otra escenografía y actores, simplemente lo hacían girar, pero siempre frente al mismo público.

Algunas escenas ya han sido ambientadas, pues ahora mismo empiezan a hacer ebullición con el peligro de salirse del recipiente al reclamar derechos adquiridos que pueden colapsar si no se actúa con tiempo y eficacia, por lo que esta situación debe aniquilarse de manera que quede en agua de borrajas.

Me refiero a los barruntos priístas, por lo que ya debe estar actuando el primer priísta, guía moral del partido; es decir, el gobernador, al posponer un poco el destape sin que peligren los desbordamientos, para ir descartando nombres, cuidando que no se cree un vacío de poder que se convierta en un lapso anárquico.

El partido debe demostrar su fuerza una vez que se pronuncie por su candidato y sostenerlo, por lo que sería necesario que el presidente del partido convoque a los miembros del mismo a luchar en forma cohesionada con el fin de que se forme un bloque que sea difícil derrumbar.

Nada más que para llegar a ese punto es imprescindible tener autoridad moral cuya traducción es el demostrar que las decisiones que se tomen sean el resultado en el decir y el hacer, igualmente dar el ejemplo de que sus convicciones transiten en el camino de la verdad y produzcan frutos.

En este caso, como ocurre actualmente que se empiezan a vislumbrar riñas para arrebatar la candidatura del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la gubernatura del estado, Miguel Riquelme necesita mostrar la careta que refleje esa autoridad moral y dirima los actos que se empiezan a manifestar pretendiendo obtener el beneplácito, y demostrar que su partido es un grupo bien unido que puede luchar a brazo partido y salir triunfador.

El partido en el poder debe impulsar la unidad partidista que es el valor político, para que sean viables valores como los anhelos e ideales.

Por lo tanto, la unidad partidista requiere de convicciones políticas comunes para lidiar en favor del candidato cuando sea seleccionado, el cual debe estar inmerso en una atmósfera de confianza, y no en beligerancia entre tiradores, por lo que ahora es imperativo que los miembros activos de ese partido reciban una capacitación política eficaz, con divulgación ideológica seria —escasa en estos días— exenta de demagogia y mostrar transparencia en sus actividades con programas de acción realista.

Hay que tener conciencia política para la lucha, sobre todo ahora que la presencia tricolor en el territorio nacional desaparece, por lo que no debe desviarse del camino de la democracia,  al contrario, hay que vivificar al partido nutriéndolo con los auténticos anhelos del pueblo.

La unidad es una conjunción de elementos que requiere, además de nuestra voluntad, de nuestra fe y entendimiento, de nuestra sensibilidad popular y de la participación partidaria y ciudadanía libres, todo ello es indispensable.

Desde luego, para estos eventos es menester sopesar la influencia de los grupos de poder, sobre todo el de los exgobernadores, pues en Coahuila hay piezas predominantes en la estructura gubernamental que de alguna forma muestran su peso en las líneas de poder.

En la selección de candidatos por lo general existen inconformidades, ya que para algunos es difícil aceptar, principalmente los que se siente con derecho a ser elegidos, ver que las puertas a su pretensión no son abiertas, y que dentro de su desconcierto recelan de su partido mediante posiciones indisciplinadas, sin reconocer que también ellos fueron escogidos en anteriores ocasiones sin importarles que había otros que también estaba formados en la fila en espera que los nominaran, pero que finalmente aceptaron lo establecido por su partido.

Se lo digo en serio.

Autor invitado.

Deja un comentario