Intrepidez frente al deber

¿Es inteligible exponer y hasta sacrificar la vida por cumplir con el deber?

En el 480 A. C. el emperador persa Jerjes I inició la Segunda Guerra Médica al invadir la península balcánica. Añoraba dominar las ciudades griegas sumándolas a su extenso imperio. Su inmenso ejército superaba a los griegos, que estaban divididos; sin embargo, deberían cruzar un estrecho paso llamado «Las Termópilas» o «Puertas calientes», situado estratégicamente en la parte más angosta de un desfiladero por donde forzosamente tendría que pasar para avanzar al interior de la Hélade.

Ahí se situó el ejército espartano dirigido por su rey Leónidas I, quien apenas contaba con su guardia personal (300) y otros dos mil griegos de otras ciudades. La batalla fue cruenta; duró tres días. Las bajas persas fueron considerables, no así en el ejército espartano. Jerjes I estaba ya pensando regresarse a su nación y abandonar la aventura cuando Efialtes, un griego traidor, por un estipendio mostró a los persas una vereda entre las montañas que permitía acceder a la retaguardia de las líneas lacedemonias y así atrapar a éstos entre dos frentes; esta estrategia causó la muerte de la mayoría de ellos.

En medio del combate cayó muerto el rey Leónidas, quedando apenas un puñado de sus soldados; haciendo una pausa en el combate, Jerjes ofreció a éstos que si le entregan el cadáver del monarca los dejaría salir vivos y libres… Los intrépidos y temerarios soldados espartanos se negaron rotundamente, teniendo claro que esta negativa significaba una dolorosa muerte, pero la prefirieron al deshonor. Cuenta Heródoto, el padre de la historia: «Aquí se mantuvieron hasta el final aquellos que todavía tenían espadas, usándolas, y los otros resistiendo con sus manos y sus dientes». Al final todos fueron aniquilados. En ese lugar se erigió una estatua en forma de león para conmemorar a Leónidas y sus 300 héroes.

El filósofo Emmanuel Kant establece como esencia del comportamiento humano el imperativo categórico: «Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que se convierta en ley universal»; es decir, que tu actuar sea sublime ejemplo para todas las personas, y éstas actúen como tú has procedido.

Ese principio, unido al «deber» y a la «buena voluntad», son considerados como lo absolutamente bueno, sobre todo si se actúa en atención a ellos, toda acción poseerá valor ético. Una ley se cumple por deber cuando se hace por respeto a la misma y hasta por respeto al mismo actor; por convicción y absoluta libertad, no por miedo a las consecuencias, sino actuando conforme al deber.

En palabras de este filósofo: «La mayor perfección del ser humano es cumplir el deber por el deber». Al esforzarse en cumplir con el deber en conciencia, se cumple con el fin para el que cada persona ha sido creada. Por ello la única forma de transformar al mundo es cumplir con el deber que nos corresponde.

La epopeya, permítaseme llamar a sí a la gesta heroica ocurrida hace 15 días en el poblado Altar, Sonora, cuando un puñado de resueltos soldados mexicanos, demostrando valentía, lealtad, serenidad y alto grado de preparación, enfrentó a un grupo de maleantes que le superaba cinco a uno y tuvo la osadía de rechazar ofertas millonarias para asegurar el cumplimiento de su deber militar. Eso debe llenarnos de orgullo y entender muy bien que ese acto simplemente fue una muestra innegable de lo que significa ser miembro del intrépido Ejército mexicano, que ha mostrado templanza ante la adversidad; aplomo en la lucha y un alma magnánima en defensa de sus compatriotas, así como un espíritu de sacrificio y una conciencia de que el deber es solamente un camino hacía un fin esplendoroso.

Eleva la moral de todo el Ejército mexicano esta hazaña, que empata las glorias cantadas miles de años por paladines como los espartanos; aunque los conservadores critiquen esas acciones por corresponder a épocas pasadas. Creo que los poetas idílicos mexicanos se están tardando en cantar en odas épicas tal intrepidez y las muchas otras que nuestras fuerzas armadas realizan por el bien de los mexicanos en cumplimiento de su deber patrio.

Deja un comentario