La barca de Riquelme

Desde la barca cuyo timón maneja el gobernador ya se empieza a divisar el puerto al que llegará en 270 días más días menos, ese tiempo dará la sensación de que pronto se irá consumiendo considerando algunos periodos como la Semana Santa, que el Gobierno define para demostrar que es un ente aconfesional, pero que para términos prácticos es lo mismo como lapso inactivo, luego vendrá el turno de las campañas políticas cuya referencia será un distractor que aligerará el tiempo para terminar con las decisiones encaminadas a seleccionar al próximo gobernador.

Posteriormente habrá un espacio de varias semanas que ocupará el tiempo suficiente para que el ganador prepare la construcción de lo que será su Gobierno mediante la elaboración del Plan Estatal de Desarrollo, el cual señalará un resumen de la problemática del territorio y el ofrecimiento de lo que sería su solución que pondrá en práctica durante su administración.

Días antes de esta fecha de inicio del nuevo Gobierno del triunfador de las elecciones de junio próximo, y en concomitancia con su cerebro político después de escudriñar alternativas, escogerá al equipo de primera línea en el que descansará su Gobierno, luego designará a los de segunda línea en cuya selección habrá que poner mayor atención pues dentro de esta línea podrá haber algún o algunos de los seleccionados que buscarán un hueco para ascender a la primera privilegiando estrategias coyunturales que lo catapulten, por eso mismo en la selección de la primera y segunda líneas de lo que será la parte sustantiva en la conducción de la administración pública estatal en funciones, convendrá que exista una liga que no sea elástica, antes bien que tenga un nivel de hermeticidad importante que no dé paso a que por cualquier debilidad se pueda romper.

El espacio electoral en terrenos aliancistas sigue vibrante mientras que en los equipos contrarios la parsimonia es su asidero pues las indecisiones fallidas han hecho mella en los tiradores, si no ahí está un Mejía Berdeja careciendo del oxígeno necesario que ya no le suministran sus pretendidos fanáticos, y qué decir del señor Lenin Pérez cuya figura es desconocida en la mayor parte del territorio del estado.

Y luego por parte de Morena abundan los golpes bajos entre los allegados al candidato, mismos que han hecho acomodo mediante una migración entre petistas y morenistas, una ida y vuelta, lo que demerita la atracción de simpatizantes de ambas partes que redundarán en fracasos.

Ahora mismo el barco con bandera Riquelmista ya no tiene los asientos ocupados de tiempo completo ya que algunos a bordo se han visto acercarse al nuevo barco que suponen empezará la travesía y cuyas cuerdas todavía están asidas al muelle, representando un oleaje que lo tiene quieto sin que haga los movimientos peculiares como si lo estuvieran meciendo, pues ya vendrá el tiempo de soltar las amarras para que empiece a navegar.

Pronto vendrá, si no es que ya, el tiempo de las deslealtades y traiciones dentro del mismo establo, esos antivalores proceden de gente cuyo egoísmo los vence, a veces con acciones que proyectan en su lenguaje corporal, pero que al parecer ya los volvieron al carril, pues los pasos que se han dado para llevar al candidato aliancista al triunfo recayeron en el que demostró los méritos y la experiencia y que recorrió los escalones andándolos para arriba de manera que para aquellos del mismo bando es el momento de apoyar y dejar su celo enfermizo anclado entre los caminos de su querida ciudad que se han hecho con grandes esfuerzos.

Por lo pronto hay que seguir remando para adquirir madurez política, experiencia y lograr empatía recurriendo a niveles que los enriquezca, pues se asemeja al guiso que tiene su tiempo de cocción, ya que de otra manera puede quedar mal cocido que de seguro producirá daños.

Se lo digo en serio.

Autor invitado.

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