Amamos tanto como los hombres pueden amar, es decir, imperfectamente.
Pascal Bruckner
Desacuerdos, deseos, anhelos, idealizaciones, añoranzas, romanticismo burdo, cursi entrañable e inquebrantable; eso y muchas otras cosas más es el amor. En sentido general el amor se puede interpretar según cada individualidad, en un sentido ulterior, suele ser el amor fraternal, el amor al prójimo, la quiebra ante el desprotegido, el vulnerable, solidaridad, igualdad y fraternidad, palabras claves en las que crecieron grandes naciones.
Reflexionar sobre el amor no es algo nuevo, se han construido y destruido patrias enteras bajo esta palabra poderosa. Religiones, canciones, poesía, fotografías, libros y pinturas han sido realizadas o fundadas bajo esta palabra.
El amor es el más egoísta y a la vez el más fraterno de los sentimientos. El amor es valor fundamental. La paradoja del amor es un libro escrito por el filósofo, ensayista y novelista francés Pascal Bruckner. En este libro, el filósofo Pascal nos hace ver las actitudes y obsesiones contemporáneas sobre el amor, sobre todo cuando se han perdido las esencias de este sentimiento tan sublime que se ha visto obnubilado por una sociedad mercantilizada e hipertecnológica en la que vivimos.
Resulta ser paradójico, como se relata en el libro, la condición del humano, celoso de su libertad y autonomía, sigue siendo capaz de renunciar a esas conquistas mal interpretadas por la pasión amorosa y la eterna permanencia.
La preocupación de conquistar el amor afecta a los libertadores como a los defensores de las buenas costumbres, a final de cuentas el amor es proximidad de lo excelso, de la energía en los que casi muchos creen con distintos nombres. No hay que arrepentirse de los logros del solo yo, pero no hay que desdeñar lo dramaturgo de antaño, el flechazo de la pareja, la fidelidad.
El amor no padece ninguna enfermedad, se adecua a las circunstancias malversadas de este globo, el amor es lo que debe de ser, con sus abismos y con sus esplendores. Es la parte de nuestra existencia que no controlamos, rebelde a todo tipo de ideología. Jamás salvaremos al amor de las heridas que lo afectan, sigue siendo impuro, hecho de barro y oro con extractos de humanidad. En el amor hay que conservar todo lo bello de el, su poder de tejer vínculos, su vigencia, su vitalidad, su aprobación celestial de la vida.
Hoy, en un mundo tan falto de esta palabra, en donde somos ajenos los unos de los otros, en donde vivimos como autómatas, hay que encontrar en la falta de solución de todos sus males los encantos de una solución. No hay la necesidad de enarbolar con guirnaldas al amor, el amor se defiende muy bien solo. Aun en toda esta vorágine de individualismo y de falta de sentido por la vida hay perfectibilidad y aún en todas las sorpresas hay progreso en el amor.
Al llegar al ocaso de nuestras vidas no nos arrepintamos de lo que no hicimos en el amor, las palabras no dichas, el abandono, la falta de fe, el herir a nuestros seres queridos, el dejar escapar al amor, que muchos humanos suelen decir «solo se da una vez», especulación atrevida, no lo sabemos, dejemos de ser cobardes y egoístas para ser nobles y generosos.
Pascal Bruckner afirma: «A todos los atenazados por el miedo a la decepción o a la burla, hay que repetirles; no os avergoncéis de vuestras contradicciones o de ser lo que son, ingenuos, sentimentales, fieles o volubles. ¡No os dejéis intimidar! Hay un camino hacia la felicidad».