Insidias históricas por el poder entre amigos

La historia de la elección presidencial entre miembros del mismo grupo político es trágica e impredecible; como dice el milenario adagio chino: «Es fácil esquivar la lanza, más no el puñal oculto».

25 de mayo de 1911: Porfirio Díaz tras 30 años en el poder, renuncia a la presidencia de la república.

6 de noviembre de 1911: Francisco I Madero obtiene por mayoría arrolladora dicho cargo y ofrece transformar México. La prensa de la época cebada en el erario y coaligada con los grupos de poder ultraconservadores, se dedicó a criticarlo duramente; cualquier propuesta que hiciera era destruida y con montajes falsos se hacía creer al pueblo que estaba destruyendo a la nación; grotescos columnistas trataban de presentarlo como rey a él y a su esposa; todo por falta del acostumbrado maiceado y arrojándose como buitres sobre los despojos.

9 de febrero de 1913: Los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz se levantan en armas contra el presidente legalmente electo, instigados por la oscura conjura de Henry Lane Wilson, embajador de Estados Unidos. Este manipuló también al jefe de la plaza para que se sumara a la rebelión contra Madero en la llamada «Decena Trágica». Wilson adiestró a rebeldes y a Victoriano Huerta para que firmaran el Pacto de la Embajada; un pacto amplio que decían salvaría a México de la destrucción. Según esta alianza, una parodia legaloide avalada plenamente por el eternamente corrupto poder judicial, Huerta, indígena y de origen muy humilde, tomaría el cargo de presidente y convocaría elecciones buscando que Félix Díaz, burdamente titiritado por H. L. Wilson, fuese luego el presidente para recuperar el dominio de los tradicionalistas. Sin embargo, El Chacal ya apoderado del ejecutivo, en voraz felonía mangoneó el proceso estableciendo reglas electorales embrolladas y aplazando indefinidamente los comicios. Desapareció al Congreso asesinando a senadores y diputados contando con el apoyo irrestricto del Ejército federal. Apostató tanto contra Madero como contra sus propios aliados; se burló de todos, fue una lección funesta por haber creído en el maquiavelismo huertista.

Lo único que unía a los neoporfiristas en su rebelión era el odio que sentían contra Madero, sin poseer argumentos ni propuestas aseguraban que iban a enderezar a México que estaba desfondado y su furor no entendió jamás que el pueblo estaba con Madero y que veía claramente que lo que buscaban estos ultraconservadores era recuperar sus privilegios y fortunas obtenidas del saqueo a las riquezas de la patria. Sus discursos eran triunfalistas, creían que tenían dominado al país y aseguraban que ganarían al final, mientras con extrema maldad impedían el paso de alimentos y servicios a ciudades y destruían vidas y dignidades. Pronto llegaron los revolucionarios y acabaron totalmente la coalición que quería evitar la transformación del país; destruyeron el conservadurismo porfirista porque lo tradicionalista siempre perece.

Prepara Huerta Aladito (agazapado aspirante) traición falaz a un Félix Díaz Cortezmente cedente: ¿No qué serían los panistas quienes «signarían» la elección del 2024 para que el PRI designara a los gobernadores de Edomex y Coahuila en 2023? Ahora todos dicen tener «piso parejo», pero lo bailado ni quien se lo quite al PRI a pesar de la pendiente resbaladiza tras su abandono por grupos y personajes: aunque el PAN canta la misma melodía con idéntica tonada, como diría el poeta Julio Sexto: «Cómo me dan pena las abandonadas…». Mientras siguen llorándole a Movimiento Ciudadano y pidiéndole una señal chiquita.

Los líderes de los partidos soslayan sus traiciones, golpes bajos y bigardía entre ellos mientras continúan con su «alianza», «frente», «unidos», «amplio», «súper» o lo que sea, incluso imaginaria sociedad civil existente únicamente en su onírico onanismo. La avaricia del poder no reconoce sindicaciones partidistas, solamente acepta lo que a cada uno beneficia, sea como sea ya comenzó la danza de acólitos apóstatas y dado que todos son mapaches con doctorado en argucias electorales, con deleznables simulaciones provocan un complicado sistema seleccionador de candidatos que se presta a certeros recelos y hasta elaborados tinglados de fraudes; incluso explotando mediática y efímeramente la sufrida imagen de candidata marioneta hasta con faz banqueada; pero cuidado con aquellos que están callados. Faltará ver hacia dónde apunta el pueblo y no la fantasía oligárquica.

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