Dividida por la opinión de la crítica, pero altamente valorada por el público, la adaptación a imágenes de la novela de Ildefonso Falcones, simboliza el proceso de maduración de una de las urbes más importantes no solo de España sino del mundo entero
Cuando Antena 3, canal de la televisión privada española, estrenó el 23 de mayo de 2018, la serie La catedral del mar, adaptación de la novela homónima del escritor catalán Ildefonso Falcones, pocos podían imaginar que en la emisión de su primer capítulo alcanzaría más de cuatro millones de espectadores. Debemos tomar en cuenta que es una serie de corte histórico, ambientada en el siglo XIV, y que narra la vida de la Barcelona de ese tiempo, a través de la construcción de una catedral y la vida del ciudadano Arnau Estañol, desde su infancia como humilde siervo de la tierra, campesino del sistema feudal sin condición de hombre libre, y su existencia accidentada que transcurre con no pocas peripecias. A pesar de no ser mundialmente reconocida, es también la historia de la Iglesia de Santa María del Mar, basílica menor de estilo gótico, consagrada a la virgen María en su relación con el mar, con la cofradía de los baistaxs, y con la ciudad Barcelona.
Esta serie de televisión fue dirigida por Jordi Frades y producida por Atresmedia, Televisió de Catalunya. Distribuida y también producida por Netflix, en colaboración con Diagonal TV. Consta de ocho capítulos de 50 minutos de duración cada uno. Tuvo como principales miembros del elenco actoral a Aitor Luna, Daniel Grao, Michelle Jenner, Andrea Duro, Hugo Arbués, Pablo Derqui, Silvia Abascal y Nathalie Poza y José María Pou. Su guion para la televisión estuvo a cargo de Rodolfo Sirera, Antonio Onetti, Sergio Barrejón y el propio autor del libro original, Ildefonso Falcones.
La magnífica fotografía fue ejecutada por Teo Delgado, mientras que la banda sonora fue compuesta por Federico Jusid e interpretada por la Orquesta Sinfónica de Bucarest. Obtuvo el galardón a Mejor Producción, en los premios Iris, 2018, así como la distinción de mejor película para TV, en los Premios Gaudí de 2019. Sin embargo, la crítica especializada estuvo dividida. A decir de Natalia Marcos, columnista de El País, «en su arranque, La catedral del mar, demuestra que no tiene miedo a mostrar la cruz de una sociedad en que las cosas no eran precisamente color de rosa para las clases más bajas. Y a quien no le guste mirar, que no lo haga».
En tanto, en el sitio digital VerTele, la crítica no pudo defender la puesta en escena, tomando en cuenta que para los recursos que habían sido empleados, se quedaba por debajo de las expectativas, en comparación con otras producciones como La casa de papel o Fariña: «Así como La catedral del mar ha construido bien los cimientos de sus tramas con respecto a la obra original, no logra lucirlos como se esperaba de una superproducción de su envergadura». Aunque la fidelidad a la obra original y la dirección de actores es correcta, la crítica apunta que su lado flojo es precisamente la ambientación, la iluminación y los efectos, los cuales pudieron definitivamente ser mejores, pero que no empañan del todo la crudeza que exigía la historia propiamente dicho, en el retrato de una época marcada por la violencia de clases sociales tan distantes en su relación y trato.
La historia que aborda La catedral del mar, comienza en el ambiente rural de las afueras de la ciudad de Barcelona, en 1319. Narra la situación de los agricultores, desde los pequeños arrendatarios dependientes de los señores feudales, hasta la de los siervos de la tierra, que no poseen la condición de libres. Toma como protagonista a Bernat Estañol, interpretado por Daniel Grao, quien después de casarse, es impedido de consumar su matrimonio y llevar una existencia llevadera por la acción del señor feudal, quien por el derecho de prima nocte, arrebata la virginidad de la esposa, quien además deberá amamantar al hijo del señor.
A partir de este conflicto inicial, se desencadenan una serie de sucesos, en el cual, Bernat resulta homicida involuntario y fugitivo mientras salva la vida de su pequeño Arnau.
Su vida en Barcelona comienza cuando logra el favor de un artesano enriquecido, esposo de su hermana, que le esconderá y le tomará como sirviente. Con el tiempo, los Estañol obtendrán la condición de libres, aunque el estigma de la pobreza, los malos tratos y las diferencias de clase, nunca dejarán de acompañarlos. Con el fallecimiento de la hermana de Bernat, perdido el favor del esposo y el desafortunado suceso de la muerte del hijo del artesano, tienen que volver a huir, para establecerse en Barcelona. Allí, conocerán la vida de los ciudadanos, el papel del consejo de ciento, el Veguer como principal autoridad. Bernat participa en una rebelión que es sofocada y es ejecutado como escarmiento.
A partir de este momento, la vida del pequeño Arnau estará consagrada a la Virgen María del mar, a quien toma como su propia madre. La iglesia que ha comenzado a construirse, dedicada a esta virgen por los artesanos, pescadores y comerciantes que habitan el barrio de la Ribera, construida por las bastaixs, porteadores devotos de piedras para la estructura de la catedral, y que constituyen los celosos guardianes de las ofrendas que se dedican a la Virgen y a la catedral, forman el cuerpo y el carácter de Arnau hasta su adultez. Secundado por su hermano de crianza Joan, futuro monje e inquisidor, Arnau sufre los avatares de su pobreza, y pierde hasta el amor de su juventud, al ser ofrecida su enamorada, la hermosa Aledys, a un maestro artesano de mejor condición monetaria.
La guerra entre señores y nobles, una terrible epidemia, la condición de los siervos, los esclavos, los artesanos, los soldados y la corte, el papel de las mujeres, y la iglesia católica, son piezas claves en los conflictos que se mueven, dentro de la sociedad de Barcelona del siglo XIV. Es de destacar, como a partir del inculpamiento de los judíos por las desgracias de la epidemia, Arnau cambia el destino de su vida, al proteger a unos niños judíos del ataque de fanáticos cristianos, y que resultan ser los hijos del líder de la aljama de Barcelona. Este personaje, cambista y usurero, posee cierto control sobre los grandes de la ciudad, incluida la realeza. En agradecimiento, convierte a Estañol en un conocedor del negocio de cambista de monedas, prestamista, arrendatario de barca y unos cuantos negocios que le llevarán a ser uno de los hombres más poderosos de Barcelona, envidiado por los nobles, y amado por los ciudadanos, quienes, a la larga, y con la venia del rey Don Pedro, lo eligen cónsul de la mar.
El título de nobleza alcanzado, la riqueza y el prestigio, no podrán evitar que la desgracia, la intriga y el odio persiga a Arnau, quien, sufrirá incluso por las absurdas leyes de la ciudad, el fanatismo religioso y el desprecio a las mujeres, la pérdida de su bienamada Mar. Pueden verse con gran claridad, los sinuosos y afilados tentáculos de la Inquisición, que, sin prueba alguna, acusa a Arnau, y a su madre, devenida prostituta, como herejes merecedores del castigo divino y la ejecución. Durante estos ocho capítulos, los avatares de una época se van narrando con un ritmo continuo, descarnado y que dibuja el retrato de una ciudad medieval en plena construcción.
La puesta en escena de esta serie intenta recrear una sociedad, el ambiente de la España donde conviven cristianos, judíos y moros. Donde prevalecen los estatutos del sistema feudal, las relaciones entre el dinero y la sangre, bajo la mirada atenta de la iglesia cristiana y sus normas de fe tan oscurantistas. La construcción de la Iglesia de Santa María del mar es el símbolo de una sociedad cegada por esta fe, que tendrá a la nobleza, como máxima aspiración, casta guerrera y feudal, dependiente de los rejuegos financieros de una incipiente clase burguesa, que a su vez ansía los favores de la corte. Es de destacar la veracidad de ciertos ambientes, el vestuario, el maquillaje y las locaciones elegidas para rodar las escenas.
El tratamiento de maquillaje muestra una época de suciedad e ignorancia, pero recreando en detalle los usos de una población que vive inmersa en la vorágine de la España en ciernes, la que aún no puede llamarse estado nacional, pero que ya comienza a escribir su propia historia. La utilería, los trajes, los ambientes que brindan los castillos y edificaciones remanentes del entorno medieval, son el apoyo que exige un guión muy bien trazado, una dirección de actores de fina factura, y una banda sonora que pone en escena instrumentos y modos sonoros sin anacronismos.
La edición de Jorge Sanavia, la dirección de arte de Marcelo Pacheco, apoyan la realización de Jordi Frades, en una producción que a pesar de una crítica especializada más a la expectativa de los detalles, logra su cometido final. Hay que destacar la actuación. La búsqueda de la verdad en cada uno de los actores y actrices que transitan por diferentes momentos y conflictos de la trama. Llama la atención la interpretación de pablo Derqui en el papel del hermano de Arnau, Joan, quien se desdobla en su delirio y culpa religiosa con una excelente toma del personaje. Mención especial a Michelle Jenner, (nominada como mejor actriz en el rol de Mar Estañol, en los premios Iris 2018), a quien hemos visto en varios papeles, como la reina Isabel, y Ginés García Millán, quien interpreta al artesano y noble en desgracia, Grau Puig, adversario de Arnau Estañol.
Considero esta serie de la televisión española una excelente fuente de aprendizaje, a la hora de imaginar una sociedad de la edad media. Sus ambientes, sus costumbres y leyes. El cristianismo y su trato con los judíos y musulmanes. La iglesia como eje rector de la religión, la fe, la moral, la estética y la ética de todo un pueblo. Me resulta de inmenso interés en lo personal, puesto que es un tema, un país y una época que me agrada en demasía. La vi dos veces, y decidí elegirla para hacer esta reseña crítica, por considerar que recrea con honestidad y austera belleza una Barcelona en pleno proceso de formación. Excelente producción que Netflix propone para los amantes del género de época histórica. La catedral del mar, serie altamente recomendada. E4