Creemos que en nuestro México estamos viviendo en una democracia cuyo sistema de gobierno permite que los ciudadanos expresen sus puntos de vista y que la autoridad los respete, ponderando sus virtudes, pues dentro de la sustancia de lo que es una democracia, es que las opiniones sean escuchadas con respeto, sin importar las variantes que identifican a los habitantes; es decir, de un país sin oponer condiciones que la demeriten.
Pienso que estas primeras palabras me sirven para puntualizar que nuestro país todavía sigue alejado de una democracia que empezaba a identificarse en nuestra nación, de manera que nuestra vida política se enriqueciera y viviéramos respetando las opiniones de los demás, aunque no estemos de acuerdo.
Nuestra patria empieza a perder lo que íbamos ganando en el proceso de construir caminos democráticos que erradicaran las imposiciones de aquellos gobernantes que llegaban al poder principalmente para medrar, si no mire usted, cómo se diluyen fantasmalmente con el sello de bienestar social, nuestros impuestos regalándolos en acciones de compraventa de votos, a fin de que el presente régimen perdure en el poder durante muchos años más.
Eso en cuanto a la dispersión del dinero por parte del Gobierno federal, pero por lo que toca a la actuación del presidente de la República, es sabido que es la única voz que se escucha y de donde emana un absolutismo sin que nada se mueva sin su voluntad, aunque dañe a ciudadanos, empresas, organismos autónomos, incluso sin miramientos que nos pone en una cuerda floja frente a otras naciones, y lo más grave por encima de leyes incluso de la propia Constitución federal y, peor aún, que nadie hace nada y mucho menos un poder judicial sumiso que solo cumple con los designios salidos de Palacio Nacional, y también por el otro poder, el Legislativo, cuyas curules están ocupadas por diputados que emulan a los pacientes que aguardan en la sala de espera de un médico famoso y ser sometidos a los dictados del especialista como autómatas.
Eso no es democracia es una demagogia pura basada en vicios y en trampas que se hace acompañar de un pragmatismo y una autocracia que la población le ha permitido en estos casi tres años de administración que hemos vivido a diario en medio de patrañas y ambigüedades con la pérdida lastimosa del tiempo, y que aunque usted no lo crea todavía hay personas con huecos en sus cerebros que los hace emocionarse con la vaguedad de sus ocurrencias.
Las pasadas elecciones quedarán señaladas en la historia, por lo que debemos analizar con seriedad que de ahí dependerá el rumbo del país, pues con Morena en el poder hemos ido bajando con rapidez al hoyo debido a las ideas por demás fuera de un camino que muestre avance, ya que en estos dos años y medio que lleva la presente administración federal hemos sufrido más retrocesos que mejoras.
Seamos conscientes del futuro que les dejaremos a los que nos siguen, pues es tiempo de frenar la estampida de una caterva de tipos que se están apoderando del país y de la voluntad de los mexicanos, y si no los que vienen atrás de nosotros nos los van a reclamar pues pasaremos a la historia como una generación abyecta que estuvo bajo la fuerza bruta de los bárbaros.
Esta elección será trascendente por el número de puestos que se votaron, sobre todo por la nueva composición de la Cámara de los Diputados de manera que realmente sea un freno y contrapeso y no estar a expensas de una mente vengativa y absolutista que se admite como un Mesías, y que en lugar de ser un salvador, un verdadero reformador, su posición es de un arrebatador de nuestra identidad manejada a su antojo, por lo que aquellos que lo llevaron al poder les culparemos de nuestra desgracia.
Mientras rememoremos la frase del extraordinario Giuseppe Verdi en su inmortal Nabucco «Ay mi patria, tan bella y abandonada».
Se los digo en serio.