En política nada está dicho, y lo que hoy parece una guerra mañana se convierte en una tregua «por el bien del pueblo», mismo que se ha tenido olvidado por décadas, y los partidos tradicionales no han sabido dar soluciones de fondo, mismas que, al llegar la oposición, parece ser que tienen el antídoto para los males que aquejan al país.
Triste ver cómo PAN y PRD han tenido que pactar un acuerdo con el PRI para poder competir ante Morena. Dicha alianza es meramente oxígeno para PRD y PAN, ya que están dejando en claro su incapacidad y posicionamiento político, donde es mejor sumar poco, con militancia y simpatizantes, que hacer el ridículo en los comicios que se llevan en cada estado. Pese a los esfuerzos que se practican, vemos cómo dicha alianza no convence del todo y sigue perdiendo elecciones.
En el caso de Coahuila, pareciera que esta fusión se pudiera dar, ya que en el estado de Durango dio resultados favorables. Sería interesante ver cómo se abordaría el tema de la megadeuda que tiene al estado sumergido en un crecimiento y desarrollo meramente precario, donde quizá sigamos por un buen tiempo, ya que la oposición parece que se sumará a quienes nos tienen así. Por otra parte, no sería una utopía ver este tipo de alianzas para las elecciones presidenciales del 2024.
Esa alianza lo único que hace es rescatar de momento a los partidos adversarios. El PRI tiene algo que sus compañeros no, ellos saben cómo regenerarse y no dividirse y nuevamente se posicionan. Quizá las fricciones internas no llegan a tanto —como hoy podemos ver a dos partidos con poca dirección y rumbo—, no es la política la que está mal, son quienes la practican, y el tiempo está dando la razón: la política es un juego de mover piezas, pero pocas veces se mueve al pueblo.
La pobreza pareciera ser a lo que algunos partidos apuestan para, en campaña, hacer esas promesas de hace 20 o 30 años, donde lo único que cambia son los tiempos… sí, cada vez más difíciles y lejanos de poder llegar soluciones al pueblo.
